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domingo, 14 de agosto de 2011

Todos contra el Chef


El destino me ha ido uniendo a Darío Barrio, el famoso cocinero del programa de televisión “todos contra el chef”. Darío es uno de esos cocineros de la nueva ola aunque en realidad lleva unos cuantos años en el oficio. Discípulo de Ferrán Adriá se ha curtido en las cocinas de la vieja escuela y reúne los requisitos esenciales para tener un sentido de la lógica suficiente para plantear una buena comida. “Hay platos que no se pueden mejorar”, suele decir, pero es capaz de transformar una fabada en uno de esos platos miniatura con texturas de lo más curiosas. Mantiene un sentido común inusual en un mundo donde casi todos parecen saber sobre alimentos y dietas milagrosas. Su equilibrio tan refinado es lo que me ha hecho pasar hambre en más de una ocasión comiendo sandwiches de esos que no encuentras ni en las gasolineras. Yo pensaba que convivir con un cocinero iba ser mi salvoconducto para abandonar las panteras rosas y los tigretones pero entiendo que nadie es perfecto.

Darío quiere escalar.  Su restaurante Dassa Bassa es uno de esos sitios donde el miniplato te cuesta unos ahorrillos que bien lo merece, pero esos menús son los que le ayudan a mantener su forma a tope, no en balde ha corrido algún triathlon y practica lo que más nos une, el salto BASE. Creo que fue Cesar Perez de Tudela el que lo dijo, a mi me lo contó Rafael Domenech, el legendario escalador del club Peñalara y líder de una buena cantidad de aficionados a la montaña. “En España hay tres tres montañas emblemáticas, el Torreón de los Galayos, el Naranjo de Bulnes y el Caball Bernat”. Sin lugar a dudas no deja de ser una sencilla anécdota que a mi se me quedó cuando era pequeño. Yo incluiría el Firé en los Mallos de Riglos, pero no voy a entrar en lo que opine el personal de este blog, al final es obvio que emblemáticas son todas nuestras montañas y especialmente las que nos hemos ganado con esfuerzo.

El caso es que empezando por el Torreón, convencí a Darío para que hiciera allí su primera escalada, estaba empeñado en encontrar una posibilidad de salto BASE que a todas luces fue imposible a menos que hubiéramos construido una rampa de salida. Le convencí diciéndole que si no saltábamos habríamos hecho una bonita excursión como así fue. Le bastó un día para afirmar en tono de humor; nosotros los escaladores,… La segunda escalada ha sido el Naranjo por su cara sur. Saltamos y en pleno vuelo pudimos disfrutar de las vistas de unos escaladores en pleno largo del Pilar Cantábrico.  El susto que se debieron dar no me lo quiero ni imaginar. Desde aquí les pido disculpas ya que no les pude ver en el refugio. En la cima tuvimos que rapelar por la Rabadá- Navarro con unos amigos de Grado, Manu y lolo a los que en el último momento Darío les rebatió una conversación con seguridad, ” aquí lo único sensato es saltar, no se como os quedáis aquí”.  De paso por los Picos saltamos de la cara suroeste de peña olvidada apareciendo por arriba con un descenso peligroso y complicado hasta el punto de salida. El regalo fue un menú degustación exquisito: saltar por primera vez de un paredón de cuatrocientos metros. La tercera escalada está por hacer… ya os la imagináis, pero se me ocurrió cumplir con la frase simplemente para el recuerdo que algún día tendrá Darío de cómo empezó a escalar.

Estudiando la posibilidad de saltar del Torreón de los Galayos, ascendido en el año 33 por Teógenes Díaz y Ricardo Rubio.

Tengo la manía de soltar un pequeño grito cada vez que salto de una pared, quizás por aquello de soltar adrenalina. No quiero imaginar el susto que se debieron llevar los escaladores en el pilar, espero que no se enfaden conmigo.
 
Justo el momento de saltar con la sombra imponente del Picu.














 
 Os dejo un video con nuestros saltos en Picos de Europa.


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