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jueves, 7 de junio de 2012

La rehabilitación insoslayable

La edificación eficiente

La reconversión del sector de la construcción podría contribuir a la mejora del ahorro energético

Miércoles, 6 de junio del 2012

Ramon Folch Socioecólogo.
Director general de ERF.
Las viviendas de Barcelona tienen una edad media de 63 años. La mayoría de los barceloneses viven en casas tirando a viejas, pues. Lógico en una ciudad de 2.000 años que se ha ido reformulando con los siglos, con más tendencia a añadir que a sustituir. Es una suerte, eso nos permite gozar de una ciudad con historia y solera. Pero también una limitación, porque la ciudad no ha podido acabar de digerir los cambios de la últimas décadas.

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LEONARD BEARD
Uno de los principales ha sido la creciente cantidad de energía demandada por los edificios y las actividades que en ellos tienen lugar. Un análisis impulsado por el Pla Estratègic Metropolità de Barcelona, a sugerencia de Barcelona Global, y llevado a cabo per mi estudio (ERF) lo pone de manifiesto. Barcelona -y cualquier otra ciudad- malgasta mucha energía, sobre todo en el espacio terciario. El sector terciario consume el 30% de la energía final de la ciudad, aunque solo ocupa el 22% de la superficie urbana, en tanto que el residencial, que ocupa el 66% de la superficie, demanda el 28%.

Eso significa que hay más pisos que oficinas e industrias, y que el consumo energético unitario del sector terciario es 3,5 veces mayor que el residencial. Los edificios del sector terciario barcelonés tienen una demanda instalada media de 248 kWh por metro cuadrado y año, en tanto que la de las viviendas oscila entre los 80 y los 120. Las oficinas podrían funcionar con una demanda instalada no superior a 100 kWh/m2 y año, en tanto que a las viviendas les bastaría con menos de 60. Hay mucho trabajo rehabilitador pendiente.

El tema es trascendente. Una rehabilitación energética correctamente hecha dividiría por dos, o casi, la energía consumida en los edificios de Barcelona. En un momento de progresivo encarecimiento de los recursos energéticos y de crisis del sector de la construcción, ello abre importantes perspectivas. Que no son de implementación automática, sin embargo. Para hacerlas realidad serían precisas voluntad (mentalidad rehabilitadora), ordenamiento legal adecuado (una normativa que aún no tenemos) e ingeniería de proceso (instrumentos financieros y de gestión).

La labor de las ESE (empresas de servicios energéticos) se basa en esos aspectos. Nacieron en Europa septentrional y han funcionado muy bien hasta ahora: rehabilitan sin costo para el usuario, a cambio de resarcirse con los ahorros en el consumo. Una vez recuperada la inversión, al cabo de siete u ocho años, máximo diez, los beneficios son para el usuario. Más aún, porque el cliente tiene un edificio rehabilitado energéticamente, y por tanto revalorizado económicamente, desde el momento en que acaban las obras. Un edificio no energéticamente rehabilitado pronto será como un electrodoméstico con etiqueta D: nadie lo querrá.

Se podría recurrir a varios instrumentos para financiar la rehabilitación energética. Una opción sería un contrato agregado con aval de la Administración parecido al usado, con éxito, en el plan de ascensores de Barcelona. Permitiría a los propietarios llevar a cabo actuaciones de rehabilitación energética sin tener que desembolsar nada. El aval público permitiría minimizar el riesgo de la ESE, porque obligaría al propietario a mantener su compromiso de pago hasta la completa amortización de la obra y tranquilizaría a la propiedad sobre la solvencia y formalidad de la ESE. Como quiera que sea, se trata de una operación redonda. Solo la pereza y la falta de normativa o de fiscalidad adecuadas mantienen nuestros edificios en su estado actual de lamentable ineficiencia.

El sector de la construcción está en crisis y la energía será cada vez más cara. Habrá poca obra nueva en los años venideros. Más que presionar en la dirección equivocada, la que nos ha llevado a esta crisis inmobiliaria, sería seguramente oportuno reconvertir el sector al objeto de hacerlo capaz de abordar el nuevo reto. Creo que convendría reconvertir el sector, tanto a la hora de redactar proyectos, como a la de intervenir sobre las construcciones (habitadas casi todas), como a la de afinar los mecanismos financieros.

Todo ello consolidaría un nuevo sector económico, confluencia de los ámbitos de la rehabilitación constructiva y de los servicios energéticos, integrado por profesionales y empresas competentes en rehabilitación edilicia (elementos pasivos de la demanda energética) y en rehabilitación de instalaciones (elementos activos). Sector que, además, debería desarrollar habilidades de intermediación con propietarios, comunidades de vecinos, etcétera.

Ya basta de quejarse, con razón o sin ella. Es hora de actuar. Con la rehabilitación en general, y muy especialmente con la energética, que se autofinancia y minora el problema de la excesiva demanda, mataríamos dos pájaros de un tiro. Barcelona, posa't guapa fue un éxito. Se rehabilitaron las fachadas y la ciudad recobró el buen aspecto, con las repercusiones sobre la autoestima y la industia turística por todos conocidas. Ahora que ya se ha puesto guapa, ha llegado el momento de que se rehabilite: Barcelona -i Catalunya- , posa't les piles.
Socioecólogo. Presidente de ERF
Fuente: elPeriódico.com

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