Balance 2011. Nuevo mapa financiero
Las fusiones se extienden desde las cajas a los bancos y prometen reducir el mapa financiero español a un puñado de grandes entidades.
Las quinielas sobre qué presas caerán en manos de los grandes bancos echan humo
Miguel M. Mendieta - 31/12/2011 - 07:00
El darwinismo ha llegado a la banca española. Las entidades financieras más solventes devoran a las más débiles. El proceso no es nuevo, pero ha ganado inercia y amplitud en 2011. Lo que comenzó con la intervención de CCM y su posterior adjudicación a Cajastur (caja buena absorbe rival en apuros), y pasó por una etapa de fusiones de terciopelo entre cajas, ha derivado en los últimos meses en la ley de la jungla. Una tendencia que continuará en 2012.
Nuevos bancos y cajas intervenidas (Banco de Valencia y CAM), otras nacionalizadas y en proceso de ser vendidas (Unnim, Catalunya Caixa y Novacaixagalicia), bancos fuertes que absorben otros más débiles (Banco Popular incorporando a su perímetro Banco Pastor), cajas que caen en manos de bancos (como es el caso de Sabadell con CAM)... y los tres grandes depredadores (Santander, BBVA y CaixaBank) agazapados a la espera de que se ponga a tiro una pieza de caza mayor.
La persistencia de la crisis económica, junto con las aciagas perspectivas para los próximos años, está provocando un proceso de selección natural entre las entidades financieras. El difícil entorno de negocio ha complicado mucho la supervivencia y ahora todo vale para subsistir. Una de las vías de adaptación dentro del ámbito de las cajas de ahorros y las cooperativas de crédito ha sido la colaboración entre entidades de la misma especie. Así, las 45 cajas de ahorros que existían antes de comenzar las turbulencias financieras se han quedado tan solo en 14 grupos. Esta concentración ha hecho que el tamaño medio de las cajas se haya triplicado, al pasar de 25.000 millones de euros de activos a superar los 75.000 millones. En la especie de las rurales, el número ha pasado de 85 a 50.
Otro rasgo característico del darwinismo imperante en la banca española ha sido la necesidad de evolucionar para evitar la extinción. El mejor ejemplo es, nuevamente, las cajas. La inmensa mayoría ha tenido que empezar a operar a través de un banco y, dentro de esta nueva especie, han surgido varias familias.
Por una parte, las cajas que han empezado a cotizar en Bolsa en 2011 para ganar fortaleza: CaixaBank, Bankia y Banca Cívica. Por otro lado, aquellas que han tenido que recurrir a capital público para sobrevivir (Unnim, Catalunya Caixa y Novacaixagalicia). Además, una nueva clase media que ha crecido vía alianzas y no descarta nuevas fusiones ni captar dinero con ampliaciones de capital (Liberbank, Grupo BMN, Kutxa Bank, Unicaja con Caja España-Duero...).
Incluso han sobrevivido dos pequeñas cajas que mantienen las características primigenias (Caixa Ontinyent y Colonya-Caixa Pollença), a modo de especie en peligro de extinción o eslabón perdido. ¿La clave para su supervivencia? Se mantuvieron en su territorio natural y tienen un tamaño insignificante para los depredadores.
Aunque podría parecer que el modelo de negocio de las cajas ha sido el gran perdedor de la crisis financiera en España, el veredicto no está tan claro. De hecho, CaixaBank, aun siendo la entidad bancaria con mayor presencia en todo el territorio nacional (por delante de Santander y BBVA), ha logrado mantener su estatus, e incluso atrapar en sus redes a un banco (Bankpime).
El conjunto de los bancos había capeado la crisis mejor que las cajas hasta 2011 pero, con el fuerte incremento de los requerimientos de capital, empezaron a verse obligados a mover ficha. El ejercicio comenzó con la puesta en marcha de la integración de Banco Guipuzcoano en Sabadell. Unos meses después se hizo pública la operación de Bankpime y, en octubre, se produjo la primera absorción de calado: Banco Popular, el tercero del sector, se hacía con Pastor.
La capacidad de estas entidades de obtener fondos por medio de ampliaciones de capital resultó clave para su mejor comportamiento respecto a las cajas. Sin embargo, la persistente sequía de la financiación interbancaria, el imparable aumento de las tasas de morosidad y la atonía del negocio bancario tradicional han debilitado a algunas entidades, obligadas a hincar la rodilla. Este es el caso de Banco de Valencia, controlado por Bancaja, que fue intervenido en noviembre por el Banco de España. Era el primer banco rescatado en ocho años.
El tamaño también ha sido un factor importante para garantizar la supervivencia de las entidades, pero no el factor determinante. Buena prueba de ello fue la intervención y posterior subasta de Caja Mediterráneo (CAM) que, con 71.000 millones de euros de activos, era la tercera caja de ahorros española, lo que no le evitó su desplome y posterior adquisición por Banco Sabadell. Para otras cajas, como Bankia, producto de la fusión de Caja Madrid, Bancaja y otras siete entidades, el tamaño sí ha sido un elemento clave para ganar credibilidad de cara a los mercados y obtener jugosas sinergias por la fusión.
Mientras los peces pequeños y medianos se comían entre sí, los dos gigantes de la banca española (Santander y BBVA) han observado el espectáculo, con una mezcla de indiferencia y complacencia. Tan solo en el caso de Caja Mediterráneo han llegado a desplazar equipos de trabajo para analizar la posibilidad de participar en la subasta para absorber la entidad. A medida que ha ido avanzando la crisis, la división española de ambos grupos ha perdido influencia, en beneficio de las filiales en América Latina, Estados Unidos y Reino Unido. Sin embargo, todos los analistas consideran que será ahora cuando los grandes depredadores entren en juego. El nuevo presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ya apuntó en su discurso de investidura que las fusiones seguirían siendo la principal vía para la reconversión del sector financiero.
Las quinielas sobre quiénes serán presas de los grandes echan humo. De acuerdo con fuentes del sector, ambas entidades estarían interesadas en adquirir Catalunya Caixa (producto de la fusión de tres cajas de ahorros catalanas). La entidad, controlada actualmente por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), tiene un tamaño suficientemente apetecible para ser absorbida uno de los grandes (76.000 millones en activos). Además, es una de las que más ha avanzado en el proceso de ajuste de costes. Aunque cualquier fusión tendrá para los compradores la referencia obligada del generoso blindaje ofrecido a Sabadell en la adjudicación de CAM.
Otro de los grandes jugadores del que se espera que participe en una operación de calado es CaixaBank. Descartado su interés por Catalunya Caixa, por el evidente solapamiento en oficinas, las especulaciones sitúan en la órbita de la entidad catalana desde Banca Cívica, hasta su principal rival: Bankia. El futuro que correrá la entidad presidida por Rodrigo Rato es, tal vez, la mayor incógnita. Mientras algunos piensan que es lo suficientemente grande para sobrevivir en solitario, otros consideran que acabará sucumbiendo.
Nuevos bancos y cajas intervenidas (Banco de Valencia y CAM), otras nacionalizadas y en proceso de ser vendidas (Unnim, Catalunya Caixa y Novacaixagalicia), bancos fuertes que absorben otros más débiles (Banco Popular incorporando a su perímetro Banco Pastor), cajas que caen en manos de bancos (como es el caso de Sabadell con CAM)... y los tres grandes depredadores (Santander, BBVA y CaixaBank) agazapados a la espera de que se ponga a tiro una pieza de caza mayor.
La persistencia de la crisis económica, junto con las aciagas perspectivas para los próximos años, está provocando un proceso de selección natural entre las entidades financieras. El difícil entorno de negocio ha complicado mucho la supervivencia y ahora todo vale para subsistir. Una de las vías de adaptación dentro del ámbito de las cajas de ahorros y las cooperativas de crédito ha sido la colaboración entre entidades de la misma especie. Así, las 45 cajas de ahorros que existían antes de comenzar las turbulencias financieras se han quedado tan solo en 14 grupos. Esta concentración ha hecho que el tamaño medio de las cajas se haya triplicado, al pasar de 25.000 millones de euros de activos a superar los 75.000 millones. En la especie de las rurales, el número ha pasado de 85 a 50.
Otro rasgo característico del darwinismo imperante en la banca española ha sido la necesidad de evolucionar para evitar la extinción. El mejor ejemplo es, nuevamente, las cajas. La inmensa mayoría ha tenido que empezar a operar a través de un banco y, dentro de esta nueva especie, han surgido varias familias.
Por una parte, las cajas que han empezado a cotizar en Bolsa en 2011 para ganar fortaleza: CaixaBank, Bankia y Banca Cívica. Por otro lado, aquellas que han tenido que recurrir a capital público para sobrevivir (Unnim, Catalunya Caixa y Novacaixagalicia). Además, una nueva clase media que ha crecido vía alianzas y no descarta nuevas fusiones ni captar dinero con ampliaciones de capital (Liberbank, Grupo BMN, Kutxa Bank, Unicaja con Caja España-Duero...).
Incluso han sobrevivido dos pequeñas cajas que mantienen las características primigenias (Caixa Ontinyent y Colonya-Caixa Pollença), a modo de especie en peligro de extinción o eslabón perdido. ¿La clave para su supervivencia? Se mantuvieron en su territorio natural y tienen un tamaño insignificante para los depredadores.
Aunque podría parecer que el modelo de negocio de las cajas ha sido el gran perdedor de la crisis financiera en España, el veredicto no está tan claro. De hecho, CaixaBank, aun siendo la entidad bancaria con mayor presencia en todo el territorio nacional (por delante de Santander y BBVA), ha logrado mantener su estatus, e incluso atrapar en sus redes a un banco (Bankpime).
El conjunto de los bancos había capeado la crisis mejor que las cajas hasta 2011 pero, con el fuerte incremento de los requerimientos de capital, empezaron a verse obligados a mover ficha. El ejercicio comenzó con la puesta en marcha de la integración de Banco Guipuzcoano en Sabadell. Unos meses después se hizo pública la operación de Bankpime y, en octubre, se produjo la primera absorción de calado: Banco Popular, el tercero del sector, se hacía con Pastor.
La capacidad de estas entidades de obtener fondos por medio de ampliaciones de capital resultó clave para su mejor comportamiento respecto a las cajas. Sin embargo, la persistente sequía de la financiación interbancaria, el imparable aumento de las tasas de morosidad y la atonía del negocio bancario tradicional han debilitado a algunas entidades, obligadas a hincar la rodilla. Este es el caso de Banco de Valencia, controlado por Bancaja, que fue intervenido en noviembre por el Banco de España. Era el primer banco rescatado en ocho años.
El tamaño también ha sido un factor importante para garantizar la supervivencia de las entidades, pero no el factor determinante. Buena prueba de ello fue la intervención y posterior subasta de Caja Mediterráneo (CAM) que, con 71.000 millones de euros de activos, era la tercera caja de ahorros española, lo que no le evitó su desplome y posterior adquisición por Banco Sabadell. Para otras cajas, como Bankia, producto de la fusión de Caja Madrid, Bancaja y otras siete entidades, el tamaño sí ha sido un elemento clave para ganar credibilidad de cara a los mercados y obtener jugosas sinergias por la fusión.
A la espera de los grandes
Mientras los peces pequeños y medianos se comían entre sí, los dos gigantes de la banca española (Santander y BBVA) han observado el espectáculo, con una mezcla de indiferencia y complacencia. Tan solo en el caso de Caja Mediterráneo han llegado a desplazar equipos de trabajo para analizar la posibilidad de participar en la subasta para absorber la entidad. A medida que ha ido avanzando la crisis, la división española de ambos grupos ha perdido influencia, en beneficio de las filiales en América Latina, Estados Unidos y Reino Unido. Sin embargo, todos los analistas consideran que será ahora cuando los grandes depredadores entren en juego. El nuevo presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ya apuntó en su discurso de investidura que las fusiones seguirían siendo la principal vía para la reconversión del sector financiero.
Las quinielas sobre quiénes serán presas de los grandes echan humo. De acuerdo con fuentes del sector, ambas entidades estarían interesadas en adquirir Catalunya Caixa (producto de la fusión de tres cajas de ahorros catalanas). La entidad, controlada actualmente por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), tiene un tamaño suficientemente apetecible para ser absorbida uno de los grandes (76.000 millones en activos). Además, es una de las que más ha avanzado en el proceso de ajuste de costes. Aunque cualquier fusión tendrá para los compradores la referencia obligada del generoso blindaje ofrecido a Sabadell en la adjudicación de CAM.
Otro de los grandes jugadores del que se espera que participe en una operación de calado es CaixaBank. Descartado su interés por Catalunya Caixa, por el evidente solapamiento en oficinas, las especulaciones sitúan en la órbita de la entidad catalana desde Banca Cívica, hasta su principal rival: Bankia. El futuro que correrá la entidad presidida por Rodrigo Rato es, tal vez, la mayor incógnita. Mientras algunos piensan que es lo suficientemente grande para sobrevivir en solitario, otros consideran que acabará sucumbiendo.
Dudas en torno al papel del Banco de España
El papel que jugará el Banco de España en la nueva ronda de fusiones del sector bancario español también es una incógnita. Hasta la fecha, la institución encabezada por Miguel Ángel Fernández Ordóñez, junto con el Gobierno y el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (controlado por el supervisor y el Ejecutivo) han ido tutelando la reorganización del sector. Con intervenciones, con exigencias sorpresivas de más capital, con cambios en las exigencias de provisiones ligadas al ladrillo.
Durante la mayor parte de la legislatura, el Partido Popular apoyó las iniciativas ligadas al sector financiero pero, en los últimos meses, Mariano Rajoy se volvió más crítico con la acción de gobierno en este ámbito y, en su discurso de investidura, atacó directamente a la actuación del Banco de España al asegurar que ha estado marcada por "indecisiones y bloqueos". Para mejorar la supervisión, Rajoy va a tratar de que esta se "agilice y tecnifique".
Tras las críticas, el gobernador queda en la picota. Aunque el mandato de Ordóñez termina en junio, este ya ha aclarado que no abandonará el cargo con antelación.
70 entidades financieras han desaparecido o se han vaciado de contenido en los últimos cuatro ejercicios.
Fuente: Cinco Días.com
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