La postura del presidente del BCE
Durante la primavera de 2011 Mario Draghi se fue
haciendo con los apoyos necesarios para llegar al Banco Central Europeo
(BCE), que alcanzaría en noviembre. Líderes europeos, economistas y
medios de comunicación se pasaban el testigo para hacerle la ola. Hasta
el entonces presidente francés, Nicolas Sarkozy, le brindó su aplauso.
Hubo un momento en que sólo faltaba el apoyo de la canciller Angela
Merkel, quien no acababa de fiarse de que alguien nacido en Italia se
hiciese con las riendas del euro. El diario germano «Bild» acabó con la
incertidumbre. Este periódico publicó un fotomontaje en el que ponía
sobre la cabeza del actual presidente del BCE un casco prusiano. La
imagen iba acompañada de un texto donde se despejaban dudas: la carrera y
formación de Draghi, según «Bild», hacían de él un tipo digno de
confianza. Llegaba a calificarlo como «muy alemán». Las palabras del
diario fueron premonitorias: en los ocho meses que lleva al frente del
BCE, ha mirado más a Berlín que a las capitales asfixiadas por la
crisis. Nacido en Roma en 1947, a Draghi pronto le tocó asumir una gran
responsabilidad, pues perdió a su padre a los 15 años. Brilló en la
universidad «La Sapienza» y en el prestigioso Massachusetts Institute of
Technology de Boston, en el que obtuvo el doctorado. A su regreso a
Italia impartió clases en varias universidades hasta que en 1990
desembarcó en el Banco de Italia. En él y en su cargo posterior, la
Dirección General del Tesoro, se destapó como uno de los hombres clave
de la liberalización que vivió Italia. Esta labor, favorecida por su
mentor, Carlo Azeglio Ciampi (ex presidente de la República), le
catapultó al sector privado. Fue durante cuatro años vicepresidente de
Goldman Sachs. Con la llegada de Draghi a la presidencia volvió a
consumar su maridaje con el poder. El prestigio internacional se lo ganó
en los dos años (de 2009 a 2011) que fue presidente del Consejo de
Estabilidad Financiera, organismo del G-20 que propone medidas para que
los bancos no cometan excesos como los de 2008.
Fuente: LA RAZÓN.es
Fuente: LA RAZÓN.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario