CULTURA | Homenaje en el centenario de su nacimiento
Maruja Seoane, en una imagen tomada el 30 de abril de 2001. | Rosa Espiñeira |
- La esposa de Luis Seoane fue clave en su carrera y para conservar su legado
- Trasladó casi a escondidas el grueso de su obra de Argentina a Galicia
- Luchó por aglutinarla en la actual Fundación que lleva su nombre
- Su figura, casi desconocida, es recordada en el centenario de su nacimiento
"Seoane lo fue todo en mi vida. Estábamos predeterminados y no dejamos de querernos desde los quince años". Son declaraciones de una mujer sin la cual poco o nada se entendería la figura de uno de los artistas más polifacéticos del siglo XX. Maruja fue la mano derecha de Luis Seoane, su protectora en vida y guardiana de su legado tras su muerte. Sin sus esfuerzos, el patrimonio artístico del intelectual que hoy alberga Galicia no sería una realidad.
Cuando se cumplen cien años de su nacimiento, amigos que compartieron su vida con la pareja a medio camino entre Argentina y A Coruña, recuerdan su recorrido vital y su aportación trascendental. "Sin ella Luís no podría haber hecho lo que hizo", explica el artista plástico Felipe Criado en un sencillo acto de homenaje en la urbe herculina.
Tal vez la vida de Maruja pueda dividirse en tres actos. El primero dura hasta el fatídico golpe militar de 1936. El levantamiento obligó a Seoane a permanecer escondido y a huir a Argentina desde Lisboa. Ni un año pasaría hasta que Maruja se reuniese con él en Buenos Aires, donde contrajeron matrimonio. Ya no volverían a separarse.
Aquí comienza un entreacto, inmersos ambos en la bulliciosa y vanguardista vida bonaerense. En la capital artística y cultural, Seoane se convirtió en bandera de la de la colectividad gallega emigrante. Su amigo Xosé Martínez Romero compartía esas tertulias en el piso de Maruja y Luis en la calle Montevideo. "Los jóvenes nos mezclábamos con los grandes, como Dieste o Lorenzo Varela".
Allí, Maruja participaba activamente en la carrera artística de su esposo. "En Argentina fue más libre que en Galicia", sostiene Rosa Espiñeira, encargada de la catalogación del inventario de Luis Seoane en Galicia y muy próxima a Maruja desde los años 80.
"Nunca estuvo en segundo plano. Él no hacía nada sin contar con ella a nivel profesional e incluso publicaron un libro juntos en el 48", explica Rosa. "Era una mujer con ideas propias, ambos también compartían ideas políticas como miembros del Partido Galleguista". A partir del 63 comienzan a pasar temporadas en Galicia, pero no se instalan de nuevo en A Coruña hasta 1979, el mismo año en que fallecerá el artista.
El rescate artístico
Galería Bonino, Luis y Maruja, en 1957. | R.E. |
Tal vez la vida de Maruja pueda dividirse en tres actos. El primero dura hasta el fatídico golpe militar de 1936. El levantamiento obligó a Seoane a permanecer escondido y a huir a Argentina desde Lisboa. Ni un año pasaría hasta que Maruja se reuniese con él en Buenos Aires, donde contrajeron matrimonio. Ya no volverían a separarse.
Aquí comienza un entreacto, inmersos ambos en la bulliciosa y vanguardista vida bonaerense. En la capital artística y cultural, Seoane se convirtió en bandera de la de la colectividad gallega emigrante. Su amigo Xosé Martínez Romero compartía esas tertulias en el piso de Maruja y Luis en la calle Montevideo. "Los jóvenes nos mezclábamos con los grandes, como Dieste o Lorenzo Varela".
'Luis seoane, ramallos, caracolas e outros debuxos', 1975. | R.E. |
"Nunca estuvo en segundo plano. Él no hacía nada sin contar con ella a nivel profesional e incluso publicaron un libro juntos en el 48", explica Rosa. "Era una mujer con ideas propias, ambos también compartían ideas políticas como miembros del Partido Galleguista". A partir del 63 comienzan a pasar temporadas en Galicia, pero no se instalan de nuevo en A Coruña hasta 1979, el mismo año en que fallecerá el artista.
El rescate artístico
Tapiz hecho por Maruja. | R.E. |
Con todo, la musa de Seoane se las arregló para transportar cuadros personalmente. "En el aeropuerto decía que llevaba alfombras enrolladas". Así, por tierra o por mar y "recomprando muchos de los cuadros vendidos con sus propios ahorros" fue logrando su cometido. Antes de su acción apenas había en Galicia obra de Seoane, pero "ella quiso que se le reconociese aquí lo hecho en Argentina", apuntan sus amigos.
En ese traslado artístico también se incluía la "colección más importante de libros de arte que había en Buenos Aires", de su propiedad, apunta Rosa Espiñeira y que hoy se conservan en la biblioteca de la Real Academia Gallega. En el país austral, donde nació el artista, sólo quedan algunos cuadros en museos de bellas artes donados por su viuda.
La conservación del legado
Diálogo, 1946, Bordado a mano por Maruja. | R.E. |
Rosa, que tan bien conocía a Maruja, discrepa del papel que la institución juega actualmente y sostiene que "ella no estaría contenta con el resultado, porque no hay una exposición permanente de Luis Seoane. Se realizaron al comienzo pequeñas muestras del artista pero hoy todos sus fondos se conservan ocultos. Si no difundes la obra, la gente no la conoce", apunta.
Cien años después de su nacimiento y casi diez tras su muerte, pocos son los que recuerdan a esa mujer de intensos ojos azules. Callada, prudente, serena, a la sombra del gran genio Seoane pero imprescindible para entenderlo. Su patrimonio es hoy el que es y está donde está gracias a la intervención valiente de Maruja, en un tiempo en el que la cultura gallega añoraba volver a su tierra desde el otro lado del Atlántico.
Fiesta del 70 aniversario de una amiga, en Buenos Aires, mayo de 1972. | R.E. |
Fuente: EL MUNDO.es
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