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domingo, 22 de julio de 2012

Un homenaje a Quino en sus 80 años de vida

Quino
Miguel Rep, el gran humorista gráfico argentino, le hace un altar de textos y dibujos a su paisano."
Qué suerte los sudamericanos saber que en esta tierra nació Quino, tremendo radar universal, ángel endemoniado, infante acurrucado en el lado salvaje de la Razón, Quino, ser único, irrepetible, malbec inagotable, syrah de putamadre, escenógrafo implacable de la comedia humana, aliado del perdedor, humanista primordial en un mundo siempre peorable, humorista poderoso en cuerpo frágil, Joaquín querido, Lavado inmortal, sin cuya existencia nuestra visión del mundo sería otra, pero pasó él, y ya nada se verá igual".

Todo esto dijo Miguel Rep, él solo, antes de que le hubiese pedido que escribiera él mismo un texto para complementar su homenaje gráfico a Quino, el que protagoniza estas páginas. Pero pidió que mejor le hiciera unas preguntas para tenerlas como pie y así poder decir estas cosas maravillosas que él, un maestro del humor gráfico argentino, piensa sobre Quino, un maestro del humor gráfico argentino que ayer cumplió 80 años. Una broma quinesca.

Rep, ¿hay un antes y un después de Quino en el universo del humor gráfico?
 
Definitivamente, hay un antes y un después en el humor gráfico a partir de la aparición de Quino, sobre todo con su trabajo con Mafalda. Y atención, no solo con Mafalda. Yo valoro más sus trabajos en las páginas de humor libre, donde el Maestro destila su mirada definitiva sobre el mundo, filosóficamente, técnicamente y autoralmente.

Pero vuelvo a Mafalda. Hasta la aparición de la tira de sus niños, el mundo de las historietas era unidimensional: los personajes eran de una solo conducta; el amarrete sería siempre amarrete, el vivillo, toda la vida vivillo, la gorda moriría con conductas de gorda.

Con Mafalda, empieza la era de personajes más diversos, sorprendentes, naturalmente calcados del naturalismo: somos multidimensionales. Mafalda y sus amigos tienen una conducta rápida de describir en un solo adjetivo, pero conforme van pasando las tiras nos encontramos con chicos de distintas reacciones ante las circunstancias a las que los someten. Se parecen a nosotros, lectores adultos, solamente que no terminamos nuestros episodios con los sublimes remates quinoscópicos.

Quino, por supuesto, se alimentó del existencialismo que imperaba a fines de los cincuenta, a cierto cine y literatura en prosa, y alguna historieta como Peanuts y autores como Feiffer y Sempé. Humanismo del mejor, inconformismo, rebeldía juvenil y beatle, y falta lo primordial: su puesta en escena.

El dibujante Quino es un puestista (en escena) del carajo, un director teatral, un cineasta renovador. Para entender su línea hay que saber sus antecedentes argentinos, paladar negro de la escuela mundial, nutrida de Copi, Oski, Divito, Medrano, Calé y Lino Palacio.

Quino nace en 1932 en Mendoza, una ciudad cordillerana de la Argentina, lindante a Chile. Para publicar tiene que viajar más de 1.000 km a Buenos Aires, ser rechazado, volver a su provincia, hasta lograr entrar en alguna publicación. A partir de allí, gracias a Mafalda, todo el panorama del humor gráfico argentino será presidido por él, hasta su colgadura de los pinceles, hace un lustro aproximadamente.

Su influencia se derramó en varias generaciones, y llega hasta hoy. Nadie como él ha dibujado con tanta elegancia y cariño sus viñetas, nadie como Quino ha sabido comprender a sus criaturas, los prepotentes, los potentes y los impotentes. El Maestro Joaquín Salvador Lavado, Joaquino, Quino, cumple 80 años. Parece mentira que alguien tan sin edad haya alcanzado tamaña edad. Cuestiones del calendario, eso tan unidimensional.

¿La universalidad de Quino está ligada principalmente a una época, a un público generacional, como los Stones, como los Beatles, o cree que resistirá más allá?
 
Quino ha creado un clásico, muy a su pesar, y se llama Mafalda. Si bien lo ha generado para lectores de su tiempo, su vigencia indica que estamos ante una obra de la envergadura, de lo mejor del boom latinoamericano de su tiempo. perdura, perdurará. Como Borges, como García Márquez, como los Beatles y Bach.

¿Quino cómo le influenció?
 
En mucho. En su amor por el dibujo, en su rebeldía, en su humanismo. Y encima es mi amigo. Y me gusta tomar el vino que me convida, porque sabe mucho sobre vinos.

¿Lo buscó? ¿Se le presentó y le dijo: 'me fascina su forma de pensar y de hacer'?
 
No recuerdo la vez que nos conocimos, pero lo admiraba como a nadie y un día empezamos a hablar. Milagros como esos se dan en la vida. luego me presentó mis libros, yo los de él, dibujé mucho sobre sus cosas, opiné mucho sobre su obra, estamos próximos aunque él viaje tanto, y yo a veces también.

¿Cómo le parece en persona?

 
Es un angelito. Camina a 10 centímetros del piso, es frágil. Y muy elegante. Habla poco. Es tímido. Y fóbico. Habla con un dejo mendocino, y se le mezcla España. No es para nada un porteño. Y no parece el argentino tipo que muchos convalidan. Es un distinto. Y es la persona más frontal y veraz que se pueda imaginar. No le conozco mentiras.

¿En Quino, los argentinos están genuinamente reflejados?

 
La clase media argentina, ilustrada, progresista, siente en Quino a su humorista, su autor.

¿Los argentinos quieren a Quino?

 
Los que lo leyeron, lo aman. Yo lo sigo leyendo.
Fuente: EL TIEMPO.COM

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