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jueves, 29 de diciembre de 2011

Oviedo: La ciudad registra la mayor oleada de cierre de negocios de los últimos años

El alto precio de las rentas y los efectos de la ley Antitabaco acaban con los establecimientos ovetenses más clásicos y tradicionales






Cartel de cese de negocio en la fachada de la zapatería Los Pequeños Suizos, en la calle Milicias Nacionales.
Cartel de cese de negocio en la fachada de
la zapatería Los Pequeños Suizos, en la
calle Milicias Nacionales.  miki lópez
E. VÉLEZ / Á. FIDALGO
El número de cierres comerciales de este año en Oviedo es el más alto de los últimos nueve años. Así lo estima la Federación Asturiana de Comercio (FAC), después de estudiar los datos de altas y bajas de los negocios de la ciudad en 2011. De los 930 comercios afiliados a la Federación a través de Oviedo Tiendas, 81 han cerrado sus puertas, lo que equivale al casi nueve por ciento de las pequeñas y medianas empresas (pymes), de comercio y servicio.

FAC no dispone de cifras anteriores a 2002 ya que Oviedo Tiendas comenzó a elaborar estadísticas a partir de entonces, pero su gerente, Gonzalo Menéndez Rubiera, señala que «es innegable que ahora cierran muchos más negocios que hace una década, es más, el declive de los establecimientos comenzó con el inicio de la crisis en 2006».

Por distritos, donde más abundan los carteles de «se vende» o «se alquila» es la zona centro, con 41 cierres, seguida del Centro Cívico y los alrededores con 8; La Corredoria, Teatinos y Villamegil con 7; la Argañosa y Las Campas con 7; el Cristo y Buenavista con 5; Abuli, Espíritu Santo, Cerdeño y La Monxina con 4; Ciudad Naranco y Vallobín con 4; el casco antiguo y el Fontán con 3 ; y los alrededores de la Gesta y Masaveu con 2.

En cuanto a las actividades, según la FAC, el sector más castigado es el de la moda y los complementos, ya que sólo en 2011 cerraron 35 establecimientos.

La zapatería Los Pequeños Suizos echará el cierre a finales de febrero debido a «la crisis», según declara la gerente del establecimiento desde hace 24 años, Berta Aramburu. Los propietarios del comercio de Milicias Nacionales no pueden hacer frente a la renta, que Aramburu no desea especificar pero que señala «ha tenido una subida bastante alta». Los Pequeños Suizos abrió sus puertas en 1903, aunque en el número 12 de la calle Uría en donde permaneció hasta hace cinco años para trasladarse a su actual ubicación. Estos días el comercio está liquidando sus zapatos y la fachada luce un enorme cartel que anuncia el cese del negocio. «Los clientes de toda la vida están muy disgustados. La gente es muy fiel y seguía comprando aquí después de dejar Uría. Es más que una pena, esto es un dolor», comenta la gerente del comercio.

El alto precio de los alquileres está detrás de la mayor parte de los cierres comerciales. Para Ángel Martín Caro, gerente de la inmobiliaria Martín Caro que trabaja con cientos de establecimientos ovetenses, la verdadera razón reside en el cambio de un contrato de renta antigua a uno actual; «la subida del IPC sólo representa en torno al tres por ciento de la subida de un alquiler, así que en realidad cuando un negocio cierra sus puertas es debido a que le han actualizado un contrato de renta antigua ya vencido, y la diferencia puede ser altísima».

La Asociación de Hostelería de Asturias, a la que pertenecen aproximadamente 800 locales ovetenses, registró este año un mayor número de bajas que en 2009 y 2010. A falta de la elaboración de un informe que indique la cantidad exacta de establecimientos que cerraron a lo largo del año, fuentes de la asociación han confirmado que las bajas son «mucho mayores».

La Federación Asturiana de Empresarios (FADE) ha alertado de que habrá una cadena de cierres en el comercio asturiano después de Navidad debido al deterioro de la construcción y los servicios y a la caída del consumo por la falta de confianza de los clientes.

La cafetería San Remo no podrá celebrar sus bodas de oro el próximo 8 de junio. Este clásico de la hostelería de la avenida de Galicia cerrará sus puertas ante la imposibilidad de sus dueños, la sociedad madrileña Freijo, S. A., de hacer frente al precio del alquiler. «Se pasó de abonar 1.800 euros a 5.200 hace dos años», explica Mariano Sánchez, encargado del establecimiento desde hace 31 años. Según Sánchez, «parte de los vecinos del edificio que alberga la cafetería son los propietarios y además poseen otros bajos del mismo inmueble donde también hay negocios». Desde hace dos meses Freijo, S. A., no paga el alquiler establecido, por lo que la fecha de cierre del establecimiento depende del Juzgado. «La clientela actual no da para pagar la renta. Con dos mil euros menos se podría sacar el negocio adelante porque tengo asiduos de toda la vida», explica Sánchez, que a sus 50 años de edad espera encontrar otro trabajo. «Entré a trabajar como aprendiz con tan sólo 19 años, cuando la cafetería tenía quince empleados y era una buena oportunidad para empezar en hostelería; ahora, sin embargo, sigo aquí esperando poder cobrar el paro y después... a saber», señala. Para el encargado la causa del cierre no es únicamente el elevado precio de la renta, sino también los cambios en los hábitos de la clientela: «Con la aparición de las vinaterías en la zona la gente empezó a cambiar de gustos y de horarios y a probar con nuevos lugares».

San Remo es el último clásico en despedirse de la avenida de Galicia. Junto a la cafetería Oliver, el Dickens y el Café Irlandés, logró convertir la parte alta de la ciudad en un lugar de moda a la hora del aperitivo y de la copa nocturna de los fines de semana.

El bar JL, en el número 18 de la calle Ramón y Cajal, frente al edificio histórico de la Universidad, cerró sus puertas definitivamente el día de Nochebuena tras dos décadas de historia y un traspaso. El encargado del negocio desde hace 17 años, Miguel Ángel Falo, explica que la entrada en vigor en enero de la nueva ley del Tabaco le arruinó las ventas: «Hasta el 31 de diciembre de 2010 iba capeando el temporal y salía adelante, pero después me quedé sin clientela, porque la gente se marchó a las terrazas de la competencia. Aquí las personas eran de café, pincho y pito». La renta que Falo pagaba por el alquiler del local era inferior a mil euros «porque tenía un contrato de renta antigua, pero ahora al que venga le subirá a más de dos mil», señala. Para el encargado, el cierre del JL no sólo significa un negocio menos en la ciudad, sino «el fin de una época, de tertulias, de historias y de leyendas urbanas. Los primeros dueños, Floro y José Luis, están en la memoria de muchos ovetenses, que recuerdan millones de anécdotas. Por ejemplo, aún hay quien cree que las siglas del bar significan "jódete Logos", en lugar de la verdad, que es el nombre de uno de los fundadores del establecimiento, José Luis». 
Fuente: lne.es

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