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Judíos ultra ortodoxos pasan junto a un retrato del líder de los judíos
serardíes de Israel, el rabino Ovadia Yosef, durante su funeral en
Jerusalén el 13 de octubre del 2013. El gobierno conservador de España
ha decidido darle la ciudadanía a todos los descendientes de los judíos
que fueron expulsados de España en 1942.
Sebastian Scheiner, File / AP Photo
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By Por JORGE SAINZ
Associated Press
MADRID --
A Silka Erez le habían dicho que era una tierra maldita. Pero
cuando viajó a España por primera vez sintió el cosquilleo de quien
vuelve a casa después mucho tiempo.
Por fin, las canciones de cuna
que cantaba su abuela tenían sentido. Eran las mismas canciones que a
la abuela le enseñó su bisabuela y antes, su tatarabuela. Una tradición
familiar oral que sobrevivió de generación en generación durante más de
500 años.
Erez no nació en España, sino en Israel. Pero el origen
de su familia materna es sefardí. Son descendientes de los judíos que
fueron perseguidos, quemados en la hoguera y finalmente expulsados de
España hace cinco siglos.
Y que hoy, muchas vidas después, pueden regresar a casa.
"Si
uno tiene dos corazones, yo lo tengo partido", dijo Erez. "He nacido en
Israel, pero siento mucho a España. He sentido esta tierra caminando
sobre ella".
España ya tenía vías para facilitar la ciudadanía a
los sefardíes. El proceso exige papeleo que acredite su origen. Pero la
gran novedad del proyecto anunciado por el gobierno hace unos días es
que los beneficiados tendrán la nacionalidad automáticamente y no
deberán renunciar a su otro pasaporte sea cual sea su actual país de
origen. Hasta ahora, la legislación española reservaba la doble
nacionalidad a ciudadanos latinoamericanos y de otras excolonias como
Filipinas.
Preguntado si la ley era una manera de pedir perdón, el
ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, respondió claramente:
"Sin duda ninguna".
"La ley lo que viene a hacer con cinco siglos
de distancia es reparar un terrible error histórico, uno de los graves
que hemos cometido los españoles", dijo en una entrevista a The
Associated Press. "Igual que el hijo de un ciudadano español tiene
derecho desde el momento de su nacimiento a tener la nacionalidad
española, lo que hace la ley es darle a los judíos sefardíes ese
derecho, porque los considera hijos de España", añadió.
La medida
ha despertado un enorme interés. En Israel, donde residen actualmente la
mayor parte de los sefardíes, centenares de llamadas y correos
electrónicos demandando información han inundado la embajada española en
apenas unos días. Malcolm Hoenlein, uno de los máximos dirigentes de
las comunidades judías de Estados Unidos, celebró la decisión del
gobierno.
"Lo que España está diciendo al mundo es que no se puede
cambiar la historia, pero sí se puede tener este gesto", dijo Hoenlein,
quien se encuentra de visita en Madrid.
Sergio Della Pergola,
demógrafo de la Universidad Hebrea de Jerusalén, dijo que hasta 2,5
millones de personas en Israel podrían tener raíces sefardíes. Pero las
migraciones y la mezcla entre grupos dificultan la fiabilidad del dato.
Algunas estimaciones sostienen que entre un tercio y un quinto de los 13
millones de judíos del mundo descienden de la rama sefardí. Otra cosa
muy diferente es que cuenten con elementos de prueba para documentarlo.
Nadie en España se atreve a dar un número. Han pasado 522 años.
En
pleno apogeo de la Inquisición, el Decreto de la Alhambra o Edicto de
Granada, promulgado por los Reyes Católicos Isabel y Fernando, forzó la
expulsión de todos los judíos que no se convirtieran al catolicismo. La
palabra sefardí proviene del hebreo y significa literalmente "español.
Son descendientes de aquellas centenares de miles de familias que
dejaron España en 1492, el mismo año en que se inició la conquista de
América.
"En 1492 se lanzan dos flechas de expansión del español:
una hacia Occidente, hacia América. Y otra hacia Oriente con los
sefardíes", explicó Elena Romero, profesora de Estudios Sefardíes del
Centro Superior de Investigaciones Científicas de España, que ha
publicado 21 libros y decenas de artículos sobre el legado de esta
comunidad.
Después de España, los sefardíes se establecieron en la
actual Grecia, Turquía, los Balcanes, el norte de Africa y algunas
ciudades de Europa. Con el tiempo también llegaron a Latinoamérica.
Durante siglos, conservaron determinadas costumbres gastronómicas, una
extensa tradición oral de romances populares españoles y el idioma
judeo-español o ladino, un castellano antiguo evolucionado con el que
todavía hoy se pueden comunicar perfectamente con cualquier
hispanohablante del mundo.
Erez, de 65 años, tiene libros de
relatos populares en ladino, canciones, expresiones populares y, sobre
todo, el recuerdo de su abuela, que la llamaba cariñosamente "luz del
día".
"Cuando llegué aquí, todas las personas mayores me
recordaban a mi abuela: los mismos gestos, el mismo peinado", recordó.
"Lo único que me decían es que hablaba un español raro".
Según
Romero, las tradiciones no se mantuvieron por apego sentimental a
España, que les había echado, sino porque era su cultura. Las sucesivas
migraciones, mestizajes y el drama del Holocausto diluyeron esa
identidad.
"Hay muchos tópicos exagerados sobre los sefardíes,
como por ejemplo que guardaban las llaves de sus casas en España de
generación en generación", dijo Romero. "La verdad es que en estos
momentos encontrar un 'sefardófono' activo con menos de 50 años, es muy
complicado".
Para Shmuel Refael, de la Universidad Bar Ilan en
Israel, solo entre 250.000 y 300.000 personas tienen un conocimiento
fluido de ladino.
Todos estos elementos de vinculación con España serán importantes.
Las
personas que soliciten la nacionalidad deberán acreditar su origen
sefardí. Esa condición podrá ser certificada por la autoridad rabínica
competente en cualquier país y la Federación de Comunidades Judías de
España. La letra pequeña del proceso no se conocerá hasta la
ratificación de la ley en el Parlamento, donde el gobernante Partido
Popular dispone de mayoría absoluta.
Ruiz-Gallardón precisó que
cuantas más pruebas documentales se aporten más rápido será el
procedimiento. Los certificados deberán incluir información sobre el
nacimiento, los apellidos o el conocimiento de la lengua judeo-española.
Pero en cualquier caso, según el ministro, la palabra tanto de la
autoridad rabínica como de la federación acreditando ese origen será
suficiente.
No se espera un aluvión de solicitudes, según los
expertos. Y menos en un contexto de fuerte crisis económica y desempleo.
Algunas tendrán razones históricas. Otras mirarán la simple practicidad
de poseer un pasaporte de la Unión Europea. Cuando en 2012, el gobierno
abrió un proceso similar, en el que el sefardí estaba obligado a
renunciar a su anterior nacionalidad, se tramitaron 3.000 expedientes.
Una
de esas solicitudes pendientes de resolución es la de Erez, quien
aportó un certificado de la sinagoga de Madrid y asegura estar feliz de
poder conservar su pasaporte israelí con la nueva ley. Ella reside en
España. Al igual que su hija, su yerno y dos de sus nietos.
Otros
países en Europa también han aprobado medidas similares. Alemania, por
ejemplo, ofrece la ciudadanía a los descendientes de judíos forzados a
huir de los nazis.
La primera vez que España impulsó una ley para
restituir la nacionalidad española de los sefardíes fue bajo el gobierno
de Miguel Primo de Rivera en 1924. Ese decreto fue utilizado
posteriormente por algunos diplomáticos españoles para salvar a
centenares de familias judías del exterminio nazi.
Uno de aquellos
diplomáticos fue José Rojas Moreno, bisabuelo del actual ministro de
Justicia. Durante su etapa como embajador en Rumanía (1941-1943), Rojas
Moreno contribuyó a evacuar a 65 judíos a España gracias a su origen
sefardí, según la Fundación Raoul Wallenberg, dedicada a la memoria del
Holocausto.
Desde entonces se ha reconocido el pasado sefardí para
obtener la nacionalidad española, pero nunca automáticamente. Hasta
ahora.
"Anteriormente, los ciudadanos (sefardíes) podían solicitar
la nacionalidad, pero era el gobierno quien la concedía
discrecionalmente", relató Ruiz-Gallardón. "El cambio ahora es
sustancial, porque lo que estamos dando es un derecho y las autoridades
españoles quedan obligadas a conceder esa nacionalidad".
La
comunidad judía en España es muy pequeña. Apenas 100.000 personas, de
las que menos de la mitad son sefardíes, sobre una población total de 47
millones.
Mauricio Toledano, secretario general de la Federación
de Comunidades Judías de España, también considera que la reforma del
gobierno apenas cambiará las cosas. Toledano, judío sefardí cuya familia
llegó a España en 1959, cree que la comunidad no crecerá demasiado en
número y que las relaciones con la sociedad civil en general seguirán
siendo buenas.
"Para nosotros ha sido un gesto cargado de
emotividad", explicó Toledano. "No se trataba tanto de pedir perdón,
sino de restablecer una situación que era anómala".
El yerno de
Erez se llama Frederic Ankaoua y también es sefardí. Su antepasado más
lejano fue un rabino y médico que consiguió huir de Toledo, donde
residía una de las comunidades sefardíes más florecientes de España, en
las matanzas de judíos que asolaron el país en 1391.
Durante
siglos, su familia prosperó en Argelia. Y después en Francia. El trabajo
le llevó a España hace 12 años, donde nació su hijo pequeño Gael.
"Mi
hijo nació 613 años después que este antepasado tuvo que escapar de la
Inquisición", dijo Ankaoua. "Y este número es muy importante en el
judaísmo: 613 es el número de mandamientos que hay en la Tora".
Los periodistas de AP en Jerusalén Aron Heller, Daniel Estrin y Tia Goldenberg contribuyeron a esta nota.
Fuente: el Nuevo Herald
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