Por Consuelo Calle
La lista de ayuntamientos que no pagan la nómina a sus empleados es cada día más larga. La lista oficial, claro, porque la oficiosa –la que, de momento, sólo conocen sus empleados y familiares, porque sufren los retrasos en los pagos mientras el ayuntamiento dice y promete que no pasa nada, que es un problema puntual de liquidez…- esa es mucho más extensa e imposible de precisar.
La otra, la oficial, se estimaba a finales de año pasado en más doscientos municipios de toda España que, por problemas de liquidez –y muchos, también, por los excesos cometidos en el pasado-, primero dejaron de pagar a las empresas que les prestaban los servicios (recogida de basura, limpieza, concesiones, etc…) y ahora no tienen ni para abonar la nómina de sus empleados. De aquí que, lo inimaginable, sea ahora una realidad: ayuntamientos que presentan expedientes de regulación de empleo (EREs) para, en el mejor de los casos, rebajar jornada y sueldo, y en el peor, anunciar despidos. Y dramas como los que los leemos en los periódicos: basureros, jardineros, educadores, administrativos… (por poner algunos ejemplos) que llevan meses sin cobrar o empresas que llevan meses (o años) prestando sus servicios a los ayuntamientos sin ver ni un euro a cambio y, asfixiadas, se están viendo abocadas a suspender pagos y dejar sus plantillas en el aire.
La pregunta es, mientras esto está pasando (y lleva pasando ya un tiempo) ¿los alcaldes y el resto de los políticos (concejales, pero también los ediles de todos los partidos representados) que conforman la corporación municipal siguen cobrando puntualmente su sueldo? ¿O la ausencia de dinero para pagar las nóminas de los empleados también les ha afectado a ellos? Dicho de otra manera, ante el problema de no poder pagar a las empresas proveedoras o las nóminas de sus empleados, estos representantes políticos ha levantado el dedo y han dicho: “Empiecen conmigo, si ellos no cobran pese a trabajar, yo tampoco cobro”. No sé ustedes, pero yo no recuerdo haber oído algo parecido. Ni en boca de un alcalde, ni de un concejal, ni de ediles ni de todo el séquito de comunicación, protocolo, relaciones institucionales… y empresas públicas y organismos que cuelgan de las corporaciones municipales. Si alguien lo hubiera hecho, estoy segura de que lo habría anunciado a bombo y platillo. Como quienes anunciaron rebajas de sus propios sueldos tras la recomendación realizada en ese sentido en mayo de 2010 porla FederaciónEspañolade Municipios y Provincias (FEMP) para que los salarios bajasen entre un 8% y un 15% en las corporaciones locales.Pero ojo, que luego no todos se hicieron eco de esas recomendaciones –hubo hasta quien aprovechó la coyuntura para subirse el sueldo- y algunos que sí anunciaron rebajas, luego éstas no resultaron ser tales porque de los recortes se habían excluido otros complementos o sueldos y dietas paralelas de otras empresas públicas.
Yo entiendo que la situación financiera de los ayuntamientos, en general, es muy delicada. Que sus ingresos se han esfumado con el desplome del ladrillo y que los excesos del pasado les ha dejado una deuda de más de 35.000 millones de euros. Pero no entiendo que, quienes tienen problemas y han establecido un orden de prioridades para llevar a cabo los pagos, tengan los sueldos del alcalde, concejales y resto de ediles entre esas prioridades porque, insisto, conozco muy pocos casos -como el Alcalde de Málaga, Jaén, Teruel y alguna localidad menor- en los que, haciendo un enorme gesto para con la sociedad, éstos hayan dicho: “estando las cosas como están, yo tampoco cobro. Y nos ahorramos este sueldo”.
¿Conocen ustedes algún caso?
Fuente: Capital
La otra, la oficial, se estimaba a finales de año pasado en más doscientos municipios de toda España que, por problemas de liquidez –y muchos, también, por los excesos cometidos en el pasado-, primero dejaron de pagar a las empresas que les prestaban los servicios (recogida de basura, limpieza, concesiones, etc…) y ahora no tienen ni para abonar la nómina de sus empleados. De aquí que, lo inimaginable, sea ahora una realidad: ayuntamientos que presentan expedientes de regulación de empleo (EREs) para, en el mejor de los casos, rebajar jornada y sueldo, y en el peor, anunciar despidos. Y dramas como los que los leemos en los periódicos: basureros, jardineros, educadores, administrativos… (por poner algunos ejemplos) que llevan meses sin cobrar o empresas que llevan meses (o años) prestando sus servicios a los ayuntamientos sin ver ni un euro a cambio y, asfixiadas, se están viendo abocadas a suspender pagos y dejar sus plantillas en el aire.
La pregunta es, mientras esto está pasando (y lleva pasando ya un tiempo) ¿los alcaldes y el resto de los políticos (concejales, pero también los ediles de todos los partidos representados) que conforman la corporación municipal siguen cobrando puntualmente su sueldo? ¿O la ausencia de dinero para pagar las nóminas de los empleados también les ha afectado a ellos? Dicho de otra manera, ante el problema de no poder pagar a las empresas proveedoras o las nóminas de sus empleados, estos representantes políticos ha levantado el dedo y han dicho: “Empiecen conmigo, si ellos no cobran pese a trabajar, yo tampoco cobro”. No sé ustedes, pero yo no recuerdo haber oído algo parecido. Ni en boca de un alcalde, ni de un concejal, ni de ediles ni de todo el séquito de comunicación, protocolo, relaciones institucionales… y empresas públicas y organismos que cuelgan de las corporaciones municipales. Si alguien lo hubiera hecho, estoy segura de que lo habría anunciado a bombo y platillo. Como quienes anunciaron rebajas de sus propios sueldos tras la recomendación realizada en ese sentido en mayo de 2010 porla FederaciónEspañolade Municipios y Provincias (FEMP) para que los salarios bajasen entre un 8% y un 15% en las corporaciones locales.Pero ojo, que luego no todos se hicieron eco de esas recomendaciones –hubo hasta quien aprovechó la coyuntura para subirse el sueldo- y algunos que sí anunciaron rebajas, luego éstas no resultaron ser tales porque de los recortes se habían excluido otros complementos o sueldos y dietas paralelas de otras empresas públicas.
Yo entiendo que la situación financiera de los ayuntamientos, en general, es muy delicada. Que sus ingresos se han esfumado con el desplome del ladrillo y que los excesos del pasado les ha dejado una deuda de más de 35.000 millones de euros. Pero no entiendo que, quienes tienen problemas y han establecido un orden de prioridades para llevar a cabo los pagos, tengan los sueldos del alcalde, concejales y resto de ediles entre esas prioridades porque, insisto, conozco muy pocos casos -como el Alcalde de Málaga, Jaén, Teruel y alguna localidad menor- en los que, haciendo un enorme gesto para con la sociedad, éstos hayan dicho: “estando las cosas como están, yo tampoco cobro. Y nos ahorramos este sueldo”.
¿Conocen ustedes algún caso?
Fuente: Capital
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