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domingo, 25 de agosto de 2013

Las Tres Mil Viviendas, el barrio escrito con renglones torcidos

SUCESOS | Tras la muerte de una niña de siete años

Policías custodian un bloque en la barriada de las Tres Mil Viviendas. | Jesús Morón
Policías custodian un bloque en la barriada de las Tres Mil
Viviendas. | Jesús Morón
  • Un lugar condenado a protagonizar la crónica más negra de la ciudad
Las Tres Mil Viviendas asoma su tragedia de vez en cuando. Quizás sólo cuando se derrama sangre o la Policía desmantela cualquiera de los negocios de los temidos clanes de la droga. A raíz del tiroteo de esta semana en el que ha muerto una niña de siete años, el barrio ha vuelto a los titulares por la misma noticia de siempre. No hay más que rastrear las hemerotecas para releer la misma historia como si el barrio estuviera condenado a una tragedia eternamente repetida.

Pero ¿fue siempre así? ¿Dónde comienza la historia de las Tres Mil Viviendas? ¿Hay futuro para este lugar? Habría que remontarse a la década de los sesenta. Es en esos años cuando se comienza a pensar en un lugar de viviendas 'modernas' para agrupar a familias con pocos recursos. Hay una reunión clave que se produce en febrero de 1968 entre el gobernador civil y entonces jefe del movimiento, José Utrera Molina, y el alcalde Félix Moreno de la Cova para el estudio de la financiación de un proyecto del Ministerio de Vivienda y el Ayuntamiento de Sevilla por el que "tres mil familias sevillanas van a ser dotadas de un hogar digno".

Todo tiene la grandilocuencia, el lenguaje impostado de una época paternalista que disfrazaba como caridad social otras intenciones. Se pretendía que los que vivían en casas muy deterioradas del casco histórico y Triana abandonaran estos golosos lugares para que los edificios se reformaran y se vendieran como residencias para familias acomodadas. Muchas familias humildes no se pensaron mucho dejar las mínimas viviendas de los céntricos caserones desvencijados en los que vivían por un pisito en una zona nueva.

A este éxodo se incorporaron familias que malvivían en asentamientos chabolistas. Toda esa población que había tenido que improvisar infraviviendas en un cinturón de extrarradio que ilustraba las peores estampas de miseria de la España franquista. Era gente que procedía de los suburbios marginales de la Corchuela, la Dársena, las Pitas, Huerta de los Tres Escalones, Concha y Reina, San Gabriel, Aeropuerto Viejo, Haza del Huesero, avenida de Coria, las Lomas, el Vacie, Vereda de Valdezorras, camino de Rojas, carretera de Brenes y Cortijo de Maestre Escuela.

Sin embargo, desde el principio el lugar quedó dibujado no sólo por la pobreza, ya que también comenzó a vivir gente al margen de la ley. Una realidad que ha sido la que ha marcado el destino de la barriada. El interés de este sector implicado en negocios turbios de robos, tráfico de drogas o venta ilegal de armas ha ganado el terreno a las familias humildes que, sin embargo, ha reaccionado en estos años con un activo movimiento asociativo. Son las asociaciones de vecinos y plataformas que denuncian el estado en el que se encuentra el barrio con bloques deteriorados, aguas fecales y basura, sin servicios ni transportes públicos. Ahí están las peticiones para reactivar la construcción de una comisaría o los centros sociales proyectados como alternativas para que la juventud del barrio tenga otra salida diferente a la que parece inevitable naciendo en un barrio como éste. 

Al margen de la ley

Este ambiente de desolación, violencia e insalubridad parece responsabilidad de unas instituciones que han abandonado este lugar, este molesto e infecto trozo de Sevilla. Sin embargo, también hay mucha gente del barrio interesada en que sea un gueto, una isla que sirve de refugio a delincuentes que aquí encuentran seguridad porque no hay vigilancia policial. Un barrio olvidado donde se puede actuar sin problemas al margen de la ley, vender droga sin sospechas y en el que un coche robado puede estar aparcado sin que nadie pregunte por nada.

El origen de estos focos marginales se remonta al principio del barrio. En estos bloques de viviendas de promoción pública se había seguido un procedimiento de selección de adjudicatarios, pero en poco tiempo se cambió de titular traficando ilegalmente con estas viviendas. El resultado fue que en pocos años se sustituyó el chabolismo horizontal de infravivienda por una vivienda marginal de chabolismo vertical.

El barrio ocupa los primitivos terrenos de labor del Cortijo de Tabladilla, junto al antiguo cauce del Tamarguillo. Esta otra Sevilla marginal aparece en el Diccionario Histórico de las calles de Sevilla como un lugar por el que discurría el arroyo Juncal, donde se situaba el molino de Torreblanca de la Ribera. Y se advierte que eran zonas inundables. En el parcelario de 1971-73 aún aparecían señalizados los muros de defensa de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir.

Después con el tiempo han sido otras las inundaciones sufridas por el barrio. Por ejemplo, la degradación de unos edificios que ya fueron construidos con materiales de baja calidad. Un deterioro que ha ido incrementándose hasta convertir algunas zonas del barrio en lugares por los que parece que hubiera pasado la guerra.

De ahí esos bloques en los que el hueco del ascensor está lleno de basuras, los pisos convertidos en laboratorios de droga, portales donde se acumula la chatarra, calles con arroyos de aguas fecales y campos libres para las ratas. Y, sobre todo, un lugar en el que la muerte siempre pasea. Sencillamente porque hay armas que siempre solucionan conflictos, venganzas y los habituales ajustes de cuentas. ¿Cambiará el destino de esta contrapostal de Sevilla?
Fuente: EL MUNDO.es

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