Literatura
Almudena de Arteaga, marquesa de Cea y autora de una biografía sobre 'La princesa de Éboli', entre otras, y de 'Ángeles Custodios', sobre el médico alicantino Francisco Javier Balmis, ha definido su novela como "histórica, aderezada con toques de intriga".
La escritora madrileña Almudena de Arteaga durante la entrega esta noche del Premio Azorín de Novela, dotado con 68.000 euros y convocado por la Diputación de Alicante y la editorial Planeta. Lo ha ganado con su obra "Capricho", que recorre en tono de intriga el convulso Madrid de principios del siglo XIX, donde una aristócrata, mecenas del pintor Francisco de Goya, lucha por desvelar los misterios que encierra un célebre lienzo. EFE |
El fallo se ha dado a conocer este jueves en el transcurso de una gala celebrada en el Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA). De Arteaga había presentado su obra bajo el pseudónimo de 'Micaela' y el lema 'Las fuentes de una musa'. Ese texto gira en torno a las tres musas de Goya y, según la propia autora, es una obra "con mucha intriga y mucha feminidad".
Almudena de Arteaga, marquesa de Cea y autora de una biografía sobre 'La princesa de Éboli', entre otras, y de 'Ángeles Custodios', sobre el médico alicantino Francisco Javier Balmis, ha definido su novela como "histórica, aderezada con toques de intriga".
El argumento gira en torno a tres mujeres, musas de Goya, por "las cualidades que representan": la Duquesa de Alba, que representa "la belleza y la seducción"; la Duquesa de Osuna, que representa "la inteligencia"; y la Condesa de Chinchón, esposa de Godoy, y que representa la "ingenuidad". Como unión o "anclaje", según De Arteaga, una cuarta mujer, Michelle, una sombrerera huida de la Revolución Francesa, que es "el único personaje inventado".
Estas mujeres y la sociedad del momento, según la autora, vivían en un momento de prosperidad y las aristócratas tenían "un capricho detrás de otro capricho". En este sentido, el título de la obra, 'Capricho', se debe a este modo de vivir, truncado por la invasión napoleónica, así como por el nombre de los grabados de Goya, la lujosa finca de la Duquesa de Osuna y por "el capricho de Godoy" de conseguir los cuadros de las majas, lo que lo llevó a "hacer lo que fuera por conseguirlos".
Así, la intriga viene de la mano de estos "misteriosos" cuadros, que en su momento se "desconocía si eran uno o dos, si estaba desnuda o vestida" y que llegaron a "desaparecer". En torno a estos cuadros, según De Arteaga, "se tejen robos, asesinatos, presidios e Inquisición".
Según ha resaltado, "todos los detalles utilizados son reales, todos, hasta los pasteleros y las calles que aparecen" e incluso la trama en relación a los cuadros, en los que se recoge la "desaparición real de un mandadero de Goya", junto con los cuadros que transportaba.
Caprichos de los personajes
Así, en la novela aparecen "un conjunto de caprichos de todos los personajes, hasta que lo perdieron todo en la invasión francesa", así como los intentos por "recuperar aquello que tuvieron y la posibilidad de que finalmente sea así".
En esta situación, la escritora ve "un paralelismo involuntario" con la situación actual, en la que ha habido "un cambio en los valores" que imperaban cinco años atrás. Según ha dicho, empezó la novela "de forma muy alegre, con fiestas, toros, mesas francas y todo eso se rompe".
En la novela, cuando llega la guerra, según ha dicho, "no hay diferencias sociales, los que tenían todo y un capricho detrás de otro, ven que su orden de valores varía". Igualmente, en la actualidad, "nos preocupan cosas que no nos hubieran ni pasado por la mente hace cinco años", ha zanjado.
Fuente: lainformacion.com
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