Sábado, 03 de Marzo de 2012 11:11 Gestor D_J NOTICIAS PROVINCIALES
A casa. La madre de la menor regresa a su domicilio de Baeza. Agustín Muñoz |
A regañadientes, la madre de la menor que, el pasado 28 de febrero, denunció ante la Guardia Civil que no la dejaban salir de casa, accede a explicar cómo se siente. Está imputada por la Justicia, como su exmarido, el padre de la adolescente, y no entiende por qué se ve así. “Es un problema que hemos tenido con nuestra hija, porque hace cosas que no debiera”, aclara y pide comprensión ya que, lo que le ocurre, es algo “muy delicado”. “No es tanto como parece”, argumenta.
La mujer está a punto de entrar a su casa de Baeza, viene del trabajo, ya de noche. En ese piso, a raíz de la ruptura sentimental, su hija mayor pasaba los días que no estaba en la vivienda de su padre, en la vecina Úbeda. A las puertas del bloque, un chico, que explica que tiene una estrecha relación con la menor, dice que, para él, lo que ha ocurrido es fruto “de una situación complicada”. “La regañaban, sí; a mí también me regañan. Lo hacen todos los padres”, reflexiona. Otra adolescente, en el mismo grupo, da a entender que veía venir algo así. Pero, en realidad, lo que ahora más le preocupa es que no sabe donde está la que es, sostiene, “su mejor amiga”. No tiene ni idea porque la chica, después de que la Guardia Civil abriera una investigación por la presunta detención ilegal de la menor baezana, está acogida en un centro. Es parte del proceso judicial que comenzó hace días. La niña se encuentra, temporalmente, bajo custodia de la Junta de Andalucía; el padre, imputado por retener a su hija contra su voluntad, se encuentra ya en libertad, después de su detención en la ciudad ubetense, y la mujer, libre, aunque con cargos. “A mí no me arrestaron”, precisa la madre, que suspira: “Tengo otro niño, no podía ser”. Al hablar no puede ocultar que todo le viene un poco grande: “La Justicia está así, matan a una niña, como Marta del Castillo, le hacen perrerías y están en la calle (los autores). A ti no te dejan educar a tu hija”.
No quiere dar detalles del detonante de la denuncia. Eso, promete, “cuando se pase todo”. Además, no sabe ni siquiera qué delito se le atribuye. “Estamos esperando (ella y su excompañero sentimental) la citación”, aclara. Mientras habla, se acuerda del caso de la madre que, en 2008, fue condenada, para luego recibir el indulto, por dar un tortazo a su hijo en Pozo Alcón. “Te crees que es normal que se arruine una casa”, juzga sobre esa decisión judicial que, como la situación que ella vive, generó un amplio debate desde que salió a la luz. La noticia se conoció ayer (JAEN, página 20) y la consejera de Igualdad y Bienestar Social del Gobierno andaluz, Micaela Navarro, en Peal de Becerro, fue preguntada por los periodistas que le pedían una explicación sobre lo sucedido. “Intervinieron las Fuerzas de Seguridad y se ha seguido el protocolo que se sigue habitualmente. Ha intervenido la Fiscalía”, respondió Navarro. La Oficina del Defensor del Pueblo Andaluz, competente también en asuntos de menores, también abrió una investigación ayer, para tener todos los detalles de la historia que ha tenido una gran repercusión mediática. De hecho, los detalles exactos sobre el suceso se conocen con cuentagotas. Al parecer, la niña estaba castigada y, sola o con la ayuda de algún vecino, avisó de su situación a la Benemérita. En el entorno de la menor, según se comenta en el barrio donde reside en la ciudad baezana, alguna amiga tomó una decisión similar anteriormente. Al tener el aviso, el Instituto Armado obró de oficio y dio traslado de las diligencias a la autoridad judicial, en el momento de los hechos, como confirmó la madre de la adolescente, la chica estaba con su padre, que ha rehecho su vida en Úbeda. “Es un cuadro. Son etapas de la vida, cosas que vienen así”, se resigna esta vecina de Baeza que, ayer mismo, fue llamada a declarar por la Fiscalía. “Lo que quiero es que a mi hija la pongan bien y que su padre vaya bien y que todos vayamos bien de una vez”, dice. Sus vecinos ponen cara de sorpresa cuando se enteran de la denuncia, de la detención y de que los padres de la chica tendrán que verse las caras con un juez. Aquellos que se deciden a hablar, no recuerdan nada especial sobre esta madre y esta hija, ni peleas ni nada que llamara excesivamente la atención. “Todo normal”, resumen. “Las conocía de vista, no vivían aquí desde hace mucho”, aclara un hombre.
Antes de subir a su piso, la madre de la menor concluye la conversación con un expresivo: “Me voy, me duele ya todo el cuerpo”. José Rodríguez Cámara / Baeza
Fuente: DIARIO JAEN.es
La mujer está a punto de entrar a su casa de Baeza, viene del trabajo, ya de noche. En ese piso, a raíz de la ruptura sentimental, su hija mayor pasaba los días que no estaba en la vivienda de su padre, en la vecina Úbeda. A las puertas del bloque, un chico, que explica que tiene una estrecha relación con la menor, dice que, para él, lo que ha ocurrido es fruto “de una situación complicada”. “La regañaban, sí; a mí también me regañan. Lo hacen todos los padres”, reflexiona. Otra adolescente, en el mismo grupo, da a entender que veía venir algo así. Pero, en realidad, lo que ahora más le preocupa es que no sabe donde está la que es, sostiene, “su mejor amiga”. No tiene ni idea porque la chica, después de que la Guardia Civil abriera una investigación por la presunta detención ilegal de la menor baezana, está acogida en un centro. Es parte del proceso judicial que comenzó hace días. La niña se encuentra, temporalmente, bajo custodia de la Junta de Andalucía; el padre, imputado por retener a su hija contra su voluntad, se encuentra ya en libertad, después de su detención en la ciudad ubetense, y la mujer, libre, aunque con cargos. “A mí no me arrestaron”, precisa la madre, que suspira: “Tengo otro niño, no podía ser”. Al hablar no puede ocultar que todo le viene un poco grande: “La Justicia está así, matan a una niña, como Marta del Castillo, le hacen perrerías y están en la calle (los autores). A ti no te dejan educar a tu hija”.
No quiere dar detalles del detonante de la denuncia. Eso, promete, “cuando se pase todo”. Además, no sabe ni siquiera qué delito se le atribuye. “Estamos esperando (ella y su excompañero sentimental) la citación”, aclara. Mientras habla, se acuerda del caso de la madre que, en 2008, fue condenada, para luego recibir el indulto, por dar un tortazo a su hijo en Pozo Alcón. “Te crees que es normal que se arruine una casa”, juzga sobre esa decisión judicial que, como la situación que ella vive, generó un amplio debate desde que salió a la luz. La noticia se conoció ayer (JAEN, página 20) y la consejera de Igualdad y Bienestar Social del Gobierno andaluz, Micaela Navarro, en Peal de Becerro, fue preguntada por los periodistas que le pedían una explicación sobre lo sucedido. “Intervinieron las Fuerzas de Seguridad y se ha seguido el protocolo que se sigue habitualmente. Ha intervenido la Fiscalía”, respondió Navarro. La Oficina del Defensor del Pueblo Andaluz, competente también en asuntos de menores, también abrió una investigación ayer, para tener todos los detalles de la historia que ha tenido una gran repercusión mediática. De hecho, los detalles exactos sobre el suceso se conocen con cuentagotas. Al parecer, la niña estaba castigada y, sola o con la ayuda de algún vecino, avisó de su situación a la Benemérita. En el entorno de la menor, según se comenta en el barrio donde reside en la ciudad baezana, alguna amiga tomó una decisión similar anteriormente. Al tener el aviso, el Instituto Armado obró de oficio y dio traslado de las diligencias a la autoridad judicial, en el momento de los hechos, como confirmó la madre de la adolescente, la chica estaba con su padre, que ha rehecho su vida en Úbeda. “Es un cuadro. Son etapas de la vida, cosas que vienen así”, se resigna esta vecina de Baeza que, ayer mismo, fue llamada a declarar por la Fiscalía. “Lo que quiero es que a mi hija la pongan bien y que su padre vaya bien y que todos vayamos bien de una vez”, dice. Sus vecinos ponen cara de sorpresa cuando se enteran de la denuncia, de la detención y de que los padres de la chica tendrán que verse las caras con un juez. Aquellos que se deciden a hablar, no recuerdan nada especial sobre esta madre y esta hija, ni peleas ni nada que llamara excesivamente la atención. “Todo normal”, resumen. “Las conocía de vista, no vivían aquí desde hace mucho”, aclara un hombre.
Antes de subir a su piso, la madre de la menor concluye la conversación con un expresivo: “Me voy, me duele ya todo el cuerpo”. José Rodríguez Cámara / Baeza
Fuente: DIARIO JAEN.es
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