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domingo, 22 de abril de 2012

Francia vota en medio de la incertidumbre económica

Hace 1 h 34 min
 
Los trabajadres del acero están 
acampando frente a la planta de 
Florange.
La economía será clave a la hora de decidir quién debe tomar las riendas de Francia durante los próximos años.

Y poco lo ilustra tan claramente como lo que ha estado ocurriendo en la localidad de Florange en vísperas de que los franceses llegaran a las urnas este domingo.

El pueblo está ubicado en el noreste, en el corazón de la región fuertemente industrializada de Lorraine. Durante muchas generaciones, esta parte de Francia ha estado asociada a la industria del acero y Florange no es la excepción.

El lugar está dominado por un gigantesco complejo operado por el gigante del acero, Arcelor Mittal.

Aunque rentable, el futuro de la planta está en duda últimamente, debido a la baja en la demanda de acero provocada por los problemas económicos en Europa.

Su personal teme que la fábrica sufra la misma suerte que otra de la misma empresa que cerró sus puertas en 2009 en la vecina Gandrange.

A comienzos de año un grupo de sus trabajadores viajó a París con la intención de hablar con el actual presidente y candidato Nicolas Sarkozy, pero cuando se dirigían su residencia fueron recibidos por la policía con gases lacrimógenos.

Posteriormente, un grupo de activistas del sindicato lo intentó de nuevo esta vez a pie y con la Torre Eiffel, un símbolo del orgullo francés forjado con el acero de Lorraine, como destino.

El ardid publicitario funcionó, atrayendo la admiración del público y más atención nacional. Ahora los trabajadores acampan frente a la planta de Florange.

Inspirado en Asterix
 
La llaman la "villa gala" en honor al héroe de las historietas francesas Asterix el Galo.

Usando pelucas y bigotes, dicen que son los heroicos galos enfrentándose a los opresivos romanos de la gerencia de Arcelos Mittal.

Sin embargo, su mensaje no sólo está dirigido a la compañía de acero. Su atención se ha volcado a las carrera presidencial.

"Primero queremos salir de Nicolas Sarkozy", dijo un trabajador. "Luego necesitamos una nueva política industrial".

"Si Francois Hollande intenta seguir las mismas políticas, los mismo métodos, entonces enfrentaremos una catástrofe social, ua gran colapso de nuestra industria".
La planta da trabajo a 2.700 personas en una región en declive y de alto desempleo. Arcelor Mittal, mientras tanto, insiste que no la cerrará y dice que invvertirás US$22 millones en sus instalaciones.

Sin embargo, ya no se trata de una disputa regional. Para muchos simboliza los males profundos del sistema francés.

"Declive"
 
Los trabajadores han utilizado al 
personaje de historietas Asterix 
como inspiración
Francia tiene una larga tradición de dar apoyar a la industria y fomentar el bienestar de los trabajadores. Sus sindicatos son poderosos y las consideraciones comerciales suelen pasar a un segundo plano por detrás de la protección del sustento de la gente.

"Para los trabajadores, estamos preocupados porque la fábrica - nuestra fábrica - puede ser destruida por una decisión financiera", señaló Frederic Weber del sindicato CFDT.

"Para los trabajadores es muy difícil de entender".

Sin embargo, esas tradiciones están en peligro ya que Francia enfrenta una economía estancada con un desempleo de casi el 10% mientras que el gobierno, falto de liquidez, se esfuerza en controlar el enorme déficit fiscal.

Cada vez hay más llamados para reducir las regulaciones con el fin de facilitar la operatividad de los negocios y reducir la carga de gastos sociales. Según ese argumento, de lo contrario las grandes compañías se terminarán trasladando a países con menores costos.

"Creo que Francia está realmente decayendo en un nivel económico y social", sostiene Nicolas Baverez, economista y comentarista de la revista Le Point.

"Hay un verdadero riesgo de que para 2020 Francia ya no esté incluida en la lista de 10 economías más poderosas a nivel global, a menos de que se introduzcan grandes reformas".

Sin embargo otros no están de acuerdo.

Louis Schwitzer es el presidente del gigante farmacéutico AstraZeneca. Aunque de acuerdo con la necesidad de un cambio, él piensa que el modelo francés puede sobrevivir si consigue ser más adaptable.

"Claramente no vamos a reducir nuestros salarios al nivel chino o rumano", dice.

"Sin embargo, Alemania y Escandinavia tiene altos salarios, similares a los franceses. Así que uno puede ser competitivo en la economía global con un alto nivel de vida".

"Desafío"
 
Ciertamente la posibilidad de reformas profundas es algo que incómoda en Francia. Muchos comentaristas creen que la popularidad del izquierdista Jean-Luc Melenchon se debe en gran parte a los temores de que puestos de empleos se pierdan ante las fuerzas del mercado.

Sin embargo, entre los pequeños empresarios del país, hay un perceptible deseo de ver reformas.

Las compañías con menos de 500 empleados representan aproximadamente el 60% de todos los trabajos de Francia. Sin embargo, muchos empresarios se quejan de que les cuesta desarrollar sus negocios por los altos costos y el papeleo.

Entre ellos se incluye Sebastian Richard, quien maneja una granja en las montañas Vosges, por encima de Estrasburgo.

La región es un paraíso turístico.

Es una bella zona donde bonitas casas brillantemente pintadas y chalets se encuentran enclavados en los frondosos valles de bosques rodeados a cada lado por colinas.

Los visitantes de la región son importantes para Richard quien les vende leche y queso en su tienda y en los restaurantes locales.

Sin embargo, su frustración es evidente.

"El mayor reto es ganar dinero", dice.

"Cuando uno comienza, puede hacerlo pero al año siguiente tienes que pagar muchos impuestos. Si uno entonces quiere emplear a alguien, es realmente duro porque hay tantas reglas y regulaciones".

"Es verdaderamente difícil desarrollar tu negocio".

So voz quizás no sea tan audible como la de los manifestantes de Florange, pero al reunirlos los pequeños empresarios de la nación representan un poderoso lobby.

A medida que las tensiones económicas en Francia crecen las voces a favor y en contra de la reforma probablemente se harán sentir más fuerte.

La manera como el próximo ocupante del Palacio del Elíseo busque equilibrar esas presiones y la expectativa por ver si puede retener la confianza de los trabajadores facilitando, al mismo tiempo, las cosas para los negocios podría definir la próxima presidencia.

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