Reportajes
Hoy deciden el nombre que tendrá esta moneda que podrá usarse junto al euro, una divisa para desarrollar la identidad vasca
Todavía no tiene nombre. Pero ya se barajan algunos. No es fácil bautizar una moneda. Varias asociaciones del País Vasco han propuesto la creación de una divisa propia, «ecológica y solidaria», que comenzaría a usarse primero en Iparralde, en euskera «zona norte» o País Vasco francés (260.000 habitantes), y después en el País Vasco español. Los promotores del proyecto viajaron a finales de enero a Chiemgau, en Baviera, la región alemana con moneda propia, alternativa al euro, desde 2003. Vinieron con ideas para implantar el formato en Euskadi. Queda por ver la aceptación popular y, en caso de imprimirse los billetes (muy parecidos a los del jeugo del Monopoly), qué porcentaje de población accederá a usarlos y cuánta no. Las ventajas, desde luego, pintan como muy apetecibles. Entre otras cosas, porque el uso de la nueva divisa (si se acaba produciendo) implicaría descuentos en las transacciones y un mayor movimiento financiero, tan necesitado allí como en cualquier otro punto de Europa, asolada por la crisis económica.
El problema proviene del uso de la moneda como arma política, una especie de estrategia de distanciamiento respecto de los gobiernos centrales de Francia y España. Un paso más hacia la independencia por parte de una comunidad que, como muestran los partidos políticos más votados en las últimas elecciones generales, aspira a la segregación política. Los vecinos de Bayona o Biarritz, ciudades más importantes de la zona, aún no saben bien en qué consiste exactamente el proyecto y otros puntualizan que «no es una moneda, son como bonos en forma de billete, más parecido al trueque o a los tickets de comida».
Pasta patriótica
Los protagonistas de la idea han volcado toda la información en su web euskalmoneda.org. Allí puede verse el aspecto de los billetes, en tonos pastel azul, verde y rojo, de 5,10 o 20, y, de fondo, bonitos paisajes de la región y los rincones más bellos de sus ciudades. También se incluyen artículos de prensa y vídeos en los que se recoge el uso de otras monedas locales como la «Sol Violette» en Toulouse, Francia. Toda la información se ofrece en francés y euskera. También se avisa de las próximas reuniones previstas para ayer y hoy y la convocatoria en breve de un referéndum para elegir el nombre de la divisa. Las entrevistas personales a los miembros son más complicadas ya que, sostienen, «todo se tergiversa para atacarnos». Así se pronuncia uno de los responsables vía telefónica desde Bayona.
De cualquier modo, en una entrevista concedida a la televisión pública vasca (eitb.com) y recogida en varios medios la semana pasada, Dante Edme-Sanjurjo, miembro de la asociación para la creación de una moneda local vasca, explicó sus intenciones sin tapujos. «Se trata en primer lugar de crear una moneda que favorezca un desarrollo local y compatible con la preservación del medioambiente. Además de los logros sociales, esta moneda también busca impulsar la cultura vasca, ya que se impulsará el uso público del euskera, por ejemplo en los comercios», contó. «Por ejemplo, a un restaurante podríamos proponer aumentar la utilización de productos locales, preparar un menú bilingüe, reciclar los desechos, etc.», agregó Edme-Sanjurjo.
Una delegación de los pioneros del proyecto viajó a Baviera entre el 25 y el 28 de enero. En la bonita región de Chiemgau, muy cerca de Austria, se utiliza una moneda propia, no acuñada en el banco central. Se llama «chiemgauer» y equivale a un euro.
Según Txetx Etcheverry, miembro de la asociación, «la red del “chiemgauer” cubre un territorio muy parecido al territorio de Iparralde”, con unos 300.000 habitantes, la mayoría en zonas rurales y pequeñas ciudades.
La mayoría de los comerciantes con los que el comité se reunió, aseguran que «su primera motivación para utilizar la moneda local es la financiación de las asociaciones a las que apoyan a través de este sistema,” añadió Mendi Esteban. En Chiemgau, precisó, la moneda local sirve, entre otras cosas, para financiar este tipo de agrupaciones.
«Cuando una empresa o un comerciante ha recibido de sus clientes más “chiemgauer” de lo que él pueda gastar, los puede volver a cambiar, pero se le retiene un 5%, lo que le incita a reutilizar la moneda local», indicó Adrien Kempf. «Ese 5% sirve, por un lado, (2%) para financiar el sistema, y por otro, (3%) para financiar las asociaciones locales», añadió.
Dinero para el valle
En cuanto al lanzamiento de la moneda complementaria vasca, los promotores quieren realizar un primer experimento hacia finales de año». Un comité de la asociación se va a reunir los días 18 y 19 de febrero para poner negro sobre blanco el proyecto», anunció Dante Edme-Sanjurjo. «Se organizará una campaña para elegir el nombre de la moneda de forma democrática y participativa, invitando a los habitantes de Iparralde a proponer unos nombres para su moneda, y luego elegir uno», detalló.
Desde Alemania se muestran encantados. Martin-Christoph Ziethe, encargado de una de las oficinas de “chiemgauer”, concretamente la de Rosenheim, explica que a ellos les funciona muy bien y debería llevarse a cabo en más lugares. «Sí, vinieron de España y contamos todo lo que hacemos aquí», contó a LA RAZÓN. «Es un sistema muy útil. Seguro que saldrá bien», apostó.
En esta zona de Baviera, entre Rosenheim y Traunstein, el paisaje es abrumador: montañas nevadas, el inmenso lago Chiemsee (80 kilómetros), en el que se encuentra el castillo Herrenchiemsee, conocido como palacio del Rey Loco (Luis II). Los responsables destacan que debe fomentarse el comercio de forma particular, invitar a los ciudadanos a salir de sus casas/refugio, acercarse a las tiendas, comprar. Reactivar el ciclo económico.
La idea, realmente, no es original. El uso de divisas alternativas se da también en Estados Unidos, Japón y Escocia, entre otros. En Berkshire County, Massachussetts, por ejemplo, muchos residentes utilizan la moneda local, el «BerkShare», para comprar productos con descuento en las tiendas de los pueblos. Este condado, asimismo, cuenta con una larga trayectoria de autonomía y es centro neurálgico de artistas. En los años más recientes, los habitantes de esta comunidad en Nueva Inglaterra han venido utilizando su propia moneda para comerciar en las tiendas y restaurantes.
Una idea del «vegetariano ético»
Carter Dougherty, en un reportaje publicado en «International Herald Tribune» en 2007, señalaba que este tipo de divisas anima a la gente a gastar más y más rápido. Primero, señala el experto, porque se consiguen descuentos (el 5% en la provincia alemana) y segundo porque cuanto más tiempo transcurre, menos valor tienen los billetes. «En el caso del “chiemgauer”, por ejemplo, los billetes pierden el dos por ciento de su valor si no se gasta en un tiempo determinado», escribió. El beneficio, en síntesis, es «la velocidad del dinero». La idea original proviene del economista alemán Silvio Gesell (1862-1930), llamado en su época «el vegetariano ético». Ya en su tiempo, se consideraba a sí mismo un ciudadano del mundo y creía que el planeta debía pertenecer a todos, independientemente de sus diferencias de raza, género clase o religión. Gesell fundó la Freiwirtschaftslehre (doctrina de libre economía). En 1906 escribió «El orden económico natural», en el que apostaba por una moneda que se depreciaría con el tiempo, en intervalos organizados. Su obra hace una llamada a una oportunidad de negocio en igualdad de condiciones para todos. Ello incluye abolir todo tipo de privilegios legales y adquiridos.
El problema proviene del uso de la moneda como arma política, una especie de estrategia de distanciamiento respecto de los gobiernos centrales de Francia y España. Un paso más hacia la independencia por parte de una comunidad que, como muestran los partidos políticos más votados en las últimas elecciones generales, aspira a la segregación política. Los vecinos de Bayona o Biarritz, ciudades más importantes de la zona, aún no saben bien en qué consiste exactamente el proyecto y otros puntualizan que «no es una moneda, son como bonos en forma de billete, más parecido al trueque o a los tickets de comida».
Pasta patriótica
Los protagonistas de la idea han volcado toda la información en su web euskalmoneda.org. Allí puede verse el aspecto de los billetes, en tonos pastel azul, verde y rojo, de 5,10 o 20, y, de fondo, bonitos paisajes de la región y los rincones más bellos de sus ciudades. También se incluyen artículos de prensa y vídeos en los que se recoge el uso de otras monedas locales como la «Sol Violette» en Toulouse, Francia. Toda la información se ofrece en francés y euskera. También se avisa de las próximas reuniones previstas para ayer y hoy y la convocatoria en breve de un referéndum para elegir el nombre de la divisa. Las entrevistas personales a los miembros son más complicadas ya que, sostienen, «todo se tergiversa para atacarnos». Así se pronuncia uno de los responsables vía telefónica desde Bayona.
De cualquier modo, en una entrevista concedida a la televisión pública vasca (eitb.com) y recogida en varios medios la semana pasada, Dante Edme-Sanjurjo, miembro de la asociación para la creación de una moneda local vasca, explicó sus intenciones sin tapujos. «Se trata en primer lugar de crear una moneda que favorezca un desarrollo local y compatible con la preservación del medioambiente. Además de los logros sociales, esta moneda también busca impulsar la cultura vasca, ya que se impulsará el uso público del euskera, por ejemplo en los comercios», contó. «Por ejemplo, a un restaurante podríamos proponer aumentar la utilización de productos locales, preparar un menú bilingüe, reciclar los desechos, etc.», agregó Edme-Sanjurjo.
Una delegación de los pioneros del proyecto viajó a Baviera entre el 25 y el 28 de enero. En la bonita región de Chiemgau, muy cerca de Austria, se utiliza una moneda propia, no acuñada en el banco central. Se llama «chiemgauer» y equivale a un euro.
Según Txetx Etcheverry, miembro de la asociación, «la red del “chiemgauer” cubre un territorio muy parecido al territorio de Iparralde”, con unos 300.000 habitantes, la mayoría en zonas rurales y pequeñas ciudades.
La mayoría de los comerciantes con los que el comité se reunió, aseguran que «su primera motivación para utilizar la moneda local es la financiación de las asociaciones a las que apoyan a través de este sistema,” añadió Mendi Esteban. En Chiemgau, precisó, la moneda local sirve, entre otras cosas, para financiar este tipo de agrupaciones.
«Cuando una empresa o un comerciante ha recibido de sus clientes más “chiemgauer” de lo que él pueda gastar, los puede volver a cambiar, pero se le retiene un 5%, lo que le incita a reutilizar la moneda local», indicó Adrien Kempf. «Ese 5% sirve, por un lado, (2%) para financiar el sistema, y por otro, (3%) para financiar las asociaciones locales», añadió.
Dinero para el valle
En cuanto al lanzamiento de la moneda complementaria vasca, los promotores quieren realizar un primer experimento hacia finales de año». Un comité de la asociación se va a reunir los días 18 y 19 de febrero para poner negro sobre blanco el proyecto», anunció Dante Edme-Sanjurjo. «Se organizará una campaña para elegir el nombre de la moneda de forma democrática y participativa, invitando a los habitantes de Iparralde a proponer unos nombres para su moneda, y luego elegir uno», detalló.
Desde Alemania se muestran encantados. Martin-Christoph Ziethe, encargado de una de las oficinas de “chiemgauer”, concretamente la de Rosenheim, explica que a ellos les funciona muy bien y debería llevarse a cabo en más lugares. «Sí, vinieron de España y contamos todo lo que hacemos aquí», contó a LA RAZÓN. «Es un sistema muy útil. Seguro que saldrá bien», apostó.
En esta zona de Baviera, entre Rosenheim y Traunstein, el paisaje es abrumador: montañas nevadas, el inmenso lago Chiemsee (80 kilómetros), en el que se encuentra el castillo Herrenchiemsee, conocido como palacio del Rey Loco (Luis II). Los responsables destacan que debe fomentarse el comercio de forma particular, invitar a los ciudadanos a salir de sus casas/refugio, acercarse a las tiendas, comprar. Reactivar el ciclo económico.
La idea, realmente, no es original. El uso de divisas alternativas se da también en Estados Unidos, Japón y Escocia, entre otros. En Berkshire County, Massachussetts, por ejemplo, muchos residentes utilizan la moneda local, el «BerkShare», para comprar productos con descuento en las tiendas de los pueblos. Este condado, asimismo, cuenta con una larga trayectoria de autonomía y es centro neurálgico de artistas. En los años más recientes, los habitantes de esta comunidad en Nueva Inglaterra han venido utilizando su propia moneda para comerciar en las tiendas y restaurantes.
Una idea del «vegetariano ético»
Carter Dougherty, en un reportaje publicado en «International Herald Tribune» en 2007, señalaba que este tipo de divisas anima a la gente a gastar más y más rápido. Primero, señala el experto, porque se consiguen descuentos (el 5% en la provincia alemana) y segundo porque cuanto más tiempo transcurre, menos valor tienen los billetes. «En el caso del “chiemgauer”, por ejemplo, los billetes pierden el dos por ciento de su valor si no se gasta en un tiempo determinado», escribió. El beneficio, en síntesis, es «la velocidad del dinero». La idea original proviene del economista alemán Silvio Gesell (1862-1930), llamado en su época «el vegetariano ético». Ya en su tiempo, se consideraba a sí mismo un ciudadano del mundo y creía que el planeta debía pertenecer a todos, independientemente de sus diferencias de raza, género clase o religión. Gesell fundó la Freiwirtschaftslehre (doctrina de libre economía). En 1906 escribió «El orden económico natural», en el que apostaba por una moneda que se depreciaría con el tiempo, en intervalos organizados. Su obra hace una llamada a una oportunidad de negocio en igualdad de condiciones para todos. Ello incluye abolir todo tipo de privilegios legales y adquiridos.
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