Pasión, ilusión, perseverancia, sacrificio, creatividad... Son algunas de las señas de identidad de aquellas personas que luchan por conseguir transformar su sueño en un proyecto. Pero tienen muchísimas más.
07 junio 2012
Por Valentín Bustos
Se llaman Ana Maiques (economista), Ángel María Herrera (informático)
y Benjamin Coll (licenciado en Administración y Dirección de Empresas).
Ana fundó la empresa de servicios de investigación científica aplicada
Starlab, Ángel hizo lo propio con Bubok Publishing y Benjamin desarrolló
Shopall. Son solo tres ejemplos, pero hay muchos más: José Ramón García
(Blusens), Manuel Roca (Atrápalo.com), Lucas Carne y José Manuel
Villanueva (Privalia)… Todos tienen en común que el carácter emprendedor
corre por sus venas. Y en un hipotético análisis de sangre, de todos
ellos se obtendrían unos resultados bastante parejos. “El ADN del
emprendedor debería tener, al menos, cromosomas de emprendimiento,
liderazgo, creatividad, innovación, ética, iniciativa, sacrificio y
mucho trabajo”, afirma Juan Antonio de la Cruz, director general de IEBS
(Innovation & Entrepreneurship Business School).
Cualidades a las que habría que añadir la automotivación, el saber
gestionar el tiempo para poder compaginar su vida personal y
profesional, el tener habilidades comerciales y conocimientos
financieros… “Y valentía y visión innovadora, porque es una persona que
se enfrenta con decisión y actitud resolutiva a los primeros años de
vida de un pequeño negocio”, apunta Miguel Carmelo, presidente de la
Universidad Europea de Madrid (UEM). Las palabras miedo o riesgo al
fracaso no están en su vocabulario.
Sin olvidar la ilusión. Porque, sin ella, tanto esfuerzo en tiempo y
dinero, tanto sacrificio para sacar con la máxima ilusión un proyecto
adelante, sería imposible. Y sin proyecto, más que un emprendendor, lo
que tendríamos sería un soñador.
Escasez de jóvenes
Si en vez de un análisis hacemos una radiografía del emprendedor
español, los resultados demuestran que predominan los hombres (64%)
frente a las mujeres (36%), según el Global Entrepreneurship Monitor
(GEM). Por edades, son mayoría los que tienen entre 25 y 34 años (un
38%), frente al 26% de los que tienen entre 35 y 44 años, y al 10%
situado entre los 45 y los 64 años. Un escaso 8% de las personas con
edades entre 18 y 24 años se atreven a dar el salto.
Un salto que, según el Libro Blanco de la Iniciativa Emprendedora en
España, de la Fundación Príncipe de Girona, lleva aparejado consigo
cinco aspectos clave: necesidad de logro (es decir, alcanzar metas
significativas y desafiantes), independencia (ser su propio jefe),
control interno (los resultados de los eventos están determinados por
las propias acciones), propensión al riesgo (los emprendedores toman
decisiones bajo incertidumbre, pero con altas probabilidades de ganar) y
autoconfianza (creen en sus propias habilidades). Todo ello para ganar
mucho dinero, ¿no? “Ese mito hay que derribarlo. El emprendedor es una
persona que detecta una necesidad y que está pensando más en generar
clientes que dinero”, señala Alberto Fernández Terricabra, profesor del
IESE. En bastantes ocasiones se trata de personas que han mamado la
experiencia empresarial de su propia familia o de su entorno cercano.
¿Otros genes? “Tienen que tener un evidente afán de superación constante
y cierto espíritu aventurero’, indica Antonio Alonso, director general
de la Escuela Europea de Negocios (EEN). Y salud, una salud de hierro
para hacer frente a posibles nubarrones. ¿Asustado ante tanta cantidad
de atributos? ¿Piensa que más que personas son una especie de
superhéroes? “No es necesario tener todas las cualidades pero, eso sí,
el emprendedor debe saber cuáles son sus propias limitaciones para así
poder rodearse de aquellos talentos que las suplan”, subraya el director
general de IEBS. Y discernir qué es lo adecuado en cada momento, y en
qué grado.
Fuente: Capital
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