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lunes, 16 de enero de 2012

Asia-Pacífico quiere ser el centro del mundo


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@Kike Vázquez .-ocupa una butaca en la universidad, pero decir sólo eso sería engañoso dada su vocación por la economía y los mercados financieros. Descubre junto a este coruñés las perlas del día, las noticias que más suenan y las que no, pero sonarán. Si te gusta estar bien informado y no te conformas con lo de siempre, prueba con la visión de Kike Vázquez

Kike Vázquez   16/01/2012 06:00h
Asia ha sido a lo largo de la historia una importante potencia económica a nivel mundial. El desarrollo en los últimos años de Japón, de los tigres asiáticos o de China no es fruto de la casualidad, en realidad si lo comparamos con el pasado es una vuelta a la normalidad. Asia está aquí para quedarse. Es cierto que a nivel individual existen desequilibrios muy fuertes, algo de lo que ya he hablado en numerosas ocasiones en esta sección, pero ello no impide que como zona geográfica y en conjunto tengan mucho que decir. De hecho quieren decirlo, y he aquí mi entrada de este semana, sobre un hecho de gran importancia que ha ocurrido en las pasadas Navidades con los dos principales actores de la región como protagonistas.

El pasado 26 de diciembre se publicaba que Japón y China habían llegado a un acuerdo para prescindir del dólar en sus transacciones comerciales, algo que ocurrirá paulatinamente a partir de ahora. Las implicaciones de esta noticia no se circunscriben al corto plazo, de hecho podemos observar en el mercado de divisas que actualmente el dólar es el rey y que si alguien lo pasa mal ese es el euro y no la moneda estadounidense. Otra cosa bien distinta es el largo plazo, y es aquí en donde quiero dar mi opinión al respecto.

Los prolegómenos de esta historia se remontan a los años noventa, cuando vivimos la conocida crisis asiática. Los países afectados así como sus vecinos dijeron “nunca más” y a partir de entonces comenzaron a almacenar divisas internacionales en reservas para tratar de evitar los shocks externos. No solo les otorgaban seguridad, también resultó ser una fantástica forma de "gestionar" el tipo de cambio en sistemas como el chino: más reservas, menos presión sobre el tipo de cambio, más superávit comercial… más reservas y el ciclo sigue y sigue debido a su ahorro interno. Además por aquel entonces comenzó a gestarse una cooperación interregional dada la dudosa (y complicada) labor realizada por el FMI. Parecía necesario prescindir de occidente y empezaron a debatirse ideas como un fondo de ayuda propio, como un área monetaria común, y en general, aunque con altibajos, se fortalecen los lazos entre los países conocidos como ASEAN, Japón, China y Corea del Sur.

El sistema tiene un fallo, y es que esos enormes superávits comerciales vienen obviamente por los déficits de otros, en especial por Europa y Estados Unidos. O lo que es lo mismo, las reservas internacionales de estos países se construyen en euros, dólares o activos denominados en dichas divisas. Es así como se calcula que China ha perdido desde 2003 hasta finales de 2010 aproximadamente unos 271 mil millones de dólares por la depreciación de la divisa norteamericana. Hablando en términos más claros, los ciudadanos chinos trabajaron gratis para Estados Unidos desde 2003 hasta 2010 en un montante de 271 mil millones. Una trasferencia de riqueza importante pero, ¿cómo se explica esto?

Deutsche Bank
Si le preguntamos a un ciudadano corriente si prefiere tener una deuda con el banco de 1 millón de euros o un depósito a su favor por esa cantidad, no tardará en contestar que lo segundo, o como mucho nos mirará ingenuos preguntándose… “¿dónde está la trampa?” La respuesta si hablamos de economía internacional no está tan clara. Y es que ser acreedor tiene sus contrapartidas como ocurre por ejemplo con el efecto en las reservas chinas, y por otra parte ser deudor también tiene sus ventajas. Cuando tenemos una cuenta corriente negativa (tradicionalmente fruto de una balanza comercial negativa, aunque no siempre) y por tanto nuestra deuda externa aumenta, lo que ocurre en realidad es que otros países financian parte de nuestro crecimiento, es decir, disfrutamos de un nivel de vida (al menos desde el punto de vista de las cifras macroeconómicas) que no nos correspondería por nuestros recursos propios.

Esto puede parecer estúpido ya que lo primero que se aprende en economía es que PIB = C + I + G + X – M (Consumo, inversión, gasto público, exportaciones e importaciones). ¡Las importaciones restan, lo dice la fórmula! Y según dicha lógica cuantas menos importaciones mejor. Lo que no nos paramos a pensar es que esas importaciones se hacen para comprar productos que son más competitivos fuera que en nuestro país, que esas importaciones son en gran parte para nuevas exportaciones que necesitamos, y en genérico cuando un país importa mucho es porque tiene dinero para hacerlo y está por tanto en un momento pujante. Lo que ocurre es que cuando existe un déficit comercial dicho auge está financiado por el exterior, vivimos mejor pero gracias a otros.

Se critica también dicha situación por el empleo, la deslocalización ha provocado en numerosos países que la industria exportadora se haya reducido con sus consiguientes puestos de trabajo. Lo que no suele contarse es la otra parte de la ecuación, en dicha circunstancia se favorece el consumo interno y por tanto dichos puestos de trabajo se crean en otro sector. Cosa bien distinta es si es lo que queremos o no, pero a priori ser deudor o acreedor no es ni bueno ni malo, simplemente “es” y debemos jugar con ello lo mejor que podamos.

El sistema ha funcionado bien en los últimos años, demasiado bien incluso. Los deudores están encantados de serlo y los acreedores también, los primeros por disfrutar de un nivel de vida por encima de lo que les correspondería, los segundos porque esperan cobrar antes o después lo que se les adeuda. Así, en vez de “turnarse” y hacer sostenible el sistema se ha generado una gran deuda por un lado y un gran superávit por otro, y esto en algún momento se tiene que frenar, de una forma u otra.

Así llegamos a noviembre de 2010, cuando Bernanke dice: “…the international monetary system has a structural flaw: It lacks a mechanism, market based or otherwise, to induce needed adjustments by surplus countries, which can result in persistent imbalances”. Que básicamente viene a decir que el sistema monetario tiene un gran fallo, porque no tiene un mecanismo de ajuste entre deudores y acreedores. Touché. Y no fue el primero, ya que en 2009 el Gobernador del Banco Central de China (PBoC) Xiaochuan avisaba de que se necesita un nuevo sistema monetario, ya que el actual presenta riesgos sistémicos. En resumidas cuentas, la presente crisis pareció dar a entender a muchos que era el momento de “frenar” el sistema y reequilibrarlo, si bien no está claro ni cuándo ni cómo.

Y es así como llegamos al presente, China ha escogido su camino. La fórmula escogida para esquivar los puntos flacos de su forma de actuar, acumulando reservas, es a través de “currency swaps” o de “bilateral trade agreement”, es decir, a través de acuerdos por los cuales se prescinde del dólar para comerciar y por tanto de los efectos negativos de su depreciación. El del pasado 26 de diciembre con Japón solo es la cúspide de un largo camino por el que ya han pasado todos sus vecinos (ASEAN – China Free Trade Area)  y muchos otros socios comerciales a nivel mundial. No les interesa tanto hacer sostenible el sistema como no verse perjudicados por él, sacándole el máximo partido e intentando situar a Asia en el centro del mundo. A pesar de los desequilibrios individuales, una gran área de libre comercio sin aranceles y con acuerdos monetarios, así lo haría.


¿Cuál es la contrapartida de todo esto? Obviamente si unos ganan poder otros lo pierden. Actualmente se dice que un 60% del comercio entre China y Japón se realiza en dólares, similar situación existe en otros casos, por lo que prescindir del dólar reduciría la posesión de la divisa. Y ya que los flujos comerciales junto con la inversión exterior, FDI, son los componentes principales de las reservas internacionales, podríamos ver una disminución de éstas. Pregunta, ¿qué ocurriría si los países con superávits actualmente “pierden el apetito” por la deuda pública estadounidense debido a que ya no tienen tantos dólares? Ocurriría que Estados Unidos tendría que ajustarse y no de forma coyuntural, lo que es una gran contradicción con ser el patrón de divisa mundial y por tanto tener déficits para abastecer al mundo de dólares. Es decir, o bien EEUU se busca unos nuevos amigos o bien el patrón dólar estaría en peligro, con todo lo que ello conlleva para el “modelo económico estadounidense”. Es más, debido a que en Europa tenemos a Alemania a la batuta con un fuerte ajuste en proceso, parece que no colaboraremos  en una posible solución por lo que este hipotético escenario se vuelve más peligroso. Todos los problemas empiezan de la misma manera, cuando nadie quiere dar su brazo a torcer.
Fuente: COTIZALIA

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