30/03/2012 - 16:22
Ahora sí. Los últimos datos del INE no dejan
lugar a duda: el desplome en los precios de la vivienda se aceleró en el
cuarto trimestre del año pasado. A esto se unen una
morosidad inmobiliaria en récord histórico (¡20,91 por ciento!), unas
transacciones en mínimos, un mercado hipotecario seco, unos bancos
vendiendo todos sus ladrillos... Y todo ello, en una economía recesiva y
que amenaza con generar un millón más de desempleados este año.
No nos hemos cansado de repetirlo desde estas mismas páginas: quien
de verdad quiera vender una vivienda, debe bajar el precio ya. Y quien
quiera comprar, debe tomárselo con mucha calma y hacer valer su bien
más preciado: su liquidez disponible... que sólo recibirá quien asuma,
con realismo, la inevitable rebaja del ladrillo. De hecho, la mayor
parte de las estimaciones indican que, desde los máximos previos a la
crisis, la vivienda ha retrocedido más de un 25 por ciento. Pero muchos
expertos señalan que la caída pendiente debería ser de igual magnitud.
No es descabellado pensar que los ladrillos acaben valiendo la mitad de
lo que se pagó por ellos en el pico de la ola, cuando casi todo el mundo
pensaba aquello de que «la vivienda siempre sube».
Ya vemos que no es así y que puede estar muchos años bajando. Y eso que los bancos aún no han puesto a la venta todo su «stock»... y todo el que se les vendrá encima si se mantiene el ritmo de ejecuciones hipotecarias: 328.000 desde 2007, lo que supone un ritmo de desahucios de más de 130 al día. Una tasa que se acelerará a la vista de la creciente morosidad que genera el ladrillo en las entidades financieras. Lo cual, además, alarga la agonía de la vivienda de segunda mano, la más castigada hasta ahora por la caída de precios (con un retroceso interanual del 13,7 por ciento a fines de 2011). El particular que quiere vender su casa cada vez tiene más dificultades para competir con los bancos, a los que no sólo les sobran inmuebles, sino que además los promocionan en sus sucursales y, lo que es más importante, facilitan hipotecas a los compradores... las mismas que no conceden (o encarecen) a quienes quieren comprar una vivienda que no venda el propio banco.
Con este panorama, el vendedor de vivienda lo tiene casi imposible si no acepta una fortísima rebaja. El recorrido entre el 25 por ciento de descenso acumulado y el 50 que pronostican los expertos puede dar todavía juego. Pero sólo podrán aprovecharlo quienes, de verdad, tomen la decisión de vender ya... so pena de esperarse a hacerlo mucho más barato dentro de bien poco. Porque lo que sí parece una quimera es esperar a una hipotética recuperación del ladrillo. Los precios no volverán a subir hasta que la economía no se recupere, volvamos a generar empleo y a crecer en población (ahora mermamos, pues incluso tenemos más emigrantes que inmigrantes) y se agote un «stock» de millones de casas sin vender. Todo esto, puesto en años, suena a largo plazo.
Ya vemos que no es así y que puede estar muchos años bajando. Y eso que los bancos aún no han puesto a la venta todo su «stock»... y todo el que se les vendrá encima si se mantiene el ritmo de ejecuciones hipotecarias: 328.000 desde 2007, lo que supone un ritmo de desahucios de más de 130 al día. Una tasa que se acelerará a la vista de la creciente morosidad que genera el ladrillo en las entidades financieras. Lo cual, además, alarga la agonía de la vivienda de segunda mano, la más castigada hasta ahora por la caída de precios (con un retroceso interanual del 13,7 por ciento a fines de 2011). El particular que quiere vender su casa cada vez tiene más dificultades para competir con los bancos, a los que no sólo les sobran inmuebles, sino que además los promocionan en sus sucursales y, lo que es más importante, facilitan hipotecas a los compradores... las mismas que no conceden (o encarecen) a quienes quieren comprar una vivienda que no venda el propio banco.
Con este panorama, el vendedor de vivienda lo tiene casi imposible si no acepta una fortísima rebaja. El recorrido entre el 25 por ciento de descenso acumulado y el 50 que pronostican los expertos puede dar todavía juego. Pero sólo podrán aprovecharlo quienes, de verdad, tomen la decisión de vender ya... so pena de esperarse a hacerlo mucho más barato dentro de bien poco. Porque lo que sí parece una quimera es esperar a una hipotética recuperación del ladrillo. Los precios no volverán a subir hasta que la economía no se recupere, volvamos a generar empleo y a crecer en población (ahora mermamos, pues incluso tenemos más emigrantes que inmigrantes) y se agote un «stock» de millones de casas sin vender. Todo esto, puesto en años, suena a largo plazo.
Fuente: finanzas.com
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