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martes, 3 de abril de 2012

¿Por qué no ha subido los impuestos el PP en los Presupuestos de 2012?

Economía, negocios y finanzas

2/04/2012 06:00 | Álex Medina R.
Una subida brutal del IVA, otra vuelta de tuerca al IRPF, un impuesto para ricos... Fueron muchas las profecías que se cernían sobre los primeros Presupuestos Generales del PP y no se ha cumplido ninguna. El Gobierno ha echado un vistazo al panorama y ha admitido que al consumo no se le puede exprimir más. Con lo que ha tenido que recurrir a otras maniobras fiscales no tan habituales y quizá más efectivas.

Foto de Los Presupuestos llegan el martes al Congreso y afrontan su primer examen el 26 de abril
El ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, llevará este martes al Congreso de los Diputados el proyecto de Ley de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2012, dando el 'pistoletazo de salida' a su tramitación parlamentaria, que tendrá su primer clímax en la votación del debate de totalidad prevista para el 26 de abril.
Hasta Bruselas, en un episodio que nunca quedó del todo claro, dio por hecho que el Gobierno de Mariano Rajoy escondía una subida fiscal en los Presupuestos Generales de 2012 y que por eso no iba a dar detalles hasta que no pasaran las elecciones andaluzas del 25 de marzo. Una vez celebrados los comicios (e incluso una huelga general) se conocen ya los planes económicos completos de Moncloa.

Y no hay alza de impuestos. A cambio, hay mucha ingeniería tributaria que pretende mejorar la recaudación sin tocar los tipos básicos. Habrá más carga para las empresas y el tabaco, aunque ninguna de las dos puede englobarse en una subida de impuestos al uso.

Como vía alternativa, se ha impulsado una especie de amnistía fiscal (que no lo es en puridad, porque se cobrará un 10%) sobre la que recae la crítica ideológica. Sin embargo, lo que importaba sobre todas las cosas era sacar agua de un pozo seco.

La vicepresidenta y el ministro de Hacienda ya lo justificaron en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros del viernes: no se podía exprimir más la vía impositiva. Eso hubiera destrozado un consumo interno que lleva en la lona más de un año y que no parece con muchas fuerzas para levantarse.

Así que el consumo. Ésa es la respuesta a todas las preguntas y el fantasma que se le debía aparecer todas las noches a Cristóbal Montoro mientras elaboraba los Presupuestos Generales del Estado (PGE). El espectro, como el del cuento de Dickens, venía con una moraleja en cada visita.

Nada más aparecerse, le explicaría que mirase el pasado más reciente, el de los datos de recaudación de los últimos meses de 2011. De este aviso han salido unas estimaciones muy modestas de ingresos impositivos para 2012, de apenas un 2,3% de aumento sobre lo que se previó en 2011.

La prudencia viene sobre todo de las figuras más vinculadas al consumo, es decir, el IVA y los Impuestos Especiales. Exacto: de los que peor se comportaron el año pasado, primera etapa de esta segunda parte de la crisis.

Del tributo del Valor Añadido, el Ejecutivo popular calcula que percibirá un 2,6% menos que el año pasado; y del grupo en el que se engloba desde el alcohol al tabaco o la gasolina, el pesimismo reina: augura una caída del volumen del 11,5%.

Las malas vibraciones están justificadas. Ya en 2011, el Estado se anotó una subida mínima del 0,5% en todo el año por IVA, hasta superar por poco los 49.000 millones. Llegados a este punto, habría que recordar que en el verano de 2010 el Gobierno de Zapatero incrementó los tipos de este impuesto, con lo que en el primer año completo de aplicación apenas se notó ya.
En efecto: la explicación es el desplome del consumo y las cifras de 2010 y 2011 dejan clara que la causa de una subida del IVA trae las consecuencias de una mejora de ingresos inmediata pero con muy poco recorrido. Al año, el efecto se diluye y lo que no se olvida en ningún caso es el coste político de volver a subir un impuesto que pagamos todos.

Peor le fueron a los Impuestos Especiales, que aportan unos 20.000 millones a las cuentas públicas. En diciembre de 2010, la vicepresidenta económica, Elena Salgado, anunció un incremento en el que grava el tabaco, por el que esperaba engrosar unos 800 millones extra.

La medida coincidió con la prohibición total de fumar en cualquier bar y las ventas de cigarrillos se desplomaron en el entorno del 20% el año pasado. ¿Conclusión? Que por este tributo se obtuvieron 7.200 millones en 2011, un 2,3% menos que el año anterior.

La reestructuración impositiva aprobada por el PP para el tabaco podría tener un impacto, según cifra el propio Gobierno, de no más de 200 millones en todo el año.

¿Todavía no están convencidos de que el consumo es gris? Pues miremos al impuesto especial que más euros recauda para Hacienda: el de la gasolina. Con unas cifras anuales que rondan los 10.000 millones (la mitad de este grupo), el año 2011 lo terminó en 9.281 millones, un 6,2% menos que en 2010.

Con el precio de la gasolina y del gasóleo marcando máximos desde principios de año, la recaudación en los primeros meses de 2012 sigue bajando, lo que denota que el consumo del automóvil se está reduciendo a marchas forzadas (el impuesto de Hidrocarburos es proporcional al precio de venta al público).

Lo que sí puede funcionar

La esperanza, por tanto, se traslada al Impuesto de Sociedades (el de las grandes empresas) y opciones especiales como la amnistía. El primero mejoró en el último tramo de 2011, cuando el PSOE retocó su fiscalidad, y lo segundo es el añadido sorpresa.

Al IRPF, que es el tributo que más dinero proporciona a la Administración (casi 70.000 millones de los 177.000 de ingresos totales del Estado en 2011), se le otorga una evolución casi plana. Según adelantó Montoro el viernes, se confía en ingresar por este impuesto un 1,9% más... pese a que ya se está teniendo en cuenta la subida aplicada sobre las nóminas desde el mes de febrero (y aprobada en diciembre).

No en vano, hasta 4.100 millones de los 12.314 extra que se espera recibir por medidas fiscales, vienen por explicados por el incremento decretado el 30 de diciembre. Si se descontase ese efecto, la confianza en el IRPF podría ser hasta negativa.

En 2011, año que terminó con un aumento del 4,2% en su recaudación, la buena marcha sobrevino por el fin de la ayuda de 400 euros en la nómina y la de la deducción por nacimiento. Ambas le ahorraron al fisco casi 3.000 millones.

Por lo que el IRPF siempre evoluciona en función de medidas concretas, ya que es el impuesto más lineal. Eso sí, en una situación de ingresos mermados y alto paro, la recaudación se resiente (ya que sus ingresos son proporcionales a los de cada ciudadano); de ahí la baja estimación de Montoro para él.

Situación que contrasta con el gran caballero blanco (o fantasma de las cuentas futuras) de este 2012: el Impuesto de Sociedades. Sin elevar el tipo objetivo, el Ejecutivo confía en engordar en 5.350 millones un tributo que en 2011 aportó unos 16.000 millones. O sea, que estamos hablando de una mejora del 22,2%, según el Ministerio.

La pócima está en convertir este gravamen sobre las empresas en un instrumento más eficaz. Los inspectores de Hacienda siempre han denunciado que en España una gran empresa paga menos impuestos que un becario.

Eso se debe a la intricada maraña de deducciones, reducciones y ventajas específicas que pueden aplicarse sobre sus beneficios. Lo que ha hecho el Partido Popular es eliminar gran parte de esas diferencias, de forma que el pago se acerque al 30% real (y no el 15% que, según los técnicos de Hacienda, pagan de media ahora las corporaciones).

Curiosamente, esta idea también parece sacada de una visita del pasado. El PSOE ya incorporó en agosto de 2011 ciertas mejoras en este Impuesto que mejoraron, en apenas cuatro meses, en 2.000 millones su recaudación.
Fuente: lainformacion.com

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