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La atención mediática internacional y la de las autoridades europeas en la banca española distrae de otros puntos de interés financiero que podrían esconder más de lo que un simple vistazo permite sospechar. Algunos incluso,por ejemplo, se atreven a afirmar de forma contundente que la banca alemana está «gravemente enferma». Lo sorprendente es que no hay apenas noticias sobre ello. Parece como si un «pacto de silencio» cubriera la realidad a fin de no perjudicar al «gigante con pies de barro»: El euro. Un pacto de «casi silencio» que favorece, entre otras cuestiones, la financiación de la creciente deuda alemana a unos tipos inusualmente bajos pese a la objetividad de los datos.
Echando la vista atrás, y con hechos fehacientes sobre la mesa, y el recuerdo reciente en la propia ciudadanía, el sistema financiero español fue el único en Europa en hacer un ejercicio de transparencia total que llevó posteriormente a su rescate -a esa línea de crédito europeo de alrededor de 40.000 millones-
y a una exigente reestructuración, que sigue su curso. Mientras, el
resto de la banca de nuestros socios comunitarios -que decidió no
hacerlo al 100%, sino sopesando qué entidades podía exponer a la opinión
pública y cuáles no por si acaso- decide trasladar la atención
mediática al sector español para no perjudicar a sus entidades.
La banca española sufre pues uno de los procesos de recapitalización y reestructuración más importantes de la historia de las finanzas. Sin embargo, la entrada del Estado en Bankia, fue, entre las mayores entidades, la última de una larga lista de rescates públicos al sector bancario. Un torrente de ayudas que solo en la Unión Europea supuso 1,6 billones de euros entre
2008 y 2010 con una única premisa: rescatar a la banca. Algo más del
13% del PIB de la UE del cual tres cuartas partes del montante (1,2
billones) han sido utilizados para facilitar garantías y medidas de
liquidez, mientras que 400.000 millones su usaron para inyectar capital
público y solucionar el problema de los activos tóxicos. Un caudal de
dinero público que continúa corriendo por todo el mundo.
Ahora bien, si España se convirtió en el centro de la
atención europea, con la puesta en duda de la liquidez de su sistema
financiero y de la viabilidad de las cajas de ahorros, otros países
podrían demostrar difícilmente que su sector bancario no adolece de solvencia, algo que no ocurre con el español.
Las cifras están ahí para demostrarlo. Según expertos financieros consultados por ABC Empresa, se estima que cuando se pensó en la creación de un «banco malo» en Alemania -el homólogo de nuestra «Sareb»- permitiría gestionar más de 200.000 millones de euros de «activos tóxicos»
procedentes sólo del HypoReal State Bank (HRSB), más otros 54.000
millones del WestL Bank, si bien otras fuentes lo cifran en 85.000
millones. Esto es, sólo para el HRSB, un 9% del PIB alemán. La realidad
de los números descubre que la suma de estas cantidades supera en 25 veces las ayudas recibidas por el sector financiero español,
las cuales representan poco más del 1% del PIB de nuestro país. Ayudas
que,por cierto, las entidades financieras españolas deberán devolver al
FROB al 7,75% de interés.
Las cifras del problema alemán
Si sumamos a las cantidades anteriores los 105.000 millones
de euros de garantías que ha recibido hasta la fecha la banca alemana, y
los 45.000 millones aprobados por Bruselas a finales de septiembre de
2010, el problema «alemán» y, por tanto europeo, alcanza cifras colosales. «Si
trasladamos ese 9% del PIB de un solo gran banco alemán, y si rehacemos
el “puzzle” banco a banco liderado por Angela Merkel, las primeras
cifras estimadas en mayo de 2009 puede que fueran realmente
desorbitadas», apunta un analista financiero. Diversas fuentes sitúan
dicha magnitud en una cantidad superior a los 600.000 millones de euros.
Descomunal. En cualquier caso, Alemania acometió un rescate masivo de su sector, que supuso ayudas de 106.000 millones de euros.
Agujero británico
Mientras, la banca británica tampoco escapa a ese «pacto
secreto de silencio» interesado. Así, en principio, el propio Banco de
Inglaterra estima que los bancos británicos tienen que tapar un agujero de capitalización de unos 30.000 millones, mientras que el Gobierno no sabe cómo devolver los bancos nacionalizados al ámbito privado. Según estimaciones de la Comisión Europea,
en Europa la mayor operación de ayuda pública al sector bancario se
produjo en Reino Unido, cuyo sistema financiero requirió 850 millones de
libras esterlinas (más de 930.000 millones de euros) en 2008. De este
montante, 108.600 millones fueron destinados a ayudas al sector. Royal Bank of Scotland,
del que el Estado británico controla el 82% de sus acciones, ha
percibido 52.600 millones de euros. Le siguen Northern Rock, con 35.000
millones, y Lloyds, con 19.000.
En definitiva, unas cifras que parecen estar guardadas bajo
las alfombras de economías infinítamente menos cuestionadas que la
española. Y es que en todas partes «cuecen habas»… «Ríete» del problema
griegoportugués o irlandés, y de la constante puesta en evidencia de la
banca española.
Fuente: ABC.es
Fuente: ABC.es
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