EDITORIAL
Actualizado 10.08.2012 - 07:40
Sin atisbo de mejora y en una situación cercana a lo terminal. El sector de
la construcción, protagonista de los años de bonanza de la economía
española, lleva ya cinco años en plena caída libre. El estallido de la
burbuja inmobiliaria, que en España agravó la crisis financiera que dio
origen a la actual situación de incertidumbre económica, lleva un lustro
cobrándose víctimas en términos empresariales, de empleo y actividad.
Los datos que ayer hizo públicos el Instituto Nacional de Estadística
(INE) confirman esta pésima coyuntura al certificar un nuevo descenso
en las transacciones inmobiliarias, que suman ya dieciséis meses
seguidos de tendencia regresiva. La venta de inmuebles ha caído hasta un
11% durante el primer semestre de este año después de que 2011 cerrase
el cómputo de las operaciones de cambio de titularidad de los pisos con
una bajada global del 17%. Dos cifras suficientemente significativas
para constatar las dificultades de la economía española para digerir la
llamada crisis del ladrillo, cuyo stock es necesario limpiar, probablemente con un banco malo,
para poder reactivar el mercado, ahora bajo mínimos, y equilibrar los
riesgos de muchas entidades financieras. El panorama pues no puede ser
peor. A la falta de contratos públicos y privados a los que agarrarse
las empresas que han sobrevivido a la crisis -primeras generadoras de
empleo hace apenas cinco años- se suman ahora los cambios que se
producirán a partir de enero de 2013, cuando desaparecerán las últimas
medidas de incentivación sobre la compraventa: la desgravación en el
IRPF y, algo antes, el cambio en la tributación por IVA. Todo hace
indicar que si el mercado sigue parado con estas ventajas fiscales
residuales, cuando ambas desaparezcan irá inevitablemente a peor y dar
salida a la sobreoferta será mucho más complicado. Casi imposible. La
vivienda está presa de un ciclo perverso: sin ventas, sin medios para
construir, sin mercado de VPO que supla a los pisos de renta libre y sin
créditos que permitan comercializar lo construido. Un verdadero círculo
infernal que parece no tener salida.
Fuente: diariodesevilla.es
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