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jueves, 3 de mayo de 2012

El 'banco malo' genera disputas en el seno del Gobierno y del BdE

A. P. B.
8:10 - 2/05/2012

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El ministro de Economía, Luis
De Guindos. Imagen: Archivo
El Gobierno está decidido a impulsar la creación de un banco malo para segregar los activos inmobiliarios, principalmente suelo, de los balances de las entidades para recapitalizar el sector. Así consta en el Programa de Estabilidad aprobado por el Consejo de Ministros y remitido a Bruselas, en el que una de las medidas es el inicio de la desconsolidación inmobiliaria de la banca. Pero todavía no se ha encontrado la fórmula y existen grandes diferencias de criterio en el seno del Ejecutivo y del Banco de España, además de entre ambas instituciones.

Tras descartar en un primer momento la constitución de este instrumento por las discrepancias entre los miembros del Gobierno, éste se ha visto obligado a desempolvar este proyecto ante la incertidumbre generada en el mercado por la situación real del sistema financiero español, al considerar que la reforma impulsada por Economía se queda corta y no acota los problemas.

El Ejecutivo ha llegado al convencimiento de que es fundamental crear un banco malo, pero existe una brecha significativa en cómo se va a articular este instrumento. Las diferencias entre una parte más pragmática, encabezada por Luis de Guindos, y otra más política, liderada por Cristóbal Montoro, impiden su puesta en marcha a corto plazo, según indican a este periódico fuentes conocedoras del proceso. Se podría retrasar a otoño.

Mientras unos defienden la necesidad, sea como sea, de un saneamiento rápido y efectivo del sector, otros están más preocupados por la acogida en los mercados de una medida de estas características, por la posibilidad de que pueda costar dinero al Estado.

La postura de los solventes


Una de las diferencias, además del modelo a seguir -alemán, irlandés o sueco- radica en la voluntariedad u obligatoriedad para el sector. Hay distintas opiniones tanto el seno del Gobierno como del supervisor. Unos que defienden las posturas de los grandes grupos y de los medianos más solventes, que apuestan por un banco malo voluntario, porque consideran que no puede incluirse a todos en el mismo colectivo y que no todas las entidades cuentan con la misma situación de deterioro. Tanto el Santander como BBVA, Sabadell y Popular indicaron que este instrumento debe ser optativo y descartaron su constitución porque, a su juicio, no lo necesitan.

Otros miembros del Ejecutivo y del organismo supervisor, en cambio, consideran que para que la reforma sea creíble por los mercados y de calado se debe obligar a que todas y cada de las entidades creen sociedades inmobiliarias donde aparquen sus pisos y suelo. 

Además, se muestran partidarios de la imposición sin elección, debido a que, de los contrario, se estigmatizaría a aquellas que se acojan a esta herramienta para terminar de sanear sus balances con la cración de sus bancos malos.

Las diferencias de opinión también existen sobre la conveniencia de que estas sociedades estén respaldadas con ayudas públicas o avales, ya que ve inviable que el sector, a través del Fondo de Garantía de Depósitos (FGD), pueda soportar tal carga, teniendo en cuenta que tendrá que aportar los recursos que se concedan a CatalunyaCaixa, Banco de Valencia y, previsiblemente, Novagalicia, en los procesos de subasta iniciados.

Distintos informes, sobre todo el del Fondo Monetario Internacional, advertían del peligro de que sean las entidades solventes las que sufraguen el coste de todo el saneamiento del sistema. Se calcula que éste alcanzará entre los 100.000 y los 150.000 millones, al margen de los 54.000 millones que exige la reforma financiera impulsada hace dos meses por Economía. De Guindos ha descartado en reiteradas ocasiones que no habrá ningún tipo de ayuda pública a la banca.

Goldman Sachs indicó la semana pasada que el sector tenía que hacer frente a unas provisiones adicionales para cubrir riesgos por importe de 58.000 millones. También cifró entre 21.000 millones y 37.000 millones la factura de poner en marcha un banco malo.

La iniciativa del Gobierno de crear un banco malo se produce en vísperas de la salida del gobernador, Miguel Ángel Fernández Ordóñez. Su mandato vence en julio, hecho que retrasará cualquier tipo de medida, según otras fuentes del sector. Será su sucesor quién tenga que impulsar la fórmula elegida para la separación de los activos inmobiliarios y quién tendrá que convencer al Ejecutivo de las ventajas de un modelo frente a otros.

El supervisor ya trabaja con varias consultoras y firmas especializadas, que están asesorando sobre las distintas alternativas. Una vez que el Banco de España encuentre la fórmula sobre estas sociedades inmobiliarias, éste tendrá que convencer al Gobierno de su implantación.

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