Opinión
Tribuna Abierta
por manuel millera - Viernes, 12 de Agosto de 2011 - Actualizado a las 05:19h
"El disimulo es la ciencia de los reyes"
(Cardenal Richelieu)
SETENTA y cinco años han pasado. Tres generaciones desde el nefasto alzamiento nacional, todavía recuerdo los carteles de 25 años de paz pegados por las calles. El abuelo no tuvo tiempo para aprender a bailar (El guerrillero que no pudo bailar. Resistencia anarquista en la posguerra andaluza/Editorial Silente) y la nieta a sus 32 años hace un curso de batukada con cara de resignación, porque no tiene trabajo, ni piso, ni puede tener hijos, aunque lo está deseando. 75 años y una guerra para llegar a una sociedad injusta donde hasta la prensa promocionada por los poderes económicos nos deja perlas curiosas. La nasal borbónica ha olido algo desagradable y ha instado a los partidos a hacer piña sin caer en batallitas cuando son éstas el principal motivo de su existencia.
En medio de una privatización creciente de servicios sociales, educación, sanidad y otros; con regalos multimillonarios de las arcas públicas a los bancos y entidades financieras; de miles de familias que pierden sus viviendas a causa de cláusulas leoninas en la hipoteca; de regulaciones de empleo en empresas que producen beneficios; de miles de millones gastados en producir y comprar armamento; de gastar dinero público en visitas papales y concordatos vaticanos; de desplegar todos los medios necesarios (como en los mejores tiempos de la dictadura) para acallar voces indignadas que claman con justicia legítima, o tener que abonar los sueldos vitalicios de la propia corona, lo mejor que se le ocurre es esta expresión. ¿Pretende que los parados hagan piña con el señor Botín? ¿Las damnificadas por la violencia de género con sus agresores? ¿Los y las jóvenes con el señor Alierta? ¿Debemos aparcar nuestras pequeñas discrepancias con los mercados? Y parece que lo peor no ha llegado aún. Hay algo que antes se llamaba lucha de clases y ahora de cualquier forma políticamente correcta, que impide igualar todos los intereses, pues se prima a unos en perjuicio de otros. Después de 75 años no es posible una Ley que permita la recuperación de la dignidad y la memoria históricas. ¿Qué habrían pensado nuestros abuelos si hubiesen conocido que una empresa calificadora de medicamentos hubiese certificado como de alta seguridad a unos fármacos que hubiesen provocado la muerte de miles de personas, habiendo ganado mucho dinero con ello, no hubiesen sufrido imputación alguna; si además continuasen recetando el mismo medicamento y los gobiernos siguieran al pie de la letra sus sabios consejos?
Hay voces discordantes fuera del tiesto. Javi Povés, futbolista del Sporting, se retira con 24 años afirmando que el capitalismo es muerte. Asombra oirlo a un deportista que podría haber tenido un buen porvenir profesional, dentro del circo del gol, donde todo parece poder comprarse y venderse. También Oleguer Presas, exculé, defensor del independentismo catalán, ahora en el Ajax, sigue participando en manifestaciones a favor del movimiento okupa. Povés afirma que la suerte de esta parte del mundo es la desgracia del resto. Hay que tener valor para abandonar lo que más le gusta a uno, por una cuestión de principios. ¿Debemos los navarros aplaudir de manera unánime el supuesto último gesto de la CAN (según el portal CapitalMadrid.com, fuente: http://www.infodefensa.com/?noticia=caja-navarra-solicita-a-banca-civica-el-rescate-de-oesia-para-no-perjudicar-la-salida-a-bolsa), que ha solicitado a Banca Cívica salir al rescate de Oesía Networks (antigua IT Deusto) inversionista en Tecnobit, una empresa muy significativa en el sector de fabricación de armamento del Estado español que, entre otras relaciones, cuenta con una estrecha colaboración con la empresa israelí Rafael Advanced Defense Systems, empresa propiedad del Gobierno israelí que fabrica una sofisticada gama de misiles y armamentos utilizados por sus Fuerzas Armadas y las fuerzas de la OTAN, y proveedor de referencia del Ministerio de Defensa? Esta operación para salvar a Oesía Networks ha producido fuerte críticas de las ONG por su vinculación al sector de Defensa. ¿Alguien puede explicar si hay algo, mucho o todo de esto? ¿Es este su concepto de civismo? ¿Debemos aplaudir en Iruña que las flores ensucien y el hormigón brille?
¿Debemos solidarizarnos con los medios de comunicación españoles cuando la única televisión presente en la vuelta del movimiento 15M a la Puerta del Sol fuese Telesur? ¿Debemos aceptar como un coro bien afinado la regresión al Estado de Derecho anterior a la Segunda Guerra Mundial por opinión de unas empresas calificadoras que han actuado según sus propios intereses? ¿Es lógico que si unos ciudadanos pretenden ejercer sus derechos cívicos sean reprimidos con la máxima violencia, mientras que si fuesen a saludar al Papa o celebrar la victoria de su equipo no habría ningún problema? ¿No resulta evidente que la Constitución no se cumple, y a pesar de ello no se desea cambiar? El estado español es laico ¿por qué se promociona la visita de un representante religioso? ¿Hay que hacer grupete con la Conferencia Episcopal, que desprecia derechos elementales de la persona?
No tenemos nada que ver con los especuladores, y los políticos a los que hemos elegido para que nos defiendan, sólo les siguen la corriente. Volviendo a la sangre azul, entre las ocurrencias del padre y las del hijo, cada vez que abren la boca sube el pan. Los mejores amigos del monarca, están, o han estado en la cárcel. Basta que los espectadores se fijen un poco en la propaganda de yate real (Iberdrola, Repsol, Telefónica, BBVA) para saber con quien hace piña cada uno. Dicen los médicos que va a cojear durante dos semanas. Tal vez la ciudadanía no haga un diagnóstico tan optimista. Tal vez no nos interese hacer piña, con banqueros y monarcas que van juntos a regatas por el mar de la economía privada con criterios antisociales. Su abuelo y bisabuelo respectivamente, les podría explicar a ambos, cómo unas simples elecciones municipales pueden desbaratar la piña que ellos dicen pretender. Que la única aportación de una corona instalada a dedo por un militar golpista en tiempos de una crisis, que bien podría denominarse terrorismo financiero sea esta frase lapidaria, es bien sintomático del papel higiénico que representa.
Fuente: noticiasdenavarra.com
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