EUROPA CONVULSA
El presidente francés se reunirá con Merkel antes de la cumbre de la UE para pactar las reformas "La Unión necesita más solidaridad", afirma en un discurso
Tres años después de anunciar en Tolón la refundación del “capitalismo loco”, Nicolas Sarkozy volvió el jueves a su ciudad fetiche del sur francés y afirmó, ante 5.000 personas y militantes de su partido, que es urgente “refundar” Europa y la zona euro para salir de la crisis que azota al continente. “El mundo no nos esperará”, advirtió Sarkozy, usando tonos dramáticos pero bastante ajustados a la realidad. Francia hará su contribución, aseguró, en “plena convergencia con Alemania”.
No hay otra opción, advirtió, salvo la alianza con Berlín para reformar la UE y salvar al euro. “Estamos en una situación extrema” y esa es la única forma de proteger tanto el poder adquisitivo de los franceses como el “largo camino recorrido” por la Unión.
Sarkozy sabe que la mayoría de sus electores, que en 2005 rechazaron la Constitución europea porque implicaba ceder demasiada soberanía, no bendecirán fácilmente el deseo alemán de someter las cuentas públicas de los 17 Estados miembros de la zona euro a las sanciones del Tribunal de Justicia europeo. Sin hacer mención a ese detalle concreto, que Francia intenta evitar, Sarkozy se mostró partidario de “un mayor control presupuestario”, de “sanciones más severas y más rápidas” con los países que no cumplan sus objetivos, y de “aprobar la regla de oro en las Constituciones para garantizar el objetivo del déficit cero”. “Francia la debe adoptar como los otros países”, afirmó enviando un mensaje a los socialistas, que se niegan a votar esa medida: “Sería ideal hacerlo antes de las presidenciales, y si no, inmediatamente después”.
El jefe del Elíseo aprovechó para anunciar que recibirá el lunes a la canciller en París para ultimar el acuerdo que ambos quieren presentar en la cumbre europea del 9 de diciembre. Al explicar la filosofía del pacto, enfatizó que la zona euro será “más solidaria, más disciplinada, más responsable y más democrática” y deberá dotarse de un verdadero “Gobierno económico común”. Francia aboga por “un Gobierno de la zona euro que reunirá a los jefes de Estado y de Gobierno para decidir juntos”, y “un Fondo Monetario Europeo que será el instrumento de solidaridad para ayudar a los países”. El fondo de rescate será una “muralla contra la especulación” y espera que se rija “por mayoría cualificada”.
Sarkozy advirtió que “no se pueden diferir” más las soluciones para salir de la tormenta financiera, incluida la reforma de los tratados, que exige la unanimidad de los Veintisiete y un largo trámite de aprobación. Oponerse a esa reforma “equivale a mentir a los franceses gravemente”.
Al mismo tiempo, intentó hacer ver que converger “no supone ir a remolque ni perder la identidad”, y se mostró convencido de sacar adelante sus propuestas. Dijo que “la integración pasa por firmar acuerdos intergubernamentales”; que es necesario “votar cada vez más decisiones por mayoría cualificada porque Europa no puede ser rehén de un partido o una coalición”, y llamó a “repensar Schengen” para mejorar el control de la inmigración.
Sobre el Banco Central Europeo (BCE), Sarkozy afirmó que “tiene un papel determinante”, y plegándose al deseo de Merkel, dijo: “El BCE es independiente y lo seguirá siendo. Pero le corresponde a él decidir cuándo actuará. Es su responsabilidad. Nadie debe dudar de que la asumirá”.
El despliegue didáctico y dialéctico duró casi una hora, y estuvo marcado por el fantasma de los años 30 y por el mantra “es preciso decir la verdad”. El presidente tiene claro que ha llegado el momento de actuar: “La crisis va a durar y va a tener consecuencias. Es imposible continuar así. ¿Qué quedará de Europa si el euro desaparece? Nada”, señaló.
Al glosar la necesidad de avanzar de la mano de Berlín, Sarkozy explicó que “la soberanía se ejerce mejor con los otros, con los aliados, eso nos lo ha enseñado la historia. Y si no lo aceptamos, nos arriesgamos a rehacer paso a paso el camino trágico que tomó el mundo en los años treinta”. “Cada país tiene su historia y sus heridas”, continuó. “Si les hablo de la moneda, los alemanes recuerdan su historia. Nos separan algunas diferencias. Ellos son federales, nosotros unitarios. Pero hemos decidido ir hacia la convergencia, y yo no renunciaré jamás a ella. Eso es la paz, y lo contrario es el conflicto. No podemos olvidar los sacrificios de cuantos vivieron la guerra. Haré todo lo posible para que Alemania y Francia sean el motor del futuro europeo”.
Sarkozy no usó la expresión alemana “unión fiscal”, pero señaló que “una Europa que tolera el dumping social y fiscal entre sus Estados no puede durar”. Sobre Grecia, prometió que “ningún Estado de la zona euro incurrirá otra vez en un impago”.
“Europa puede ser barrida por la crisis si no cambia”, insistió. “Si salimos del euro, nuestra deuda se multiplicaría por dos. Y si desapareciera el euro, tendría consecuencias dramáticas para Francia, ya que no podríamos gestionar nuestra deuda”, añadió.
Fuente: EL PAÍS.es
No hay otra opción, advirtió, salvo la alianza con Berlín para reformar la UE y salvar al euro. “Estamos en una situación extrema” y esa es la única forma de proteger tanto el poder adquisitivo de los franceses como el “largo camino recorrido” por la Unión.
Sarkozy sabe que la mayoría de sus electores, que en 2005 rechazaron la Constitución europea porque implicaba ceder demasiada soberanía, no bendecirán fácilmente el deseo alemán de someter las cuentas públicas de los 17 Estados miembros de la zona euro a las sanciones del Tribunal de Justicia europeo. Sin hacer mención a ese detalle concreto, que Francia intenta evitar, Sarkozy se mostró partidario de “un mayor control presupuestario”, de “sanciones más severas y más rápidas” con los países que no cumplan sus objetivos, y de “aprobar la regla de oro en las Constituciones para garantizar el objetivo del déficit cero”. “Francia la debe adoptar como los otros países”, afirmó enviando un mensaje a los socialistas, que se niegan a votar esa medida: “Sería ideal hacerlo antes de las presidenciales, y si no, inmediatamente después”.
El jefe del Elíseo aprovechó para anunciar que recibirá el lunes a la canciller en París para ultimar el acuerdo que ambos quieren presentar en la cumbre europea del 9 de diciembre. Al explicar la filosofía del pacto, enfatizó que la zona euro será “más solidaria, más disciplinada, más responsable y más democrática” y deberá dotarse de un verdadero “Gobierno económico común”. Francia aboga por “un Gobierno de la zona euro que reunirá a los jefes de Estado y de Gobierno para decidir juntos”, y “un Fondo Monetario Europeo que será el instrumento de solidaridad para ayudar a los países”. El fondo de rescate será una “muralla contra la especulación” y espera que se rija “por mayoría cualificada”.
Sarkozy advirtió que “no se pueden diferir” más las soluciones para salir de la tormenta financiera, incluida la reforma de los tratados, que exige la unanimidad de los Veintisiete y un largo trámite de aprobación. Oponerse a esa reforma “equivale a mentir a los franceses gravemente”.
Al mismo tiempo, intentó hacer ver que converger “no supone ir a remolque ni perder la identidad”, y se mostró convencido de sacar adelante sus propuestas. Dijo que “la integración pasa por firmar acuerdos intergubernamentales”; que es necesario “votar cada vez más decisiones por mayoría cualificada porque Europa no puede ser rehén de un partido o una coalición”, y llamó a “repensar Schengen” para mejorar el control de la inmigración.
Sobre el Banco Central Europeo (BCE), Sarkozy afirmó que “tiene un papel determinante”, y plegándose al deseo de Merkel, dijo: “El BCE es independiente y lo seguirá siendo. Pero le corresponde a él decidir cuándo actuará. Es su responsabilidad. Nadie debe dudar de que la asumirá”.
El despliegue didáctico y dialéctico duró casi una hora, y estuvo marcado por el fantasma de los años 30 y por el mantra “es preciso decir la verdad”. El presidente tiene claro que ha llegado el momento de actuar: “La crisis va a durar y va a tener consecuencias. Es imposible continuar así. ¿Qué quedará de Europa si el euro desaparece? Nada”, señaló.
Al glosar la necesidad de avanzar de la mano de Berlín, Sarkozy explicó que “la soberanía se ejerce mejor con los otros, con los aliados, eso nos lo ha enseñado la historia. Y si no lo aceptamos, nos arriesgamos a rehacer paso a paso el camino trágico que tomó el mundo en los años treinta”. “Cada país tiene su historia y sus heridas”, continuó. “Si les hablo de la moneda, los alemanes recuerdan su historia. Nos separan algunas diferencias. Ellos son federales, nosotros unitarios. Pero hemos decidido ir hacia la convergencia, y yo no renunciaré jamás a ella. Eso es la paz, y lo contrario es el conflicto. No podemos olvidar los sacrificios de cuantos vivieron la guerra. Haré todo lo posible para que Alemania y Francia sean el motor del futuro europeo”.
Sarkozy no usó la expresión alemana “unión fiscal”, pero señaló que “una Europa que tolera el dumping social y fiscal entre sus Estados no puede durar”. Sobre Grecia, prometió que “ningún Estado de la zona euro incurrirá otra vez en un impago”.
“Europa puede ser barrida por la crisis si no cambia”, insistió. “Si salimos del euro, nuestra deuda se multiplicaría por dos. Y si desapareciera el euro, tendría consecuencias dramáticas para Francia, ya que no podríamos gestionar nuestra deuda”, añadió.
Fuente: EL PAÍS.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario