El País
19 AGO 2012 - 00:01 CET
A instancias de la troika (Banco Central Europeo, Comisión Europea y
Fondo Monetario Internacional), el rescate con dinero europeo de las
entidades bancarias españolas intervenidas requiere la creación de un
banco malo, es decir, de una sociedad que integre los activos
inmobiliarios afectados por la crisis del ladrillo que están lastrando
los balances bancarios. La fórmula del banco malo es discutida y
arriesgada. Los expertos financieros recuerdan que no hay precedentes de
éxito claro con este modelo de acción. En el caso de España se añade
además el inconveniente de la aparente improvisación con que se está
afrontando la creación de dicha sociedad. A mediados de agosto, con un
Gobierno de vacaciones, se da por supuesto que en el Consejo de
Ministros del próximo día 24 se conocerá el esquema de actuación pública
para crear legal y societariamente el banco malo, pero no se conocen
los criterios básicos que maneja el Ejecutivo y es de temer que todavía
sean embrionarios o excesivamente genéricos.
Lo que sí se sabe es que la troika ha preferido una sociedad única en
lugar de una de las ideas iniciales del Gobierno, que consistía en
crear una sociedad tenedora de los activos tóxicos inmobiliarios por
cada una de las entidades nacionalizadas. Pero las preguntas básicas
siguen sin responderse, y es necesario que sean coherentes. Es
imprescindible saber quiénes serán los accionistas del banco malo, cuál
será la participación del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria
(FROB) y cómo se trasladará la responsabilidad accionarial a la
financiación pública. Un esquema descuidado podría convertir en déficit
la presencia del Estado en el rescate financiero, lo cual arruinaría los
esfuerzos políticos para separar la deuda bancaria de la deuda del
Estado.
También hay que decidir con la mayor rapidez posible qué tipo de
activos podrán trasladarse al banco malo. Se da por supuesto que a la
sociedad segregada se incorporarán los inmuebles adjudicados y créditos
de promotores, pero también parece obligado que las cajas intervenidas
segreguen las promotoras filiales. En los balances de las entidades
rescatadas solo deberían quedar los activos inmobiliarios solventes.
Esta decisión debería conocerse antes de que se pida formalmente el
adelanto de financiación con el cual se pretende recapitalizar Bankia de
forma inmediata.
Las preguntas se suceden, y todas necesitan una respuesta que sea
coherente con el conjunto del rescate financiero. Resulta imprescindible
conocer el criterio con el que se calcularán los precios de los activos
traspasados, cuándo empezará a operar o cuál será la participación
privada. Cuantos más detalles se conozcan, mayor será la credibilidad
del proyecto ante los mercados y la comunidad bancaria europea. La
cuestión es si el Gobierno está en condiciones de ofrecer el próximo día
24 un esquema detallado de ese banco malo o sociedad inmobiliaria que
resulte satisfactorio para las autoridades europeas o si, por el
contrario, se limitará a exponer de nuevo generalidades y buenos deseos.
Porque el banco malo no es el único problema del rescate; el Gobierno
tendrá que enfrentarse además con la obligación de imponer pérdidas y
quitas a los accionistas y acreedores de las entidades nacionalizadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario