Luis Rosales y Pablo Neruda |
GABRIELE MORELLI | Publicado el 13/01/2012
La amistad entre Luis Rosales y Pablo Neruda fue cuento largo. Se conocieron en el Madrid de los años 30, donde el poeta granadino, íntimo amigo de Lorca, comenzó a colaborar en la revista “Cruz y Raya”, que dirigía el chileno. Las diferencias ideológicas y las sospechas les alejaron después del 36, pero en 1971 volvieron a encontrarse, pues Neruda pasó por Madrid tras recibir el premio Nobel. Dos años después, Rosales preparaba una edición de la poesía del chileno pero los editores exigían que no aparecieran los poemas sobre la guerra civil. Y Neruda aceptó autocensurarse. El profesor Gabriele Morelli nos descubre la historia y presenta esta correspondencia inédita, ahora que Visor publica El libro de las baladas, una antología de Luis Rosales con versos de juventud, muchos de ellos inéditos, en edición crítica y notas de Xelo Candel. El lector puede disfrutar las mejores baladas inéditas en www.elcultural.es
Contra quienes sostienen una cosmovisión ideologizada a ultranza, que divide el mundo en dos bandos, los buenos y los malos, y para quienes resulta difícil, por ejemplo, conciliar la figura de Pablo Neruda con la de Luis Rosales, como representantes de una dicotomía imposible de armonizar, conviene afirmar que ambos poetas, que se frecuentaron con asiduidad en los años treinta durante la residencia madrileña de Pablo, fueron buenos amigos y se estimaron recíprocamente hasta el final. Así lo muestra el texto autógrafo que Neruda envió para el homenaje que la revista Cuadernos Hispanoamericanos (mayo-junio de 1971) dedicó a Rosales:
“Qué decir de Luis Rosales a quien yo conocí naranjo, recién florido en aquellos años treinta, y que ahora es gran poeta, exacto definidor, señor de idioma. Ahora lo tenemos lleno de frutos, exigente y fecundo. Atravesó este mortal antipolítico el momento desgarrador en Andalucía y se ha recuperado en silencio y en palabra. Salud! Buen compañero!”
Anteriormente, durante y después de la contienda civil, la relación humana y literaria entre los dos poetas se había enfriado un tanto. Sin embargo, hacia 1971, año de la concesión a Neruda del Nobel de Literatura, vuelven a estrecharse vínculos entre los dos amigos. No se conoce ninguna declaración oficial de Rosales, aunque ¡bien podemos imaginarlo! la noticia constituyera para él motivo de gran alegría, como lo fue para su amigo Luis Felipe Vivanco, quien, con satisfacción personal (no exenta de una sutil vena crítica contra el régimen), comenta de este modo el acontecimiento en su Diario (1946-1975):
"¡Qué triunfo para la España de Franco! Le han dado el Nobel a Pablo Neruda. Mañana, Pablo Casals, a sus noventa y cinco años, estrena la música del himno de la ONU, y pasado mañana Pablo Picasso cumple noventa años."
Tras recoger Neruda el premio en diciembre, su avión de regreso hace escala en el aeropuerto de Barajas. Vivanco y Rosales fueron a saludarle. El primero anota en su Diario: "Me alegro de haber bajado a Barajas y haberle dado un abrazo, a su paso por Madrid". Gonzalo Menéndez Pidal, hijo del gran filólogo, inmortaliza el encuentro en una fotografía en que se ve a Neruda sonriendo satisfecho entre los dos antiguos amigos españoles. Poco después, Rosales empieza a escribir el libro La poesía de Neruda -en parte anticipado en el Prólogo de su selección-, publicado por la Editora Nacional en 1978, donde analiza las coordenadas esenciales que caracterizan la producción del chileno. Se trata, apunta, de “una poesía con argumento, una poesía total que asume en su expresión los contenidos propios de la expresión lírica y la expresión narrativa”. Ninguna formulación más adecuada para definir su propia experiencia poética. El proceso de acercamiento, cada uno con su singularidad, entre los dos poetas es evidente, como también lo es la gran deuda -reconocida por el propio Rosales- que este, renovador de la poesía española de posguerra, tiene contraída con su amigo y maestro chileno.
A partir de 1973, Rosales prepara una gran antología de la poesía nerudiana -que vería la luz en 1974 en la editorial Noguer-, en torno a la cual se cruzan tres cartas entre los dos poetas, que tienen como punto de discusión la exclusión de poemas de asunto político, propuesta por el propio Neruda, como consecuencia de las numerosas dificultades encontradas para publicar su obra en España. Se imponía así el chileno una especie de autocensura preventiva, que provenía de las exigencias editoriales ante el temor a la intervención de la censura franquista.
La reciente celebración del centenario del nacimiento de Rosales, buena parte de cuyo éxito se debe a la generosa colaboración prestada por Luis Rosales Fouz, hijo del poeta, nos ha permitido reexaminar la gran cosecha de documentación dejada por aquel, conservada en el Archivo Histórico Nacional, de donde procede esta correspondencia inédita que presento. Se trata de un tríptico epistolar que empieza con una misiva urgente del granadino (13 febrero de 1973), quien pide a Pablo confirmación de su autorización para eliminar “toda la poesía que tenga un carácter definitivamente político”. La respuesta de Neruda, residente en Isla Negra, lleva fecha del 15 de febrero, e ilustra las variadas dificultades encontradas hasta ahora para publicar su Obra Completa en España por la presencia de poemas políticos nacionales, por lo cual ha decidido quitar todos “aquellos textos o fragmentos que contengan temas de la Guerra Civil que imposibilitarían la edición”; pero, declara terminantemente, no quiere eliminar los demás de contenido ideológico. La carta se cierra con la alusión, entre otras, a las obras del conde de Villamediana, autor por el cual, como es sabido, se interesan ambos. Ya en julio de 1935, Neruda presentaba en la revista Cruz y Raya su entrega Poesías de Villamediana (En manos del silencio), y Rosales, en 1969, su libro Pasión y muerte del conde de Villamediana. Precisamente, la predilección de Neruda por Villamediana había sido criticada por Juan Ramón Jiménez, quien a este propósito escribe: “Y ya en los años 30, y esto es lo más peregrino, ¿no cayó Neruda, casi, en el goloseo gongorino de Villamediana, según moda del momento en cierta España otramente barroca?”.
Con la misiva de contestación de Rosales se cierra el breve epistolario: Luis expresa a su amigo su satisfacción por la aclaración recibida, mostrándose perfectamente de acuerdo con sus indicaciones; ya que, comenta, “eliminar de una selección muy completa de tu obra los poemas políticos carecería de sentido”. En efecto, entraron a formar parte de la antología nerudiana varios poemas del Canto General en que se exalta esa América de los “ríos arteriales” frente a “la peluca y la casaca· impuestas por los colonizadores; de igual modo están presentes textos de Las uvas y el viento, como la composición “El viento en Asia”, un himno a la nueva sociedad comunista china de Mao Tse-Tung. En fin, Rosales fue fiel al compromiso contraído con su amigo Pablo, respetando en todo su voluntad; es decir, expurgando los textos “políticos” de referencia española, pero incluyendo al tiempo los otros poemas de tema ideológico que, según Neruda (y la alusión a la particular situación del país sujeto a Franco es evidente), “pueden publicarse entre vosotros”.
"Estoy muy acostumbrado a las artimañas de los editores"
Madrid, 13 de febrero de 1973
INSTITUTO DE CULTURA HISPÁNICA. LR/PA.
Querido Pablo:
Te escribo unas letras de urgencia y no la carta que desearía escribirte. Ya hace muchos años que no hago nunca lo que quiero.
Como recordarás, pues en alguna ocasión he hablado contigo de ello, me han encargado que haga una selección de tu obra y la prologue. Tengo la ilusión, disposición y casi necesidad de escribir sobre tu poesía, pero quisiera aclarar contigo estas palabras con las cuales termina su carta José Pardo, Director de la Editorial Noguer, al invitarme a hacer esta edición:
“A todo lo expuesto debo añadir, querido Luis, que por deseo expreso de Neruda se eliminará de esta selección de su obra toda la poesía que tenga un carácter definidamente político”.
No puedo ponerme a hacer una antología tuya sin aclarar contigo este punto, pues ya estoy muy acostumbrado a las artimañas de los editores. Si estás de acuerdo con ello, pondré manos a la obra inmediata y alegremente.
Un abrazo para Matilde, y deseando verte pronto aquí o allí, se despide tu buen amigo.
Luis Rosales
"Estuve de acuerdo en eliminar fragmentos de la guerra civil"
Isla Negra, Febrero 15 de 1973
Señor Luis Rosales
Instituto de Cultura Hispana [sic]
Madrid
Querido Luis:
Contesto tu carta recién llegada. No sé si ella se refiere a Ediciones autorizadas por Carmen Balcells, de Barcelona, que es mi Agente Literario.
Suponiendo que así sea, tengo algunos antecedentes que darte: mi obra para publicarse en España encontró variadas dificultades y acuerdos que estaban a punto de cumplirse se echaron atrás a última hora por temores políticos de varios Editores.
Por último se llegó a acuerdo con una Editorial para que publicara una especie de Obras Completas en dos tomos. No recuerdo quién fué el Editor. Para evitar los inconvenientes referidos estuve de acuerdo para que partes que harían peligrar la Edición se eliminaran de estas obras. Naturalmente que se trata de aquellos textos o fragmentos que contengan temas de la Guerra Civil que imposibilitarían la edición. De ninguna manera puedo eliminar mis poemas políticos que no guarden relación con tales temas, y que por lo demás, por lo que veo, puede publicarse entre vosotros. Eliminar mis Poemas políticos en general sería un disparate.
También en la Edición de Obras Completas de Losada no están tomados en cuenta Obras políticas como Canción de Gesta. Mi punto de vista es que estas Obras que por un motivo u otro encuentran obstáculos insalvables, pueden publicarse en otro sitio y en otras condiciones. Mi Obra es demasiado espaciosa para que todo el mundo pueda encontrar allí lo que quiera y no me importa que tal o cual cosa no el guste a la gente, la objete o no la encuentre: siempre se contentarán con alguna parte de lo que he hecho. No tengo gran amor propio ni he sido nunca un intransigente político.
Que esta carta quede entre nosotros y tú procederás de acuerdo con lo que creas mejor bastándome ya el placer de que te hayas encargado a tí esta Antología. Me he quedado esperando las obras de Villamediana impresas que publicaste así como las copias de Códices que también me prometiste.
Te abraza fraternalmente
Pablo Neruda
“Eliminar los poemas políticos de tu obra carecería de sentido”
Madrid, 13 de febrero de 1973
Sr. D. Pablo Neruda
ISLA NEGRA (Chile). INSTITUTO DE CULTURA HISPÁNICA LR/PA.
Querido Pablo:
Me alegra haberte comunicado mis temores y que me hayas aclarado tu posición en el asunto. Te daré los detalles que conozco de esta edición.
Coincide efectivamente con las indicaciones que tú me das de publicar dos tomos de mil páginas cada uno. La editorial es Clásicos Noguer, S.A., y la edición está autorizada por Carmen Balcells, con la que me puse en contacto y con quien teno buena amistad-. A mí me han encargado que haga una selección de dos mil páginas. Te acompaño fotocopia de la carta de Noguer.
Desde luego, creo como tú, que eliminar de una selección muy completa de tu obra los poemas políticos carecería de sentido, por eso te escribí. Aclararé este punto con la editorial antes de comprometerme a nada. Por lo demás, querido Pablo, te repito que estoy encantado de hacer este trabajo de selección y estudio de tu obra.
En caso de aceptar el encargo, te tendré puntualmente al corriente del desarrollo del trabajo. Como de todas formas habrá que suprimir unas mil páginas, en su momento te haré las consultas necesarias:
Recuerdos a Matilde y un cordial abrazo de
Luis Rosales
Fuente: EL CULTURAL.esDe El libro de las baladas, de Luis Rosales que publicará próximamente Visor
Verde
Dedicado a Esperancita
El cielo muestra la comba
espaciosa de su frente,
las nubes ponen el blanco
de la vejez en sus sienes.
¡Verde mar, verde esperanza,
verde amargura del verde!
Tarde estival, los arroyos
bajo el sol desaparecen.
La brisa pone vendajes
húmedos a nuestra fiebre.
Tarde que lleva en sus venas
sangre excitada y ardiente.
Loca de ternuras hondas
y de ansiedades de nieve.
Sensualidad tonos sepia
de intimidad en el ambiente,
Ensueños que en lejanías
de perfección palidecen.
¡Verde mar, verde esperanza,
verde amargura del verde!
¡El corazón de la tarde
como una antorcha se enciende!
En el balcón de la casa
la niña espera al ausente.
Suaves esmeraldas húmedas,
llaves del sueño y la muerte.
El silencio se liquida
igual que una mar celeste
en sus órbitas, abismos
donde la ansiedad florece
su latir de corazones,
ebrios de sol y de fiebre.
Suaves esmeraldas húmedas,
llaves del sueño y la muerte.
Varal de nardos, las manos
su línea grácil extienden
toda expresión que el crepúsculo
ligeramente enrojece.
¡Oh, las manos extendidas
en la angustia del ambiente!
Simbolismo de oraciones
y castidades que mueren.
El paisaje le ha prestado
una claridad celeste
que corta sus ilusiones
como un agudo estilete.
“Me besará en las pupilas
esperanzadas de verde.”
Sus ensueños bordan, bordan
lirios e en campos de nieves.
La vida el telar deshace
como una nueva Penélope.
Vendrá por aquel sendero
cuando las luces se duermen.
En el balcón de la casa,
la niña espera al ausente.
Blancura de eternidades
la ha idealizado dos veces.
La Noche prende sus sombras
con millares de alfileres
en la pauta azul del cielo.
La luna es como un paréntesis
de blanca melancolía
que en su caricia la envuelve.
La Vida es el tiempo ¿sabes?
ella espera y no comprende.
Verde esperanza del mar
ha envenenado sus sienes.
¡Verde mar, verde esperanza,
verde amargura del verde!
La vida tiene un balcón
abierto siempre al poniente.
Baladas del desencanto 2ª
Carmen En el canto de los gallos
sueñan los ojos del alba.
Lirios de blanca alegría,
mi novia eterna es el agua.
Tu boca, como el pecado
original, no tuvo hermanas.
Fuente próxima de sol
y lejana de esmeraldas
cristal que bañan cristales,
cristales de turbias aguas
donde remansa la vida
con un temblor de esperanza
y sueñan fuentes y estrellas
sueños que lavan el alma.
Un silencio prolongado
como una larga distancia
como un cortar de tijeras
(desilusiones aladas)
como un chocar de diamantes
falsos en nuestra garganta.
Frialdades de obra perfecta
y de femeninas gracias.
Las caricias de tan lentas
se fueron tornando amargas.
Soledad, madre de madres,
principio y fin, culpa y gracia.
Yo he de abrir en carne viva
para tus besos el alma.
Lirios, espuma de rezos.
¡Mi novia eterna es el agua!
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