Una vida en lucha
por CARMEN SERNA
La hija de José Luis Sampedro coge el teléfono muy afectada. La muerte de Jorge Semprún le duele a su padre, pero también a ella, porque «cuando muere uno de ellos, quedan menos para contar lo que pasó». Para relatar el horror de quienes vivieron la represión dentro y fuera de España. Jorge Semprún era uno de esos, «uno de ellos». Nació en una casa de la alta sociedad madrileña, desde donde podía haber sido lo que hubiera querido en la España del 10 de dicembre de 1923. Por sus venas corría sangre del ex presidente español Antonio Maura, su bisabuelo, y por su cabeza, las ideas republicanas de su padre, el intelectual José María Semprún.
Optó por su cabeza e hizo lo que quiso. A él también le pilló la guerra, pero fuera de España, estaba en La Haya porque su padre era embajador de la República allí y la familia entera se trasladó a París, un destierro que convirtió a la 'Ciudad de la Luz' en su otra piel. Allí aprendió todas las caras posibles de la palabra «libertad» (estudiando Filosofía en la Universidad de La Sorborna) y allí puso en práctica la lucha que significaba llegar a ese estado, combatiendo con la Resistencia francesa la ocupación de nazi. «Todavía hoy, si quedo a comer con unos amigos en un restaurante, llego antes y observo el entorno para comprobar que nadie me sigue (...), y claro, me muero de risa, pero son reflejos de esos años de vida clandestina», reconocía el propio Semprún en una de sus últimas entrevistas.
Le siguió pillando la guerra y en 1943 fue detenido, torturado por la Gestapo y deportado al campo de concentración alemán de Buchenwald. Un horror que se clavó no sólo en su vida sino también en su obra literaria y política.
Volvió a Francia tras su liberación como un héroe y empezó a trabajar para la Unesco. Pero la cabeza de Semprún se había convertido ya en su corazón y empezaba a conquistar su sangre... y Francia era poco para liberar. Así, en 1952, se cambio el nombre, por el de Federico Sánchez, cogió su pasaporte español, ése que no perdió nunca para no perder nunca su sentido, y comenzó su actividad en el Partido Comunista de España, al que se había afiliado diez años antes, llegando a formar parte del Comité Central en 1954 y del Comité Ejecutivo en 1956.
Su exquisita educación francesa, ese «charme» especial que tenía, mezclado con su fervor ideológico convertían a Samprún en una arma de captación y organización clave para la lucha contra el franquismo, en unos años de clandestinidad peligrosa. Diez años de trabajo al servicio del partido, que acabó expulsándolo en 1964, junto con Fernando Claudían por divergencias con la línea oficial.
Federico Sánchez había muerto. Pero Jorge Semprún quería seguir viviendo y seguir viviendo por y para sus ideas aunque ahora tuviera que cambiar la reuniones secretas por una máquina de escribir y cientos de folios en blanco. Consiguó en 1966 que el Gobierno de Franco le expidieran un pasaporte español con su nombre oficial y se centró en su carrera literaria, la mayoría escrita en francés. «Cuando fui expulsado del PCE, se vino abajo un proyecto de vida que había empezado en mi adolescencia y me había explicado siempre. La expulsión me produjo un sufrimiento moral insoportable para el que no había compensación posible (...) Tuve que reconstruir mi vida entera (...) Ese dejar de ser, ese no ser, provocó en mí un efecto mayor que la tortura física de la Gestapo», llegó a vaciarse al final de sus años.
En 1963, veía la luz su primera libro, 'El largo viaje', donde contaba sus años de clandestinidad. Literatura de catarsis que continuó 'Autobiografía de Federico Sánchez', en 1977 y en castellano; o 'Viviré con su nombre, morirá con el mío', en francés y publicada en 2001, donde se centra en sus años recluido en el campo de concentración.
España todavía tenía que llamar a sus puertas una vez más. Era el año 1988 y el entonces presidente del Gobierno español, Felipe González, le pidió que volviera a su país, que volviera a pelear por lo que tanto le había dolido. Sólo tenía que decir «sí» y tener el pasaporte español en vigencia. Semprún nunca lo había perdido, España nunca había dejado de ser su patria y durante tres años se convirtió en el ministro de Cultural del Ejecutivo socialista.
Pero en la España de aquella época, las trincheras se habían pasado al interior de los partidos y su política cultural estuvo marcada por un enfrentamiento constante con Alfonso Guerra, entonces vicepresidente del Gobierno, que le obligó al abandono definitivo de ese proyecto de vida de adolescente y para recuperar la literatura como terapia: 'Federico Sánchez se despide de ustedes', escrito en frances, narró todas estas experiencias en el Gobierno de González.
Más de 40 años de producción literaria le dieron tiempo para ser también guionista cinematrográfico en 15 películas, entre ellas clásicos del cine francés como 'Z', de Costa-Gavras y' Stavisky', de Alain Resnais; escribir artículos periodísticos, conferencias y hasta participar del europeísmo francés de la mano de Villepin, en 'El hombre europeo'.
La noche del 7 de junio, en París, rodeado de sus hijos, fruto de dos matrimonios felices, (Jaime, Dominique, Ricrado, Pilar, Juan y Pablo) y de sus sobrinos, Jorge Semprún se rendía ante su guerra más importante, cansado quizá de tener que vivir luchando.
Fuente: El Mundo
Fotos: Gatxu y Santi Cogolludo
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