El sector inmobiliario español sigue estancado, con aproximadamente entre 700.000 y 800.000 viviendas nuevas sin vender y una continuada debilidad de la demanda producto de la elevada tasa de paro, la menor renta disponible y la contracción de la financiación hipotecaria, que en términos de capital prestado disminuyó un 35% en 2011.
Aunque el segmento de viviendas libres ha ajustado precios desde máximos en cerca del 20%, y a pesar de los incentivos que suponen el IVA reducido del 4% y la posible recuperación de la desgravación fiscal, las perspectivas económicas de 2012, que apuntan a una contracción del PIB del 1%, no permiten ser optimistas.
Los factores demográficos tampoco ayudan, toda vez que las tasas de emancipación de los jóvenes son bajas, la inmigración está parcialmente en proceso inverso de regreso a los países de origen y más jóvenes españoles han ido a vivir a otros países en busca de trabajo.
En este contexto han entrado en juego los activos inmobiliarios propiedad de la banca, que según las últimas estimaciones suman 120.000 unidades entre viviendas, parkings, trasteros y fincas rústicas, y que el sector financiero ha puesto en el mercado a través de unidades inmobiliarias creadas ad hoc para la gestión de los activos tras el estallido de la crisis.
La banca cuenta a su favor con la posibilidad de financiar hipotecariamente a los compradores de viviendas de su propiedad y también con flexibilidad en cuanto a la política de precios en función de las provisiones que el sector realice en 2012 siguiendo las pautas marcadas por el Gobierno. Pero el proceso de normalización del sector será largo, pues el recorrido hasta absorber el exceso de oferta llevará años.
Fuente: Expansión.com
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