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domingo, 13 de noviembre de 2011

Los mercados no echarán de menos a Berlusconi pero los periodistas sí

13 noviembre 2011 - 12:35 - Autor: zoomboomcrash - Carlos Salas
¡Un empresario! Eso dijeron muchos italianos cuando Silvio Berlusconi fue nombrado primer ministro de Italia en 1994. En esos años, parecía que los empresarios querían tomar el poder porque el magnate Ross Perot se presentó en las elecciones de EEUU en 1992 y cosechó el 18,9% de los votos. Luego en 1996, fue el 8%. Y en Francia, el emprendedor Philippe de Villiers, creador de parques temáticos, se presentó como candidato a las presidenciales en 1995.

Fuera políticos. Vivan los empresarios. Berlusconi ha sido tres veces primer ministro: entre 1994 y 1995. Entre 2001 y 2006, y entre 2008 y 2011.

Veamos su primera etapa. La situación en Italia a principios de los noventa era increíble. Increíble porque no se podía explicar que una de las mayores potencias mundiales hubiera salido adelante a pesar de haber tenido un gobierno por año desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. El país estaba gobernado por un montón de partidos que hacían y deshacían sus alianzas con enorme deslealtad. Hasta era famoso un partido llamado el Pentapartito: el Partido de los Cinco.

A su favor, Berlusconi tenía el hecho de que era muy rico. Un hombre que poseía Mediaset (propietaria de cadenas de TV y editoriales como Mondadori), además del club de fútbol Milan, un hombre tan rico que Forbes le situaba entre los cien más ricos del mundo, un personaje así no podía corromperse.

Y la corrupción es uno de los principales virus de la administración italiana. Jueces corruptos, políticos corruptos, gobernantes corruptos, funcionarios corruptos… Y si a eso se le añaden las mafias como la Ndranghetta, la Cosa Nostra, La Camorra y la Sacra Corona Unita, tenemos un país muy difícil de domesticar.

¿Más amenazas todavía? Pues sí: las provincias más ricas estaban hartas de pagar impuestos. Eran las provincias del Norte. Decían “Roma Putana”, porque era Roma quien administraba sus impuestos, pero se quejaban de que el perezoso Sur estaba todo el día al sol, mientras los industriosos milaneses , genoveses, venecianos, en fin, lo que ellos llamaban como Padania, sacaban adelante al país con su esfuerzo. Era un movimiento secesionista liderado por el incendiario Umberto Bossi y llamado Liga Norte.

Berlusconi no solo pacificó a los independentistas, sino que los convirtió en federalistas. Si para algo le había  servido ser empresario era para negociar. ¿Lo que necesitaba Italia? ¿Un gran negociador?

De la misma forma, Berlusconi negoció con los restos de las fuerzas de la ultraderecha, los antiguos misinos (Movimiento Social Italiano, herederos del Fascismo), para integrarlos en su grupo gracias a un líder menos carca y muy carismático llamado Gianfranco Fini, asiduo a las tertulias de la RAI.

Antes de que llegara Berlusconi, la economía italiana estaba en recesión. Il cavaliere consiguió revitalizar la economía, que volvió a caer cuando dejó de ser primer ministro. Al volver en 2001, la economía cogió un enorme impulso hasta 2008, año de su tercer mandato. Pero esta vez la crisis era muy seria. Era mundial.

La deuda pública italiana es sin duda una de las mayores del mundo: al equivale al 118% de su PIB, y al tener ese enorme tamaño este país industrial, da la impresión de que le falta poco para caer. Pero siempre ha sido así en los últimos 30 años. La deuda italiana era como las pizzas: typical italian. Lo curioso es que cuando llegó Berlusconi en 1994 era del 120% y logró bajarla a casi el 100% en 2004.

Como señalaba Market Watch, la deuda de la economía italiana no está en manos extranjeras, sino principalmente italianas, de modo que por muchos ataques exteriores de fondos que quieran vender, no se cae Italia.

Además la economía italiana tiene pilares muy sólidos. The Economist (que ha sido uno de los mayores enemigos de Berlusconi) señalaba esta semana que Italia no ha sufrido una crisis de la vivienda porque no hubo burbuja inmobiliaria. Eso se debe  a que la economía familiar  está en manos de las donnas, la mater familias, y la mamma italiana es muy conservadora y astuta. No malgasta, invierte con mesura y encima es emprendedora.

Italia es una de las mayores exportadoras del mundo. No es como Grecia que salvo turismo, no tiene mucho más que ofrecer. Su desempleo es del 8%, inferior a la media europea. Su déficit fiscal no ha llegado en estos años al 5%, y en España superó el 12%.

El sistema impositivo italiano además recolecta impuestos suficientes para pagar los intereses de la deuda pública, con lo cual no tienen un problema financiero, según afirmaba  Market Watch. 

Entonces, ¿por qué ha dimitido Berlusconi? Porque el electorado se cansa. Es el político que ha gobernado más tiempo Italia desde la época de Benito Mussolini. Además, no ha sido un político de perfil bajo, sino un showman conocido por salir en la prensa de todo el mundo gracias a sus frases provocadoras, sus insultos a la izquierda, sus salidas de tono en las cumbres mundiales, sus procacidades contra Merkel, sus chistes sobre Obama, sus escándalos sexuales, su separación, sus apariciones rabiosas en la televisión, sus procesos judiciales…

Llega un momento en que todo eso se mete en la turmix y lo que sale no gusta. Es demasiado. Incluso para los mercados.

Al ser el país con el cuarto mercado de bonos más grande del mundo, muchos inversores se preguntaban: oiga, ¿y usted piensa devolvernos ese dinero?

Esa desconfianza siempre se traduce en que el que pide dinero, tiene que ofrecer más intereses para restaurar la confianza. El tesoro italiano subió hasta un 7,5%.

Fue en ese momento cuando ya se empezó hablar del final de Berlusconi. Se supone que cuando un país ofrece más del 7% de interés es porque hay mucha desconfianza y se requiere un rescate financiero como pasó con Irlanda, Grecia y Portugal.

Con Italia ha bastado que Berlusconi dimitiera para no someter a la Zona Euro a más tensiones. Al menos eso se espera.

Su era debía terminar ya. Se había convertido en el Chávez de Europa, pues su imagen y sus palabras se emparejaban con el escándalo. Los mercados son muy conservadores. Muy miedosos. Y la deuda italiana, muy alta. Casi dos billones de euros. Es decir, una economía que tiene dos veces el tamaño de España, pero caso cuadriplica nuestra deuda.

Como acto final a su entierro político, Berlusconi aprobó con sus cámaras los planes de ajuste económicos para disminuir gastos y deuda. Y dimitió. A los mercados les sentará bien la dimisión.
A los periodistas no tanto. Berlusconi, como Chávez, es uno de los mejores personajes para llenar páginas y hacer titulares.  Nos ha dado titulares escandalosos, provocadores, sexuales, cómicos, judiciales… Hemos escrito crónicas tan coloristas. Nos ha resuelto tantos vacíos…

Le echaremos de menos.

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Fuente: lainformacion.com

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