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viernes, 13 de enero de 2012

"Leyendas de Escocia"

 Sobre Javier Pérez Campos:

Javier Pérez Campos, se puede definir como una joven promesa en el mundo del "periodismo de lo desconocido" y un intrépido investigador...

Colabora en diversos medios de comunicación entre ellos ikerjimenez.com donde ha publicado ya varios reportajes que despertaron gran interés. 

Sus recientes investigaciones las podrás encontrar en su bitácora personal:

por Javier Pérez Campos
Me envuelvo del sonido de gaitas que tocan bajo la lluvia para escribir este artículo… Para recordar un mágico viaje por los bellos pasajes escoceses… Por castillos con leyenda (y de leyenda), por callejones encantados y por la vieja historia revelada solo a algunos curiosos.

Acompáñeme por los callejones empedrados, parques verdes y tabernas de madera, todo ello rodeado de niebla, en un paseo nocturno pero iluminador, como los viejos faroles de gas que aún alumbran algunos de los comercios del casco antiguo de Edimburgo. Acompáñeme por este viaje a caballo entre la leyenda, la historia, y las míticas historias de terror de Robert Louis Stevenson, que tanto tienen ahora que ver…

Primera parada: Glasgow

La lluvia caía impetuosa sobre el oscuro asfalto… Era casi el único sonido que podía escucharse ya a las afueras del aeropuerto 'Glasgow International'. 

Glasgow no es una ciudad especialmente turística ni cultural, sino más bien comercial e incluso industrial, teniendo en cuenta que ya desde el S. XVIII adquirió una gran importancia económica debido al comercio, principalmente de ron y azúcar, con Europa y Estados Unidos, además de ser el centro de manufacturas textiles, construcción naval e industria siderúrgica y carbonera.

Recuerdo cómo un fantástico caballero escocés típico, de falda y sporran, nos contó la leyenda de la ciudad, que hoy cobra forma en su emblema oficial y que puede verse en la mayoría de las farolas que alumbran algunas calles.

La leyenda cuenta que un rey entregó un bello anillo de oro a su esposa. El más caro de todo el reino para ser exactos. Sin embargo, tiempo después, la reina otorgó el caro anillo a un buen soldado, con quien mantenía un desliz. Cuando el rey se enteró de todo aquello, se acercó al dormitorio del soldado cuando éste dormía, y tras quitar el anillo de su dedo, se acercó al río Cycle, y lo tiró sin pensarlo dos veces, embargado por la furia.

Al día siguiente, el rey pidió a la reina el anillo, intentando que esta supiera de su coartada. Ella, tras ir en busca del caballero y descubrir que este no tenía en anillo, rezó a San Mungo, pidiéndole que este apareciera.

Nadie sabe cómo ni por qué, pero en la cocina del gran castillo, la reina encontró el anillo al abrir la tripa de un salmón rosado, que probablemente había sido pescado en el río Cycle… El rey, al ver que la reina le mostraba su anillo, pensó que todo había sido un malentendido, y su matrimonio quedó a salvo.

Tras escuchar la leyenda, y agradecer a aquel caballero el interés, envuelto en sonido de gaitas, nos dirigimos a Glasgow Green. Kilómetros de parques, monumentos e historia pura y dura, que no deja de sorprendernos… Uno de los parques más antiguos de la ciudad, donde se celebraron más de sesenta ajusticiamientos entre 1814 y 1865.

Toda la información referente a estos sucesos se encuentra en el People’s Palace, un museo dedicado a la historia de la población de Glasgow, incluido el registro de ajusticiamientos, entre los que encontramos, además de otros muchos:
James Dyer: Allanamiento de morada 24 Octubre 1821
T. Donachy: Allanamiento de morada y robo 5 Junio 1822
Francis Kean: Robo 2 Junio 1824
William Devon: Asesinato 21 de Julio de 1824
El último ajusticiamiento público en Glasgow Green es el de Edward Pritchard, el 28 de Julio de 1865, por el asesinato mediante envenenamiento de su suegra y su esposa.

Más de doscientos crímenes se registraron en un periodo de 51 años en la ciudad de Glasgow.

Tras la visita a Glasgow Green, caminamos hacia la imponente catedral de Glasgow, que es la mayor de toda Escocia. Se trata de una iglesia de estilo gótico, donde se encuentra enterrado San Mungo.

Llama la atención que la catedral está rodeada de nichos y tumbas “esparcidas” por el suelo, casi aleatoriamente. Tal es así, que para poder ver el Memento Mori (traducido del latín: “Recuerda que eres mortal”) situado en el exterior de la catedral, debes sortear los viejos mármoles de siglos ya pasados de la necrópolis.

Ya dentro de la catedral, que data del año 1136 aproximadamente y cuyas constantes reformas no terminaron hasta 1835, llama la atención la cripta, donde encontramos la tumba de San Mungo, además de otras criptas conmemorativas a los caídos en diversas guerras de Escocia.

Además, en el cementerio encontramos también la tumba de Andrew Buchanan, nacido en Glasgow en 1798 y de gran importancia para la ciudad, ya que ayudó a su progreso y desarrollo de manera implacable. Tanto es así, que en la actualidad la calle principal de Glasgow lleva su nombre… Buchanan Street. Además de otros edificios que también llevan su nombre, o la fiesta de Saint Andrew. Y a tan solo unos pasos de la catedral, encontramos un museo interesantísimo, que no deja a nadie impasible… El museo de Vida religiosa y Arte de San Mungo.

Allí encontramos un interesante estudio de las diversas religiones, y de los dioses adorados a lo largo de la historia. 

Entre otras muchas figuras, destaca el “Dancing Skeleton”, que procede de la fiesta mexicana del Día de difuntos, y que no simboliza otra cosa que el triunfo de la vida sobre la muerte… Pero no deja de ser una curiosa imagen.

Entre otros, también encontramos una momia real, expuesta junto a su sarcófago. Finalmente, y como mención especial, en el museo Kelvingrove encontramos un famoso cuadro de Dalí… El Cristo de San Juan de la Cruz, que nos muestra desde arriba a Cristo crucificado. Pero el tiempo vuela, y no podemos detenernos más… Viajamos a Edimburgo, tierra de castillos, de leyendas, de historias clásicas de fantasmas y sobre todo… Una tierra plagada de curiosidades que merecen ser conocidas.

Segunda parada: Edimburgo

Nos encontramos en la capital de Escocia. Se trata de una ciudad que recibe un gran número de turismo a lo largo del año. Y no es para menos. Llama la atención, entre otras muchas cosas, el número de “Recorridos del terror”. Ahora mismo, tengo sobre mi mesa varios folletos que recogí a lo largo de mi visita. “Tour de fantasmas y tortura”, o “Descubre las calles subterráneas de Edimburgo”. 

Uno de ellos, dice incluso: “Calma tus nervios al final del recorrido, tomando una copa en Nicol Edwards, el pub más encantado de Escocia”.

Buceando en la historia del pub, no encontramos nada que sea relevante, por lo que se trata de una forma de atraer la atención, que no deja de ser interesante. Lo que sí es cierto es que existe otra ciudad debajo de Edimburgo. Pasadizos e incluso alojamientos… Se trata de calles medievales, en las que se crearon tabernas o casas, y que principalmente tenían carácter defensivo. Sin embargo la claustrofobia, y cuestiones de sanidad, hicieron que la vida “volviera” a la superficie, y esta pequeña ciudad bajo el suelo fuera abandonada en el S. XIX. 

Hace ahora menos de un año, un grupo de “cazafantasmas” encabezado por Richard Wiseman de la Universidad de Hertfordshire trataron de investigar estos pasadizos, sin llegar a ninguna conclusión clara. 

Wiseman aseguraba creer que todas las historias que de fantasmas se cuentan sobre los subterráneos de Mary King’s Close son pura leyenda e imaginación popular.

Y es que la historia de este “subbarrio” cuenta que decenas de enfermos a causa de una gran plaga fueron abandonados en dicho lugar, en 1645, para morir, evitando el contagio a la gente sana. La leyenda asegura que alguna noche hay quien ha podido ser testigo de cómo unos seres vestidos de negro vagabundean por esta calle de la ciudad subterránea. No son las únicas vivencias paranormales bajo la ciudad de Edimburgo… Muchos aseguran que extraños ruidos como toses o lamentos, pueden escucharse casi diariamente, además de la percepción de fuertes olores.

El pequeño Bobby

Un poco más amable es la historia de Bobby, un pequeño terrier que vivía feliz junto a su amo, el policía John Gray, en 1856.

James Brown, el viejo enterrador y cuidador del cementerio en la época, queda asombrado al ver cómo el pequeño Bobby acompaña al cortejo fúnebre durante el entierro de su amo. El enterrador, que no permite la entrada de caninos al cementerio, decide echarlo sin más.

Pero a la mañana siguiente, cuando este despierta… Su asombro crece al divisar una pequeña figurita temblorosa que yace tumbada sobre el frío y húmedo mármol de la lápida de John Gray. Se trataba de Bobby, una vez más.

Aquello sucedía cada día. Bobby acudía a la tumba de su dueño todas las mañanas, y después se marchaba, y se sentaba a la puerta de un bar –que hoy sigue en pie- llamado “The eating house”, donde el dueño se ocupaba de darle al perro su almuerzo.

Cuentan que Bobby no abandonó la tumba de su dueño durante catorce años, hasta su propia muerte.

Actualmente, frente a “The eating house” encontramos un memorial al pequeño Bobby… El perro fiel.

Jekyll y Mr. Hude. ¿Base real?

Algunos aseguran que se trata de una joya literaria que solo fue escrita en siete días. La cuestión es que Robert Louis Stevenson, maestro de la ciencia ficción, no utilizó toda su imaginación para crear a un personaje como el Dr. Jekyll. Y es que, cuando tenía tan solo ocho o nueve años, escuchó contar la historia de Deacon Brodie (Brodie el decano).

William Brody nació en Edimburgo, al igual que Stevenson, salvo que unos años antes… Concretamente el 28 de septiembre de 1741. Brody era un ebanista muy apreciado por todos… Un vecino de quien nadie esperaría nada fuera de lo común. Alguien de lo más normal.

Construía armarios, además de otros muchos muebles, para la gente más rica de la ciudad, como banqueros o negociantes. Y era por ello por lo que conocía casi a la perfección los alojamientos de cada uno de ellos.

Pronto comenzó a hacer copias de las llaves de todos los clientes para los que trabajaba… Y cada noche, entraba en sus casas y las saqueaba, saliendo cargado de oro, joyas y dinero.

Nadie sospechaba de él, un hombre amable y siempre dispuesto a todo.

Pero “ver es creer”, y la noche del 5 de marzo de 1788, no pocos fueron los testigos que vieron a Brody asaltando la Oficina General de Impuestos de Escocia. El golpe, por supuesto, fue fallido.

Y solo unos meses después, tras ser juzgado, se llevó a cabo su ajusticiamiento en la ahorca. Hoy, en el casco antiguo de la ciudad, descansa un recuerdo a tan curioso personaje… Un personaje que forma parte de la historia de Edimburgo, y también, por qué no, de la literatura…

Última parada: El Lago Ness

De aguas oscuras debido a la gran cantidad de turba, y con una extensión de 37 km² , el lago Ness es el de mayor profundidad de toda Escocia (226 m. en su parte más profunda). Dicen que además contiene mucha más agua dulce que todos los lagos de Inglaterra y Gales juntos. Se trata, sin duda, de uno de los pulmones del mundo. Aunque, para bien o para mal, no es este el principal atractivo que atrae cada año a miles de visitantes, periodistas, y marineros. 

Y es que, un ser de poco más de tres metros de longitud, es capaz de hacer sombra a 37 km². Un ser que, según la leyenda, el folklore, legajos y algún que otro testimonio, vive bajo las profundas y oscuras aguas del lago. Un ser al que la tradición ha bautizado como Nessie, el monstruo del lago Ness.

Algunos estudiosos aseguran que, si los testimonios de avistamientos fueran ciertos, la criatura debe tratarse de un plesiosaurio; una criatura acuática prehistórica, de la era mesozoica.

Sin embargo, existen ciertos estudios que derriban la teoría de que un plesiosaurio pueda mantenerse vivo bajo las aguas del lago. Por ejemplo, este no es lo bastante grande ni productivo para poder mantener una biomasa que a su vez sea capaz de mantener a la criatura. Además, el lago fue originado mediante una glaciación geológica relativamente reciente, y se mantuvo congelado durante la era de hielo.

Por otro lado, la forma que dan algunos testigos que aseguran haberlo visto fuera del agua, no concuerda con la que tendría el animal prehistórico. Es el caso de Alfred Cruickshank, que afirmó haberse cruzado con un extraño ser, mientras conducía dentro de su vehículo por una carretera limítrofe al lago la mañana de un día de abril de 1923, y que el este era semejante a un elefante de 3 m. o 3.5 m. y de lomo arqueado.

Si nos remontamos al primer avistamiento, o a la primera mención a la criatura acuática del lago Ness, debemos retroceder casi dos siglos, cuando San Columba asegura haber salvado la vida de un hombre que estaba siendo atacado por un monstruo que había salido del río Ness.

Sin embargo, la primera descripción moderna del “monstruo” llega en 1868 de la mano del diario Inverness Courier, que asegura la existencia de un “pez o enorme criatura que habita en la profundidad de las aguas”. Otros periódicos de la época, también hablaban del tema, salvo que bajo otra óptica… Creían que se trataba de kelpies, unos seres fantásticos que pertenecen a la cultura griega, que viven bajo el agua y que se aparecerían a los humanos en forma generalmente de caballo. Estos seres son realmente propios de los lagos escoceses, y su naturaleza es puramente maligna.

Estudios antropológicos aseguran que muy probablemente el origen de Nessie proceda de estos seres mitológicos.

Para otros se trata de simples pareidolias, es decir, trucos de la mente que nos hacen ver, por ejemplo, dragones en las nubes, o en este caso, un monstruo marino donde solo hay troncos de árboles flotando.

Lo cierto es que en pleno siglo XXI nadie sabe el origen de Nessie, ni tan siquiera puede probar su existencia. Pero tampoco nadie puede negar la riqueza de una historia que podría ser real, ni negar tampoco su belleza…

Los estudios continúan a día de hoy, y las investigaciones no cesan. Y tampoco hay nadie que visite el lago Ness sin ser capaz de imaginar a ese ser, Nessie, inmerso en la negrura de las aguas y aislado de este mundo… Un mundo que sigue preguntándose si es suya la sombra que se refleja sobre el horizonte en algunos fotogramas, y que es capaz de recorrer kilómetros en su búsqueda.

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