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miércoles, 4 de abril de 2012

La Isla del Lector: Cuando Brasil, comienza a despertar, vale la pena revisar su tradición literaria.

América en portugués

 
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Por Camila Moraes Zúñiga*
Especial para Lecturas

El enredo de América Latina se escribe con personajes y acciones comunes a las diferentes tramas de los países que la conforman. El tono de cada historia, sin embargo, guarda un sabor local, una música y una visión de mundo que no se dejan trastocar. Mientras sea contada en español, poco o nada de la híbrida aventura latinoamericana se cuestiona. Al final del día, el idioma nos une y nos salva en nuestros orgullos y desgracias. Pero si la saga está en portugués, hay que pisar el freno y hacerse rápidamente la pregunta: ¿Cuál es la "otra" cara de América Latina? ¿Qué pasa en Brasil?

La Feria del Libro de Bogotá trata de aclarar esas y otras dudas que flotan sobre curiosas mentes colombianas, al escoger a Brasil como país homenajeado de su edición número 25. Del 18 de abril al primero de mayo, el evento concentra en la capital una serie de encuentros, actividades y reflexiones sobre la literatura del país vecino -tan cercano y desconocido-, con la presencia de autores, editores y otros especialistas de las letras brasileñas, convocados a dialogar con profesionales y visitantes de Colombia y del mundo.

La invitación a los brasileños sucede en un momento en que el "gigante" latinoamericano parece haber despertado económica y políticamente, haciendo despertar también todo tipo de impulsos de curiosidad sobre él. La ocasión, bien este momento sea real y duradero o entonces pura imaginación colectiva, abre un sinfín de oportunidades para brasileños y demás latinoamericanos. Sobre todas ellas, una que no se puede dejar escapar: la de romper una barrera que posiblemente no es la del idioma, sino la de la pereza (de doble vía) de mirar lo que hay más allá del charco.

Un país vasto no podría abstenerse de tener una vasta literatura. Clasificarla puede ser una tarea tan complicada como nombrar especies en una selva. De las marcas que la distinguen, sin embargo, la primera es la regionalización. Así como pasa en Colombia, la geografía responde en gran parte por la variedad de voces del Brasil, y eso de manera agrandada, sin que haya todavía un Nobel capaz de ofrecer al mundo una obra brasileña emblemática y unificadora. La única etiqueta que parece existir -y que calma sobre todo a los extranjeros- es una imagen exótica, tropical y carnavalesca, que en realidad se aleja de una producción literaria mucho más cercana a los centros urbanos y a sus personajes, almas frecuentemente perdidas, que flotan entre la realidad caótica y el afán de progreso. Esta fuerte característica urbana tal vez sea la segunda marca de una literatura tan difícil de clasificar.

Para el escritor Marcelino Freire, de 45 años, nacido en Pernambuco y que actualmente vive en Sao Paulo, "la literatura brasileña tiene muchos intereses, como una mujer independiente y activa". "Fuera del país, suelen creer que nuestros libros tratan sólo de lo exótico o de la miseria, pero en realidad incluyen desde el alma lusitana hasta el alma indígena, de la Misa de Gallo al Carnaval", opina. Lucia Riff, responsable por la Agencia Riff, la principal agencia literaria que representa a autores brasileños en Brasil y en el exterior, cuenta que es común que un título o un autor nacional deje de ser publicado en otro país por no ser "lo suficientemente brasileño". "Me pregunto qué sería eso, pero es algo que se escucha a menudo. Una editorial europea, por ejemplo, acepta cualquier cosa de Estados Unidos, pero de Brasil espera algo específico. Para ser de acá, no se puede ser urbano. ¿Acaso lo que pasa en el sur del país no es suficientemente brasileño?", cuestiona. 

Si hay de hecho un talento que une el país de norte a sur, Marcelino, cuyo trabajo como cuentista fue laureado en 2006 con un Premio Jabuti (uno de los reconocimientos literarios de mayor prestigio en Brasil), cree que es la oralidad. Según él, "la representación del habla es una virtud de la literatura brasileña. Nuestros escritores dan cuenta de todas las voces:  la de la pobreza generalizada, la de clase media, la de los nuevos ricos, inmigrantes, opresores y oprimidos. El brasileño es un hablador".

Jóvenes autores -como el sureño Daniel Galera, de 33 años, que vive en su ciudad natal, Porto Alegre- creen que las fronteras que dividen el país y también las que reparten el mundo en bloques culturales ya no tienen sentido para ninguna literatura. Para él, en los días de hoy, las cuestiones son otras y hay una acumulación de referencias que les permite a las nuevas voces mezclarse más allá de los pasaportes. "Actualmente, la producción literaria brasileña y, creo, la de muchas partes, es muy heterogénea. Esa multiplicidad es algo positivo", afirma.

Sin embargo, es inútil negar que el sabor local (o los sabores) sigue siendo la puerta de entrada para quien quiere darse un banquete literario a la brasileña. Si para unos los galardones internacionales no representan más que entidades o personas con intereses específicos, frecuentemente alejados del real valor de las obras que premian, para otros ésta es una manera efectiva y un primer paso para generar interés en la literatura brasileña en general. Lucia Riff está entre los que hacen fuerza por la entrega de un Nobel a un brasileño: "Necesitamos un gran éxito para atraer las miradas. En este sentido, Paulo Coelho, con libros publicados en todo el mundo y números de ventas impresionantes, no nos ayudó mucho, porque la gente comúnmente no sabe que él es brasileño". La popularidad de la obra de Coelho de hecho tiene más que ver con factores extraliterarios y puede ser visto más bien como un fenómeno de sociología de la lectura, conectado a parábolas espirituales y mensajes reconfortantes y no a una tradición literaria.

El hecho es que "mientras más la literatura de un país esté en discusión, mejor", dice Marcelino Freire. En este sentido, Brasil puede sentirse orgulloso por la serie de homenajes que empieza este año con la Feria del Libro de Bogotá y sigue con las programaciones de la Feria del Libro de Frankfurt (Alemania), en 2013, y la de Bolonia (Italia), en 2014. No tenemos un Nobel, pero, al parecer, estamos en el tope de la lista. Que sea por el bien, por lo menos, de una mayor integración latinoamericana.

Los inicios

La literatura brasileña surge a la luz de las influencias de la metrópoli portuguesa luego del "descubrimiento" del país. Gana fuerza, a lo largo del sigo XIX, con los movimientos romántico y realista, alcanzando su apogeo en la llamada Semana de Arte Moderno de 1922, que predicó la independencia de la producción cultural brasileña y el rompimiento con las literaturas y otras manifestaciones artísticas de otros lugares. En especial, de Europa. 

Los clásicos de siempre

Imposible hablar de las letras de Brasil sin mencionar a Machado de Assis ('Memórias póstumas de Brás Cubas', 'Dom Casmurro'), ampliamente considerado la mayor referencia de la literatura nacional. Pero la complejidad de la vasta obra literaria brasileña se completa con otros nombres imprescindibles, de la prosa y de la poesía, que marcaron diferentes épocas. Son autores como Lima Barreto, Manuel Bandeira, Oswald de Andrade, Graciliano Ramos, Carlos Drummond de Andrade, Guimarães Rosa, Jorge Amado, Clarice Lispector y Mario de Andrade. En proceso de revisión, la obra de Lispector, por ejemplo, hoy  goza de gran éxito editorial en países como los Estados Unidos. 

Los autores contemporáneos

La poesía nacional contemporánea tiene como rasgo dominante el diálogo con la tradición - sobre todo, la poesía de carácter modernista, que emerge de la Semana de Arte de 1922 y se bifurca en una vertiente más lírica y otra más objetiva. Su representación pasa por nombres consagrados, como Manoel de Barros, los hermanos Harold y Augusto de Campos y Ferreira Gullar (único escritor brasileño nominado al premio Nobel), y por nuevas generaciones, que incluyen a Age de Carvalho, Carlito Azevedo y Claudia Roquette-Pinto.

En la ficción, impera lo urbano, expresado por una multiplicidad de estilos, donde permanece de transfondo el desarraigo proporcionado por la ciudad. Hay una gran libertad individual también en la elección de temáticas, como se observa en la obra de autores tan diferentes entre si como Lygia Fagundes Telles, Dalton Trevisan, Rubem Fonseca, João Ubaldo Ribeiro y Chico Buarque (también músico y compositor). Y de otros nombres más recientes, como Marçal Aquino, Luiz Ruffato, Fernando Bonassi, André Sant'Anna, Nelson de Oliveira e Marcelino Freire, de la llamada "Generación 90". 

La crónica, otro universo por explorar

Talento no sólo nacional, sino latinoamericano, la crónica encuentra eco en Brasil en la obra de grandes escritores como Luiz Fernando Veríssimo, el autor brasileño más leído de los últimos tiempos, liderando gran parte de las listas de best sellers. Los cronistas (de ficción y de no ficción) transformaron características de la identidad brasileña (el humor sarcástico, la confusión entre lo público y lo privado, el cotidiano banal y la informalidad de las relaciones sociales como paliativo para las desigualdades) en instantes preciosos de lirismo, ironía y sensibilidad. 

El mercado del libro

Es temprano para que el momento de crecimiento económico que vive Brasil actualmente inspire la literatura en sí, pero no para que caliente los engranajes del mercado literario. Iniciativas gubernamentales de ámbito nacional (mayor distribución de libros en escuelas, por ejemplo) e internacional (apoyo a la traducción de obras brasileñas en el exterior a través de becas de la Biblioteca Nacional, otro ejemplo) y nuevos canales de ventas más allá de las librerías, anima a las editoriales del país y amplía el potencial de negocios incluso para extranjeros. Hay más libros y también más lectores. 

Estrategias de divulgación

Hay mucho esfuerzo para identificar y divulgar las novedades de las letras en Brasil. Por un lado, están las ferias y los premios que cuentan con altos presupuestos (las Bienales de Libros de Sao Paulo y de Rio de Janeiro, la Fiesta Literaria de Paraty, el Foro de la Letras de Oro Preto, el premio Jabuti y tantos otros eventos). Por otro, está el trabajo dedicado y militante de círculos literarios más pequeños, pero de importante repercusión, como es el caso de la Balada Literaria, organizada por el escritor Marcelino Freire en Sao Paulo. 

Sin embargo, lo nuevo no parece estar en esos territorios, sino al margen de él, en las periferias urbanas. Según Marcelino, "hay más de 100 veladas literarias en la periferia de Sao Paulo cada semana. Vivimos un momento de descentralización de la cultura, propiciado en parte por la Internet, pero sobre todo porque el ciudadano 'periférico' se cansó de ser despreciado. '¿Quien dijo que no podemos ser escritores?' es la pregunta que se hace".

La literatura brasileña en tres tiempos

Supliendo la falta de una novela icónica, como puede ser 'Cien años de soledad', tres historias muy brasileñas acercan al lector colombiano a la literatura del Brasil: 

(1) 'Grande Sertão: Veredas', de Guimarães Rosa. Un retrato del Brasil profundo, ambientado en el "sertão" (paraje desértico caracterizado por sus carencias) y que narra la historia de un "jagunço" (secuaz a sueldo) que en su lucha por sobrevivencia vive el amor, la muerte, el sufrimiento, el odio y la alegría. 

(2) 'Viva o povo brasileiro', de João Ubaldo Ribeiro. Cuenta tres siglos de historia del Brasil a partir de personajes del llamado "Recôncavo Baiano", región de origen del autor. El resultado es una historia contada no en términos cronológicos o socioeconómicos, sino a partir de un imaginario que atraviesa épocas y conforma una identidad nacional. 

(3) 'Cidade de Deus', de Paulo Lins. Resultado de una investigación sobre la criminalidad en Río de Janeiro, después convertido en novela, el libro fue recibido por la crítica y por el público como uno de los acontecimientos literarios más importantes de los últimos tiempos en Brasil. El eje de la historia es el proceso de transformación de la favela a partir de una multiplicidad de voces, sin que haya un personaje principal. Fue el punto de partida para la película "Ciudad de Dios", dirigida por Fernando Meirelles con guión de Braulio Mantovani -y que cautivó millones de espectadores en todo el mundo. 

* Escritora y periodista brasileña.
Fuente: EL TIEMPO.COM

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