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martes, 15 de noviembre de 2011

España pagará durante mucho tiempo el estallido de la burbuja inmobiliaria


AFP | Fecha: 11/14/2011
Un desempleo récord, un crecimiento átono, hogares y empresas sobreendeudados: las heridas de la economía española heredadas del estallido de la burbuja inmobiliaria a finales de 2008 podrían tardar mucho tiempo en curar.

Durante años, esta burbuja impulsó el crecimiento español, que, en 2004, cuando llegó al poder el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, era del 3,3%, siendo entonces el décimo año consecutivo que el país avanzaba más deprisa que la media europea.

Siete años más tarde, el desempleo se ha duplicado hasta el 21,52%, y el crecimiento a finales de 2011 no debería superar el 0,8%, según los analistas, lejos del objetivo del gobierno (1,3%).

En el plano económico, "probablemente España es uno de los países que más ha cambiado en muy poco tiempo", dice Carlos Sebastián, profesor de la Universidad Complutense de Madrid, antes de añadir que "en dos años, del 2007 al 2009, se pasó de un superávit del 2% del PIB a un déficit del 11%".

Si antes "había una visión de España excesivamente positiva y optimista, yo siempre he mantenido una posición bastante pesimista al respecto de la mala calidad del crecimiento español", explica, "porque básicamente estaba basado en creación de empleo malo" por su escasa cualificación.

Impulsado por un frenesí de construcción, el país levantó, desde 2000, alrededor de 700.000 viviendas anuales, tanto como Francia, Alemania e Inglaterra juntas... hasta el estallido de la burbuja en 2008, coincidiendo con el inicio de la crisis financiera.

Cuando estalló la burbuja, el efecto fue múltiple: en el corto plazo, quiebras en serie de promotores inmobiliarios y la pérdida de empleo para muchos obreros de la construcción, que ahora tienen dificultades para reciclarse.

A largo plazo, España ha perdido una preciosa fuente de ingresos. En este país descentralizado, regiones y municipios que se habían aprovechado de la bonanza construyendo piscinas, autopistas e, incluso, aeropuertos, no han sabido frenar a tiempo sus gastos.

A finales de junio, las 17 regiones acumulaban 133.200 millones de euros de deuda y las ciudades 37.600 millones, unos récord históricos.

El sector bancario, que se dedicó a dar créditos a todo trapo tanto a particulares como a promotores, tiene ahora 176.000 millones de euros en créditos problemáticos e inmuebles intervenidos por impagos.

Los prestatarios, por su parte, se enfrentan a grandes deudas: en 2010, según el FMI, les hogares españoles acumulaban una deuda bruta equivalente al 90% del PIB y las empresas, el 205%.

"El problema de España no es la deuda pública, que es sostenible a corto y medio plazo (65,2% del PIB, veinte puntos por debajo de la media europea, ndlr), su problema es la deuda privada" de las inmobiliarias, de los constructores y de los hogares, explica Fernando Hernández, analista del banco Inversis.

"Es un problema que tardará años en solucionarse", asegura.

Sin poder apostar más por el ladrillo, el país ya no sabe a donde mirar para generar crecimiento y muchos economistas pronostican que a principios de 2012 volverá a caer en la recesión, apenas dos años después de salir de la misma.

Este año, no debería poder reducir su déficit al 6% del PIB como tenía previsto.

"Estamos hablando todos de entre el 7% y el 8%", afirma Juan José Toribio, economista del IESE Business School de Madrid.

El Partido Popular (PP, derecha), que se perfila como el ganador de las elecciones del domingo, ya ha advertido que aplicará una gran austeridad, prohibiendo cualquier déficit a las regiones.

"Durante los primeros cien días, el nuevo gobierno va a tener que hacer reformas" del mercado de trabajo y del sistema financiero, así como recortar el gasto público, para tranquilizar a unos mercados más febriles que nunca, cree Toribio.

"Lo peor que podría hacer el gobierno (elegido) sería no actuar", advirtió.
Fuente: UNIVISION.com

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