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lunes, 14 de noviembre de 2011

Recuperación «BBB»

Caminos para reconstruir la economía: equilibrios, reformas, estímulos y consensos







Recuperación «BBB»
Recuperación «BBB» 
ANTONIO GONZÁLEZ ECONOMISTA 
El crecimiento económico mundial durante las tres últimas décadas se situó próximo a un 4% de promedio anual. La generación de riqueza durante todo este período se ha caracterizado por un importante fenómeno de globalización económica, principalmente protagonizado por el desarrollo de las economías emergentes, alimentado por una creciente desregulación o liberalización en prácticamente todas las economías y sectores y muy especialmente por la tremenda expansión del crédito habida durante este período, sobre todo en los países desarrollados durante la última década.

Los niveles de endeudamiento total en EE UU y Europa prácticamente se duplicaron desde el año 1980 hasta niveles del 300% de sus respectivos PIB. Este importante nivel de apalancamiento ha contribuido notablemente a una intensa generación de riqueza caracterizada también por un reparto excesivamente disperso de la misma, tal como indican múltiples investigaciones económicas y sociológicas al respecto. En paralelo, la importante revalorización de los activos financieros y, sobre todo, los inmobiliarios, principales protagonistas del ahorro familiar, junto con el desarrollo creciente del Estado del bienestar, actuaba de estabilizadora, permitiendo un equilibrio razonable entre los diferentes grupos de interés.

Los niveles de endeudamiento alcanzados, así como la dinámica de su generación, no parecen sostenibles en el tiempo y, por tanto, nos enfrentamos a un proceso de desapalancamiento a nivel global que, sin duda alguna, será lento, posiblemente durante más de un ciclo económico, y condicionará el desarrollo de las áreas más endeudadas en la medida en que, como consecuencia del mismo, sus crecimientos serán claramente inferiores a los registrados en las décadas anteriores y seguramente se situarán también por debajo de su potencial de crecimiento, dificultando con ello la creación de empleo neto a ritmos adecuados para restablecer los niveles precrisis.

Los esfuerzos realizados por los diferentes gobiernos durante los últimos años para contener esta grave crisis económica global que estamos atravesando han provocado también unos graves desequilibrios en sus cuentas, especialmente en términos presupuestarios. Retomar el equilibrio patrimonial en las mismas y en ese ejercicio reflexionar profunda y conceptualmente sobre los sistemas tributarios y los estados del bienestar parecen tareas necesarias. Asimismo, recuperar determinados niveles de ortodoxia en la regulación de ciertos sectores, en especial el financiero, parece obligado para intentar evitar que se reproduzcan escenarios como el que ha provocado esta grave crisis.

En este momento, los mercados financieros parecen estar atravesando una crisis «CCC» -de confianza, competencia y credibilidad- porque perciben la complejidad de las importantes reformas a realizar y, sobre todo, la dificultad de alcanzar consensos parlamentarios amplios entre unos partidos políticos que parecen haberse polarizado sustancialmente, seguramente como reflejo también de la polarización social que esta crisis está provocando, al percibir la quiebra de los estabilizadores anteriormente comentados.

El crecimiento económico en las economías desarrolladas se ha ralentizado, acercándose peligrosamente a la recesión; éste ha sido uno de los titulares principales en los medios de comunicación durante las últimas semanas. Desde luego, no es un escenario que se pueda descartar, pero no creo que sea el escenario principal al que nos enfrentamos, tal y como indican, por otra parte, las principales casas de análisis y las propias previsiones del Fondo Monetario Internacional, que apunta un crecimiento económico mundial del cuatro por ciento para los años 2011 y 2012, con gran protagonismo de las economías emergentes.

Los problemas económicos que estamos atravesando no son nuevos; de hecho, llevamos desde hace casi tres años conviviendo con ellos e intentando resolverlos. En todo caso, parece que en el mejor de los escenarios nos encontramos ante una recuperación «BBB» (siguiendo la nomenclatura de las agencias de «rating»), desigual entre las diferentes áreas económicas, por debajo de su potencial de crecimiento en la mayoría de los países desarrollados y, desde luego, frágil, dadas tanto la gravedad de los problemas que enfrentamos como las importantes reformas a realizar. Gestionar el cambio en las expectativas de los diferentes agentes económicos es difícil e incluso una vez alcanzados los grandes consensos para el cambio del riesgo de ejecución de esas decisiones también es alto, como demuestran los recientes acontecimientos en Europa.

El futuro es «RRR», si me permiten cierto abuso de los acrónimos. Un futuro de rebalanceo, reflación y, sobre todo, de reconciliación. Rebalanceo porque es necesario un mayor equilibrio en el crecimiento económico mundial para que pueda ser más sostenible, diversificando geográficamente el mismo y también las fuentes de crecimiento internas en cada país. Aquellos con mayor déficit por cuenta corriente, intentando ganar competitividad internacional, y aquellos otros con mayor superávit, estimulando su demanda interna y liberalizando su economía. Reflación, porque parece del todo necesario mantener el apoyo a las economías en términos tanto de política monetaria como de política fiscal. Hay pocas dudas en cuanto a la primera en economías como EE UU, Japón o Reino Unido. En Europa todo parece indicar que el Banco Central Europeo (BCE) tendrá que revisar algunas de sus recientes decisiones y coordinar sus actuaciones con las de los bancos centrales de las economías citadas. En política fiscal el reto es volver a equilibrar las cuentas, sin provocar con ello un nuevo colapso económico. Seguramente, el ímpetu inicial por ajustar rápidamente los desequilibrios, provocado por la presión de los mercados financieros, acabe moderándose, permitiendo que dicho ajuste sea más gradual en el tiempo y a las economías continuar con su recuperación «BBB» e incluso posibilitar nuevamente la creación neta de empleo.

Y, por último, reconciliación. En un nuevo marco económico de recursos escasos como el que enfrentamos durante los próximos años, parece del todo imprescindible resolver el actual conflicto de intereses y alinearlos nuevamente en torno a un consenso aceptado por todos. Me refiero al conflicto de intereses entre aquellos que poseen y generan la mayor parte de la riqueza, porque parece necesaria una mayor contribución por su parte; entre aquellos otros principales benefactores de las prestaciones del Estado del bienestar, porque seguramente también habrán de revisar sus expectativas, y también entre aquellos inversores que no sólo van a sufrir tipos de interés reales próximos a cero e incluso negativos, sino que además necesitan interiorizar la posibilidad de sufrir pérdidas importantes en su patrimonio.

Por fin, ya prácticamente todos nos hemos dado cuenta de que el riesgo cero en la vida no existe cuando vemos el riesgo real de que un país soberano haga un «default» o que los ciclos inmobiliarios también existen. Parece imposible que podamos avanzar en el proceso de reconstrucción económica sin previamente haber conseguido una reconciliación de todos estos intereses y, por tanto, el reto político y social al que nos enfrentamos se intuye sin precedentes. Espero que todos sepamos elevarnos por encima de las ramas.
Fuente: lne.es

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