Buscador Google

Búsqueda personalizada

viernes, 4 de mayo de 2012

La única solución posible para la banca

03.05.2012 Rafael Martín Sanz
 
Hay una frase de Alan Blinder, antiguo vicepresidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, que no dejo de recordar desde hace tiempo: “Ya que todo indica que vamos a crear un banco malo tarde o temprano, ¿no sería mejor crearlo pronto?”.

En nuestro caso, parece que nos está costando mucho trabajo tomar la decisión, a pesar de que, dada la situación de la banca española en este momento, no existe otra alternativa posible. Las entidades financieras se enfrentan a un panorama muy preocupante, con unos balances absolutamente constreñidos por el volumen de sus activos hipotecarios que amenazan seriamente su solvencia y su vida futura y las empuja a un bucle sin salida: sostener este activo supone unas exigencias cada vez mayores de recursos propios y un paulatino deterioro de sus cuentas de resultados.

Según los últimos datos aportados por el Banco de España, la cartera inmobiliaria con problemas está valorada en 175.000 millones de euros y cubierta con dotaciones en un 54%. Además, el Informe de Estabilidad Financiera de noviembre del 2011 publicado por la máxima autoridad bancaria situaba en un 57,9% el deterioro que estos activos provocaban en el margen de explotación en junio de 2011; un porcentaje que, por supuesto, no deja de crecer. Estamos, pues, ante un escenario que ha entrado en un bucle pernicioso.

Romper el bucle

Los activos inmobiliarios deterioran la solvencia de las entidades y los reguladores exigen más capital de “calidad”, pero las entidades no pueden generarlo con sus propios recursos. Entonces tienen que ir a buscarlo a los mercados, donde los inversores muestran constantes dudas sobre la calidad de los balances, por el gran peso de los activos inmobiliarios, cuyo valor actual es casi imposible de determinar por no existir un mercado funcionando en condiciones de normalidad… Si la salud del sistema financiero es una condición necesaria para la recuperación económica y la generación de empleo, estaremos de acuerdo en que hay que romper ese bucle cuanto antes.

En el fondo, la polémica sobre si llamarlo banco malo o ponerle otra denominación, ya que es obvio que no tendrá una ficha bancaria, es una discusión que nace vacía. Da igual el nombre que le pongamos, pero el resultado tiene que ser el mismo: la creación de una sociedad, o más de una, que aglutine los activos que contaminan los balances de las entidades. Ahora bien, una vez que nos hemos animado a emprender el proceso, resulta esencial cuidar algunos detalles que pueden convertir la operación en una solución viable que permita respirar con alivio a nuestro sistema o en un fiasco que no haga sino retrasar el problema a un momento más dulce de nuestra economía.

Plazo razonable

Hay dos variables que son esenciales para que esta operación llegue a buen puerto. Una de ellas es el tiempo. Una de las condiciones indispensables para que el sistema financiero pueda digerir el enorme peso al que está haciendo frente es que la operación que se lleve a cabo asuma un plazo razonable que no comprometa su viabilidad. Y los diez años que apunta el Banco de España, para empezar, podrían resultar un poco ajustados.

La otra es qué va a pasar con esas sociedades inmobiliarias. Guardar en una caja todos los peores activos sin que haya un claro proyecto para explotarlos sólo contribuirá a alejar el problema en el tiempo, pero no a solucionarlo. Parece poco probable encontrar inversores para un proyecto sin ventajas aparentes a no ser que vaya dotado de una batería de medidas que permitan su comercialización. Existen alternativas muy recomendables: mecanismos de apoyo a la adquisición de suelo por parte de particulares mediante fórmulas de financiación, subvención u otras similares que permitan crear un auténtico mercado en torno a las subastas públicas de suelo y activen la compraventa; o apoyo para la creación de alquileres sociales y para la entrada de parte de los activos en programas de VPO. En cualquier caso, medidas que permitan una gestión profesional de los activos y dejen a la banca concentrarse en su negocio puro.

No se trata sólo de un problema financiero, que lo es, sino también social y creo que debería representar, a la vez, la apertura hacia un camino que nos ayude a abordar la vivienda de una manera muy distinta para que seamos capaces de aprender la lección económica y vital.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Forges