La muerte del ministro de Defensa y su número dos suponen el peor golpe que ha sufrido el líder sirio.
Comprobamos si podría ser el principio del fin repasando los últimos
días en el poder de los presidentes árabes derrocados en la Primavera Árabe.
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| Venezuela condenó el miércoles el ataque en Damasco que causó la muerte del ministro de Defensa sirio y cuñado del presidente Bashar El-Asad, instando a las potencias extranjeras a no intervenir militarmente en el país. En la imagen, miembros del Ejército Sirio de Liberación cantan eslóganes contra el presidente sirio Bashar El-Asad en Azzaz, provincia de Aleppo, el 17 de julio de 2012. REUTERS/Abdo |
Más de 60 fallecidos tras el atentado
contra la cúpula del régimen ayer mismo, al menos 150 civiles muertos
tras bombardeos en la ciudad de Tremseh en un solo día, otros 108 sirios
masacrados en Hula, incluidos muchos niños… son el trágico balance de
los últimos meses en Siria. En total han fallecido más de 10.000 personas según estimaciones de la ONU en mayo.
Mientras el Gobierno sirio siempre ha hecho responsables a grupos
“terroristas” de estas matanzas, los países occidentales no han
conseguido convencer a Rusia y China de que se unieran a sus sanciones.
Pero el ataque que este miércoles acabó con la vida del ministro de
Defensa, de su número dos (cuñado de Asad) y de un asistente del líder
sirio hace pensar en que el fin de la dictadura siria se acerca.
(Corresponsales en Damasco de la BBC o The Guardian han comentado lo extraño de las circunstancias,
pues no han visto ninguna señal de atentado; algunos indican que pudo
producirse hasta un mes antes, pero los rebeldes lo reivindicaron ayer).
Así sucedió en los otros países árabes donde cayó su líder:
Túnez, el derrocamiento exprés de Ben Alí
Un informático diplomado reconvertido en frutero llamado Mohamed Buazizi se suicidó quemándose a lo bonzo en diciembre de 2010 para protestar contra los abusos de las autoridades. No pasó ni un mes cuando Zine el Abedine Ben Alí abandonó el país.
Los desempleados y estudiantes fueron grandes impulsores de las protestas, indignados porque cerca de la mitad de los jóvenes no encontraban empleo (14% de parados en total, según cifras oficiales).
Miles de personas salieron repetidamente a la calle a pesar de la represión. Incluso el 24 de diciembre unos manifestantes atacaron un cuartel de la Guardia Nacional. Murieron cuatro uniformados.
Se decretó el toque de queda el 11 de enero de 2011, pero los
manifestantes no se amedrentaron y salieron a las calles con consignas
como “O te vas, o nos matas”, recogía Efe.
Ben Alí destituyó al gobierno al completo y anunció elecciones
legislativas anticipadas en seis meses el 14 de enero. A la vez se
decretó el estado de excepción. El presidente tunecino huyó a Arabia Saudí para no volver y el presidente del Parlamento tunecino tomó las riendas.
Calmadas algunas protestas a favor de los derechos humanos en el verano de 2010, fueron necesarias solo dos semanas de manifestaciones para que Hosni Mubarak se marchara por la puerta de atrás.
Al principio EEUU mantenía su apoyo al mandatario egipcio, pero terminó presionando para que se fuera. Sin embargo, fue la Plaza Tahrir en el centro de El Cairo plagada de manifestantes indignados la que supuso el gran elemento de presión.
Entre uno y dos millones de personas llegaron a protestar en un solo
día pidiendo la marcha de Mubarak. Acamparon en la plaza y se
enfrentaron a los militares. Algunos resultaron muertos, otros heridos y
muchos detenidos. Finalmente Mubarak se fue.
En el caso de Siria, no existen informaciones sobre ningún tipo de
manifestación masiva reciente, en parte por la dificultad para que
acceda la prensa a todas las zonas del país pero probablemente también
por el temor a la represión.
Homs, el bastión rebelde de Siria, ya sufrió duros ataques del Ejército sirio el pasado febrero. Cruz Roja explicaba en aquel momento que lo único que pedían a ambos bandos era un acceso de pocas horas para poder evacuar a los civiles. “Tenemos prisa, porque sabemos que la gente está sufriendo”, aseguraba su portavoz desde Damasco a lainformacion.com.
Homs, el bastión rebelde de Siria, ya sufrió duros ataques del Ejército sirio el pasado febrero. Cruz Roja explicaba en aquel momento que lo único que pedían a ambos bandos era un acceso de pocas horas para poder evacuar a los civiles. “Tenemos prisa, porque sabemos que la gente está sufriendo”, aseguraba su portavoz desde Damasco a lainformacion.com.
Libia: El discurso y las acciones de Asad recuerdan a Gadafi
El líder de la yamahiriya o “Estado de las Masas” se resistió hasta el último momento. En la segunda ciudad de país, Bengasi, se formó el bastión rebelde que intentó avanzar durante meses a la capital.
Fueron numerosos los militares que se pasaron al bando de la revolución, pero solos no conseguían avanzar, mientras el Ejército de Gadafi seguía matando a civiles, e incluso a heridos en los hospitales, tal como denunció la Federación Internacional de Derechos Humanos en lainformacion.com.
La comunidad internacional acabó imponiendo una zona de exclusión aérea acordada por Naciones Unidas, lo que permitía sobrevolar el país para impedir ataques contra la población civil desde el aire. La OTAN atacaría también las defensas aéreas del coronel.
Con esta ayuda, los rebeldes libios alcanzaron Trípoli y finalmente
localizaron a Muamar al Gadafi cuando trataba de huir. Aunque
inicialmente le atraparon con vida, poco después recibió un tiro mortal.
Él había dicho durante la guerra libia que prefería morir antes de abandonar su país.
Rusia y China no quieren repetir el episodio en Siria, donde Moscú tiene especialmente importantes intereses geoestratégicos además de otros claros motivos para defender a Bashar al Asad.
Asad, como hizo Gadafi, ha echado la culpa de la muerte de centenares de civiles a grupos “terroristas”. Al igual que sucedió en Libia, son cada vez más quienes huyen a los países vecinos y crecen los desertores militares.
Gadafi había prometido un alto el fuego para evitar los ataques de la OTAN, pero lo incumplió. Asad también había aceptado ahora teóricamente el plan de paz de Kofi Annan, pero los rebeldes denunciaron su incumplimiento y la diplomacia internacional lo confirmó.
Los gobiernos de Vladimir Putin y Hu Jintao han vetado esta misma
tarde (mañana en Nueva York) por tercera vez las sanciones a Siria.
Yemen: Salé negoció su salida tras echarse atrás repetidamente
A la cuarta fue la vencida.
Alí Abdalá Salé había acordado su marcha a cambio de inmunidad, pero se
echó atrás en el último momento hasta en tres ocasiones.
Un poderoso líder tribal se había enfrentado a las tropas de Salé y
los yemeníes se habían manifestado repetidamente durante meses. Pero en
Yemen no llegaron a morir miles de civiles como ha denunciado la ONU en
el caso de Siria y la revolución pasó más desapercibida en el resto del
globo.
El enviado especial de la ONU en Yemen, Jamal Benomar, logró acordar la transferencia del poder ideada por el Consejo de Cooperación del Golfo.
De esta forma Salé tenía que entregar todos sus poderes a su vicepresidente, Abd Rabu Mansur Hadi,
quien formaría un nuevo Gobierno con la oposición y convocaría
elecciones presidenciales anticipadas en un plazo de tres meses.
El propio Kofi Annan, enviado especial para negociar la paz en Siria,
ha reconocido recientemente su fracaso para imponer su plan a Bashar al
Asad. El régimen repitió sus ataques y los rebeldes tampoco se quedaron
de brazos cruzados.
Pero además el ministro de Exteriores de Rusia afirmó este mismo
miércoles que Asad no pactará su marcha: “Asad no se irá
voluntariamente”, aseguró Serguei Lavrov, según la agencia RIA Novosti. Por eso, argumenta, no vale la pena apoyar a la oposición siria.
Bashar al Asad llegó con su formación en Londres transmitiendo esperanzas de apertura para suceder a su padre Hafez. Fue nombrado presidente en el año 2000.
Bashar al Asad llegó con su formación en Londres transmitiendo esperanzas de apertura para suceder a su padre Hafez. Fue nombrado presidente en el año 2000.
Pero la matanza de civiles en Siria desde marzo de 2011 ha despejado toda presunción de inocencia
en gran parte de Naciones Unidas. Aún así, la comunidad internacional
aún no ha encontrado la solución para que se deje de derramar sangre.
Fuente: lainformacion.com
Fuente: lainformacion.com

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