La última subasta de bonos de España parece
bastante floja comparada con los éxitos cosechados a principios de año.
El Gobierno colocó 2.590 millones de euros, la cantidad mínima de su
objetivo, que oscilaba entre los 2.500 y los 3.500 millones.
Además, la rentabilidad subió con respecto a subastas anteriores. En
concreto, España tuvo que pagar 0,94 puntos porcentuales más por bonos a
cuatro años que en la subasta de hace sólo un mes.
Con una economía en recesión, más medidas de austeridad, un aumento
de la rentabilidad, y el destino de los bancos españoles más vinculado
que nunca al Estado, es probable que estemos ante una nueva crisis. Lo
más preocupante es que los bonos españoles siguieron cayendo después de
la subasta del miércoles, y la rentabilidad de la deuda a diez años
subió hasta el 5,7%. La rentabilidad italiana también aumentó,
arrastrada por el efecto contagio de España.
El gran problema es que España depende en gran medida de que sus
propios bancos compren bonos con los fondos facilitados por el Banco
Central Europeo. Las entidades españolas compraron 39.000 millones de
euros de deuda pública en enero y febrero frente a los 8.000 millones de
euros de los bancos alemanes y los 6.000 millones de euros de los
bancos franceses, recuerda Barclays.
Eso vincula el destino de los bancos españoles al Gobierno, cuya
deuda crece a gran velocidad, debido al alto déficit presupuestario y a
la contracción de la economía. España calcula que la deuda alcance este
año el 80% del PIB, una cifra un 50% superior a la registrada en 2007.
Madrid ya ha captado el 47% de la financiación que se había marcado
para este año, lo que servirá de colchón contra la actual presión del
mercado. Sin embargo, a Madrid le cuesta trabajo convencer a los
inversores de que será capaz de andar sobre la cuerda floja y controlar
su nivel de endeudamiento.
La alta rentabilidad tendrá que actuar de estímulo para las reformas
más profundas. La credibilidad del nuevo Ejecutivo se vio deteriorada
cuando las reestructuraciones más importantes, sobre todo la del sector
bancario, se vieron diluidas cuando las condiciones del mercado se
relajaron a raíz de las operaciones de financiación del BCE. Hay quien
duda de que los presupuestos serán suficientes para cumplir con los
nuevos objetivos de déficit.
El destino de España probablemente esté en manos del BCE, cuya
exposición a los bancos españoles ascendía al 15% del PIB del país a
finales de febrero, según JP Morgan. Llegado el momento, el BCE puede
presionar a Madrid para que solicite la ayuda de la eurozona, en
especial para recapitalizar sus bancos, como hizo con Irlanda.
Pero antes, el mercurio puede subir más. Un indicador clave es la
forma de la curva de rentabilidad española. Si la rentabilidad a dos
años, que en la actualidad se sitúa en el 2,7%, empieza a subir y reduce
su margen con los rendimientos a diez años, esto supondría un gran reto
para España, ya que aumentarían los costes de financiación de toda la
economía.
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Fuente: Expansión.com
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