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sábado, 28 de enero de 2012

El precio de no saber inglés

28/01/2012 EFE
Jesús Lozano

Madrid, 28 ene (EFE).- La sociedad y la economía españolas pueden estar pagando caro andar escasas de un bien intangible, pero de valor incalculable en la diplomacia, el empleo, el turismo, el comercio y las finanzas internacionales o simplemente las relaciones personales en un mundo global: el inglés.

Las estadísticas son coincidentes y contundentes, esta lengua sigue siendo asignatura pendiente de la formación en España.

"Hemos perdido muchísimo tiempo" en algo "estratégico", advierte el presidente del Consejo General de Colegios de Economistas, Valentín Pich.

Supone un "daño" para la economía nacional y las nuevas generaciones, pero es un problema que no puede resolverse rápidamente, subraya en declaraciones a Efe, sino que requiere una "reforma estructural" de políticas de Estado a largo plazo, a veinte años.

El déficit de inglés de gran parte de la población joven y de edad mediana debería haberse superado hace diez o quince años, coincide el director de Formación y Emprendimiento del Consejo Superior de Cámaras de Comercio (CSCC), Ángel Colomina.

Únicamente por delante de rusos y turcos, los españoles están entre los europeos con peor inglés, prácticamente igualados con los italianos en un nivel bajo de media, según un estudio de 2011 de la empresa de cursos en el extranjero Education First.

La Comisión Europea informó ese año de que hasta el 58 por ciento de los españoles deja escapar información destacada en internet por estar redactada en una lengua que desconocen.

Para mitigarlo, administraciones públicas, empresas y familias gastan cientos de millones de euros en el aprendizaje, pero parece que una mejoría generalizada en el conocimiento de la lengua franca de nuestro tiempo tardará aun.

IDIOMAS Y MERCADO LABORAL

Mientras tanto, en momentos de recesión, se están perdiendo oportunidades de empleo aquí y en el extranjero y de crecimiento económico.

Y se hace más necesario el inglés, dice Colomina, cuando llegan cada año millones de visitantes que no hablan español y que suponen un aporte muy importante al PIB nacional.

El dominio de idiomas permite acceder a un 27,55 por ciento más de ofertas laborales, y el más solicitado por las empresas es el inglés (72 por ciento de ellas).

Son datos de un análisis de 2011 de Adecco e Infoempleo, que constata que cada vez más empresas españolas establecen relaciones exteriores.

Además, el número de españoles demandantes de empleo en el extranjero se ha duplicado desde 2008, y representan el 10 por ciento de los que buscan trabajo a través de Adecco.

Un estudio del CSCC de 2005 indica que más del 60 por ciento de las empresas que necesitaban personal con idiomas detectaban carencias entre los aspirantes.

En cualquier caso, los aspectos formativos menos requeridos entonces por las empresas eran idiomas y nuevas tecnologías, una mentalidad que es necesario cambiar, según Colomina.

El inglés es fundamental para escalar en las estructuras empresariales e institucionales, insiste Pich, así que no se trata de chapurrearlo.

Cerrar un negocio, ilustra Colomina a Efe, exige un vocabulario adecuado, saber argumentar y defender unas ideas y convencer a un cliente.

INGLÉS Y COMPETITIVIDAD

Ahora, en las "vacas flacas", hay empresas que se plantean salir fuera y se encuentran con la barrera del idioma, lo que "frena la competitividad", asegura Colomina.

Según Pich, valorar la repercusión de las carencias en inglés en el PIB es una cuestión un tanto "filosófica", pero las ventajas de dominarlo son todas.

Apunta que el inglés es un "bien económico" en un mundo de empresas trasnacionales y locales con vocación exportadora, donde es el instrumento compartido de comunicación.

Para crecer, precisa Pich, "debemos tener empresas, administraciones y mentalidades más productivas, más competitivas, y uno de los factores es la destreza idiomática".

Destaca como estratégico que haya españoles en puestos de funcionario medios y altos de las instituciones europeas, y como valor "incalculable" que estén en las direcciones de las multinacionales.

PARADOJAS

Nueve de cada diez españoles adultos consideran muy importante conocer alguna lengua extranjera, pero no estudian ninguna, tal vez porque el 74 por ciento asegura que nunca ha sentido desventajas laborales por no hablarlas, según una encuesta del CIS de 2010.

La mayoría de los que estudiaban idiomas entonces aducía motivos de trabajo (45 por ciento) y sólo el 23 por ciento se reconocía capaz de hablar y leer en inglés con fluidez, y bastante menos en francés (8,8 por ciento).

La Ley Orgánica de Educación (2006) adelantó a los cinco años el aprendizaje de una lengua extranjera y hay autonomías, como Madrid, que han hecho bandera de los denominados colegios "bilingües".

El Ministerio de Educación convocó ayudas por más de 51 millones de euros el año pasado para cursillos en el extranjero (41 millones se destinaron al inglés).

Cien mil españoles salen anualmente a perfeccionar idiomas, abrumadoramente menores de edad e inglés, aunque con tendencia creciente del alemán y francés, en un sector que se mantiene, pese a la crisis.

Incluso este curso ha aumentado más de un 20 por ciento la matriculación en un año académico de secundaria en otro país, según la Asociación Española de Promotores de Cursos en el Extranjero (ASEPROCE).

Su secretaria general, Marta Galea, lo atribuye a que es una formación que multiplica las oportunidades laborales.

Un año en los EEUU puede costar desde 8.500 euros, pero resulta más barato a la larga, según Galea, que las clases regladas o particulares en España, que suponen también un desembolso importante para los padres.

Pero Pich alerta contra los esfuerzos dinerarios "brutales" de las familias, pues se necesitan políticas de Estado desde la infancia.

Así, reclama que se generalicen las proyecciones cinematográficas y las emisiones de las televisiones públicas en versión original subtitulada.

Elogia la "inmersión lingüística" desde la niñez en los países nórdicos, donde el inglés es lengua "prácticamente nacional".

Lamenta Pich que escuelas de negocios importantes españolas no exijan un nivel altísimo ya desde el ingreso, y las universidades, añade, también tienen este déficit en general.

"No puede ser -agrega Colomina- que estemos licenciando personas que van a gestionar negocios globales y que no tengan capacidad de desenvolvimiento por culpa del idioma".

Un estudio de 2010 impulsado por el British Council duda que todos los graduados universitarios alcancen un nivel de lengua extranjera suficiente para un mercado globalizado y competitivo.

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