Las noticias sobre la reforma del sistema bancario se suceden sin tiempo para digerirlas.
Desde que el 11 de mayo pasado se publicara el segundo real decreto
de saneamiento del sector financiero (Real Decreto-ley 18/2012 sobre
saneamiento y venta de los activos inmobiliarios del sector financiero)
se han ido solapando las informaciones relacionadas con el sector
bancario, protagonizadas por la intervención y las necesidades de
financiación de Bankia, y secundadas por la valoración de los activos de
la banca por consultoras externas, el aplazamiento de la subasta de
CatalunyaCaixa o el incremento de la prima de riesgo. Tal es la
velocidad de los acontecimientos que incluso se está hablando de un
futuro tercer saneamiento sin que el segundo haya llegado a adquirir
siquiera la categoría de trending topic. Tal aluvión de información nos
ha impedido analizar con un poco más de detenimiento los posibles
efectos de esta segunda reforma, más allá de Bankia. Vamos pues a darle
una rápida ojeada.
La principal novedad del segundo real decreto de saneamiento del
sector financiero es el establecimiento de requerimientos de cobertura
adicionales a las entidades de crédito para cubrir el deterioro de las
financiaciones no problemáticas vinculadas a la actividad inmobiliaria.
Las entidades deben cumplir con estos requerimientos antes del 31 de
diciembre de este año (a excepción de las que se encuentren inmersas en
procesos de integración, que dispondrán de más tiempo). A tal fin, deben
presentar al Banco de España, antes del próximo día 11 de este mes, un
plan en el que detallen las medidas previstas para dar cumplimiento a
los nuevos requerimientos en el que deben incluir un programa de
desinversión de los activos relacionados con riesgos inmobiliarios. Si
del plan resulta que, una vez constituidas las provisiones, la entidad
puede incurrir en déficit de capital o recursos propios, dicho plan
deberá incluir las medidas propuestas para evitarlo. El Banco de España
deberá autorizar el plan y podrá imponer, si así lo considera, medidas
adicionales, en particular la solicitud de apoyo financiero del Frob.
La otra novedad destacada es la creación de una sociedad de gestión
de activos a la que las entidades deberán aportar todos sus inmuebles
adjudicados o recibidos en pago de deudas relacionadas con el suelo para
la promoción inmobiliaria y con las construcciones o promociones
inmobiliarias (el famoso ‘banco malo’). La valoración de los inmuebles
aportados deberá ajustarse a la realidad del mercado (valor razonable o,
en su defecto, valor en libros tomando en consideración las nuevas
provisiones adicionales) y la gestión de estas sociedades deberá
profesionalizarse. Además, las sociedades de gestión de activos
dependientes de aquellas entidades que requieran apoyo financiero
deberán enajenar a terceros anualmente al menos el 5% de los activos.
Esta medida se acompaña, además, de otras medidas de exención fiscal
para apoyar la adquisición de estos inmuebles.
Disipar incertidumbres
La finalidad pretendida con estas medidas es la de lograr el saneamiento de las entidades de crédito mediante la disminución de su exposición al sector inmobiliario, con el objeto de disipar las incertidumbres sobre el sector financiero español y recuperar la confianza de los mercados y la canalización del crédito a la economía real. ¿Pero va a ser esto realmente posible? Dado que muchas entidades van a necesitar apoyo financiero para poder cumplir con los requerimientos de cobertura adicionales, es de prever que a partir de 31 de diciembre de este año los precios de los inmuebles se reduzcan sensiblemente y se reactive (si no mucho, al menos algo) el mercado inmobiliario, actualmente inerte. Ahora bien, esta reactivación parece difícil si tenemos en cuenta la elevada tasa de desempleo y la falta de crédito para financiar adquisiciones inmobiliarias (aunque si los inmuebles proceden de la cartera de una entidad bancaria, la concesión del crédito está prácticamente asegurada). Sea como sea, se trata de que las entidades suelten el lastre inmobiliario, liberando así las provisiones asociadas al mismo y facilitando la fluidez del crédito.
Parece ser que los mercados no confían mucho en esta reforma, y así
lo demuestran con el incremento constante de la prima de riesgo. Y todo
ello azuzado por el descrédito del Banco de España, al que en su día le
crecieron los enanos (o mejor dicho, los inspectores) y con los datos en
la mano no supo prever ni gestionar la situación, viéndose ahora
sustituido por un ministro de Economía que dirige bajo su batuta una
reforma por fascículos cuya trama parece encontrarse permanentemente al
borde del desenlace. El devenir de los acontecimientos dirá si es
necesario un tercer conejo de la chistera del Ministerio de Economía en
forma de nuevo saneamiento.
Fuente: Expansión.com
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