Domingo 03 de junio del 2012
Si no fuera por la
pensión de Luis Jiménez, dos de sus tres hijos, su nuera y tres de sus
cinco nietos no podrían subsistir. Desde hace dos años este octogenario
cubre el pago de los gastos del hogar con los 1.080 euros ($ 1.334,98)
que percibe cada mes. Seis bocas más que alimentar con el dinero de la
jubilación y los ahorros de toda la vida debido a la crisis.
La debacle económica española ha colocado a este anciano y a su familia en una situación de empobrecimiento a la que intentan, con dificultad, hacer frente. Su problemática es hoy moneda corriente: personas de entre 65 a 75 años de edad que se han visto abocadas a alojar nuevamente en sus domicilios a sus hijos en desempleo.
Uno de estos días, Luis Jiménez arrastra el carrito semivacío de la compra en el madrileño mercado de Mostenses. Luce algo avergonzado. Mira precios, los más bajos. Ni carne ni pollo. Demasiado caros. Es fin de mes y ya no hay presupuesto.
“Si antes las personas se gastaban entre 40 y 50 euros (algo más de $ 60), ahora no pasan de 10”, cuenta Enrique Benítez, propietario de una frutería desde hace doce años. Sus clientes, sobre todo inmigrantes, han emprendido la huida. Y eso no solo se nota en la recaudación al final del día, también en los productos que se venden. La naranjilla, por ejemplo, ha desaparecido de los estantes españoles. “Antes no tenían problema en pagar un euro por cada una; ahora ya ni preguntan”, relata.
La crisis española ha provocado una caída récord en ventas al por menor. Estas bajaron un 9,8% en abril pasado sobre una base ajustada por temporada. La caída fue más del doble del descenso del 3,8% registrado en marzo, reporta el Instituto Nacional de Estadística (INE).
La actual situación de España ha obligado a miles de españoles a variar sus hábitos de compra, que en el último año llegan a un 81%, con cambios que apuntan al ahorro en el ocio fuera de casa o en la compra de alimentos más baratos, señala un estudio presentado el mes pasado por la empresa de servicios de información e investigación de mercados Nielsen.
Los cambios incluyen comprar más pollo en lugar de pescado fresco y jamón serrano, más vegetales. Remendar la ropa o arreglar el calzado antes que comprarlos nuevos, indica el INE.
La crisis también toca duramente a los migrantes. “El mejor termómetro de la crisis en la población migrante son los parques”, comenta Miguel Ángel Méndez, propietario de un puesto de comida. Los desocupados agotan las horas en los espacios verdes.
El día de muchos comienza como el del latacungueño Oswaldo Piñaluisa, en los comedores sociales. Dejó de cobrar una prestación hace seis meses. Vive de la caridad. Alejandro Barrajón, exagente inmobiliario que antes tenía un sueldo de 2.800 euros ($ 3.461,74), recoge cuatro raciones de alimentos en el comedor María Inmaculada que gestionan las Hermanas de la Caridad.
Unas 600 personas acuden cada jornada al centro de la Obra Social Santa María Josefa. Las solicitudes de ayuda se acumulan. Las entidades no dan abasto. En España, las familias que disponen de unos ingresos inferiores a 628 euros ($ 780,51) están catalogadas por debajo del umbral de la pobreza. De los dos millones de personas a los que la Cruz Roja presta servicios sociales, ocho de cada diez se ubican debajo de ese índice.
En un andén del metro de Madrid, una mujer menuda, con los ojos enrojecidos, cuenta que lleva un año enviando currículos. Nadie la llama. Era comerciante, pero quebró. La desahuciaron hace poco más de un año. Pronuncia la palabra suicidio y su interlocutora solo atina a estrecharla en sus brazos. Ambas lloran. Es el retrato social de un país en quiebra.
“Si no tienes trabajo, no te quiere nadie”, repite Francisco Gómez con voz temblorosa, a la salida de una oficina de empleo. Lleva cuatro años en el paro. A César Franco lo despidieron hace un año, cuando el local de Telepizza, en el que laboraba, redujo la facturación a la mitad.
La prestación por desempleo no alcanza para pagar la hipoteca. Teme acabar en la calle, como muchos. Su vida, como la del resto de españoles, no es igual desde que la miseria empezó a extenderse por el país.
En Barcelona, Aquilino Ramos, empleado del Bar Restaurante Xavier, situado en la calle Numancia, cuenta que tiene trabajo, pero vive la crisis de un modo particular. Afirma que la actividad en el negocio ha caído en el 70%. “Antes el consumo de un cliente era de 6 o 7 euros, ahora es de 1,50 o 3”, dice, luego de explicar que mucha gente se limita a tomar un café.
Hace dos años en el Bar Xavier trabajaban cuatro personas, pero hoy la plantilla está compuesta por dos empleados.
Mientras tanto, en Acotex, la patronal del comercio textil, revela que 12.912 tiendas cerraron sus puertas desde el 2006. Y el asunto es que su previsión para final de año apunta a una caída de las ventas entre un -2% y un -5% con respecto al 2011.
La palabra crisis es la que más se escucha por estos días. Se puede elegir: crisis de liquidez, crisis de deuda, crisis bancaria, crisis económica, crisis de confianza, crisis inversora, crisis de empleo. España, la última ficha del dominó en caer víctima de la crisis europea de deuda, las tiene todas.
A medida de que los problemas crecen, el gobierno del presidente Mariano Rajoy, que apenas lleva cinco meses en el poder, parece agobiado por el panorama. La crisis que enfrenta Rajoy la heredó del anterior régimen dirigido por el populista José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011). La debacle económica, social y política empezó en el 2008, después del estallido de la burbuja inmobiliaria en el país que llevó al inicio de la crisis bancaria en el 2010.
A esto se sumó el creciente desempleo; el alto déficit público de los gobiernos autonómicos y municipales; la corrupción política en varios sectores; el descenso de la productividad y la competitividad; y la alta dependencia del petróleo.
Alarmados por la desesperada situación de sus bancos, los españoles están guardando dinero en el extranjero a ritmo acelerado. Más de $ 240.000 millones salieron del país desde julio del 2011. La fuga también incluye a los ricos, que temen hundirse con la crisis.
El efecto de las noticias de Bankia –nacionalizado el pasado 10 de mayo (octavo desde la crisis)– con 10 millones de clientes, sobre los frágiles mercados financieros, fue devastador. Su caída ha generado dudas sobre la capacidad de España para ayudar a sus bancos, que deben cubrir 180.000 millones de euros ($ 223.275 millones) en activos tóxicos, créditos e hipotecas en riesgo de no pagos vinculados al colapso de la construcción.
“Lo que ha gastado el gobierno español rescatando los bancos hasta la fecha es un 3% del PIB. Irlanda, por ejemplo, gastó el 33%”, dice Gayle Allard, economista del IE Business School, para quien sí está pasando algo, pero no es el “derrumbe” del sistema español.
Ante la crisis bancaria, la Bolsa española se ha resentido y ha sufrido un descenso de hasta el 0,01%, marcando otro mínimo anual, el cuarto consecutivo.
Fuente: EL UNIVERSO
Por Patricia Villarruel - Jaime Cevallos - AGENCIAS
La
crisis en este país ha afectado el
poder adquisitivo de sus
habitantes,
con niveles que
perjudican el volumen de la canasta
familiar. En sitios
como Málaga hay
grafitis que reflejan el problema
|
La debacle económica española ha colocado a este anciano y a su familia en una situación de empobrecimiento a la que intentan, con dificultad, hacer frente. Su problemática es hoy moneda corriente: personas de entre 65 a 75 años de edad que se han visto abocadas a alojar nuevamente en sus domicilios a sus hijos en desempleo.
Uno de estos días, Luis Jiménez arrastra el carrito semivacío de la compra en el madrileño mercado de Mostenses. Luce algo avergonzado. Mira precios, los más bajos. Ni carne ni pollo. Demasiado caros. Es fin de mes y ya no hay presupuesto.
“Si antes las personas se gastaban entre 40 y 50 euros (algo más de $ 60), ahora no pasan de 10”, cuenta Enrique Benítez, propietario de una frutería desde hace doce años. Sus clientes, sobre todo inmigrantes, han emprendido la huida. Y eso no solo se nota en la recaudación al final del día, también en los productos que se venden. La naranjilla, por ejemplo, ha desaparecido de los estantes españoles. “Antes no tenían problema en pagar un euro por cada una; ahora ya ni preguntan”, relata.
La crisis española ha provocado una caída récord en ventas al por menor. Estas bajaron un 9,8% en abril pasado sobre una base ajustada por temporada. La caída fue más del doble del descenso del 3,8% registrado en marzo, reporta el Instituto Nacional de Estadística (INE).
La actual situación de España ha obligado a miles de españoles a variar sus hábitos de compra, que en el último año llegan a un 81%, con cambios que apuntan al ahorro en el ocio fuera de casa o en la compra de alimentos más baratos, señala un estudio presentado el mes pasado por la empresa de servicios de información e investigación de mercados Nielsen.
Los cambios incluyen comprar más pollo en lugar de pescado fresco y jamón serrano, más vegetales. Remendar la ropa o arreglar el calzado antes que comprarlos nuevos, indica el INE.
La crisis también toca duramente a los migrantes. “El mejor termómetro de la crisis en la población migrante son los parques”, comenta Miguel Ángel Méndez, propietario de un puesto de comida. Los desocupados agotan las horas en los espacios verdes.
El día de muchos comienza como el del latacungueño Oswaldo Piñaluisa, en los comedores sociales. Dejó de cobrar una prestación hace seis meses. Vive de la caridad. Alejandro Barrajón, exagente inmobiliario que antes tenía un sueldo de 2.800 euros ($ 3.461,74), recoge cuatro raciones de alimentos en el comedor María Inmaculada que gestionan las Hermanas de la Caridad.
Unas 600 personas acuden cada jornada al centro de la Obra Social Santa María Josefa. Las solicitudes de ayuda se acumulan. Las entidades no dan abasto. En España, las familias que disponen de unos ingresos inferiores a 628 euros ($ 780,51) están catalogadas por debajo del umbral de la pobreza. De los dos millones de personas a los que la Cruz Roja presta servicios sociales, ocho de cada diez se ubican debajo de ese índice.
En un andén del metro de Madrid, una mujer menuda, con los ojos enrojecidos, cuenta que lleva un año enviando currículos. Nadie la llama. Era comerciante, pero quebró. La desahuciaron hace poco más de un año. Pronuncia la palabra suicidio y su interlocutora solo atina a estrecharla en sus brazos. Ambas lloran. Es el retrato social de un país en quiebra.
“Si no tienes trabajo, no te quiere nadie”, repite Francisco Gómez con voz temblorosa, a la salida de una oficina de empleo. Lleva cuatro años en el paro. A César Franco lo despidieron hace un año, cuando el local de Telepizza, en el que laboraba, redujo la facturación a la mitad.
La prestación por desempleo no alcanza para pagar la hipoteca. Teme acabar en la calle, como muchos. Su vida, como la del resto de españoles, no es igual desde que la miseria empezó a extenderse por el país.
En Barcelona, Aquilino Ramos, empleado del Bar Restaurante Xavier, situado en la calle Numancia, cuenta que tiene trabajo, pero vive la crisis de un modo particular. Afirma que la actividad en el negocio ha caído en el 70%. “Antes el consumo de un cliente era de 6 o 7 euros, ahora es de 1,50 o 3”, dice, luego de explicar que mucha gente se limita a tomar un café.
Hace dos años en el Bar Xavier trabajaban cuatro personas, pero hoy la plantilla está compuesta por dos empleados.
Mientras tanto, en Acotex, la patronal del comercio textil, revela que 12.912 tiendas cerraron sus puertas desde el 2006. Y el asunto es que su previsión para final de año apunta a una caída de las ventas entre un -2% y un -5% con respecto al 2011.
La palabra crisis es la que más se escucha por estos días. Se puede elegir: crisis de liquidez, crisis de deuda, crisis bancaria, crisis económica, crisis de confianza, crisis inversora, crisis de empleo. España, la última ficha del dominó en caer víctima de la crisis europea de deuda, las tiene todas.
A medida de que los problemas crecen, el gobierno del presidente Mariano Rajoy, que apenas lleva cinco meses en el poder, parece agobiado por el panorama. La crisis que enfrenta Rajoy la heredó del anterior régimen dirigido por el populista José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011). La debacle económica, social y política empezó en el 2008, después del estallido de la burbuja inmobiliaria en el país que llevó al inicio de la crisis bancaria en el 2010.
A esto se sumó el creciente desempleo; el alto déficit público de los gobiernos autonómicos y municipales; la corrupción política en varios sectores; el descenso de la productividad y la competitividad; y la alta dependencia del petróleo.
Alarmados por la desesperada situación de sus bancos, los españoles están guardando dinero en el extranjero a ritmo acelerado. Más de $ 240.000 millones salieron del país desde julio del 2011. La fuga también incluye a los ricos, que temen hundirse con la crisis.
El efecto de las noticias de Bankia –nacionalizado el pasado 10 de mayo (octavo desde la crisis)– con 10 millones de clientes, sobre los frágiles mercados financieros, fue devastador. Su caída ha generado dudas sobre la capacidad de España para ayudar a sus bancos, que deben cubrir 180.000 millones de euros ($ 223.275 millones) en activos tóxicos, créditos e hipotecas en riesgo de no pagos vinculados al colapso de la construcción.
“Lo que ha gastado el gobierno español rescatando los bancos hasta la fecha es un 3% del PIB. Irlanda, por ejemplo, gastó el 33%”, dice Gayle Allard, economista del IE Business School, para quien sí está pasando algo, pero no es el “derrumbe” del sistema español.
Ante la crisis bancaria, la Bolsa española se ha resentido y ha sufrido un descenso de hasta el 0,01%, marcando otro mínimo anual, el cuarto consecutivo.
Fuente: EL UNIVERSO
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