Economía / suplemento empresa
Crear empleo o no crearlo, esa es la cuestión en tiempos de crisis. Legislaciones flexibles, como la alemana, lo consiguen; normas rígidas, como la española, general paro
Día 31/10/2011 - 17.58h
efe |
¿Por qué España sigue sin bajarse del liderato del paro? ¿Dónde radica el problema?¿Por qué otros consiguen reducir o mantenerse en tasas de paro asumibles mientras España sufre la tasa de paro más alta de la UE-27 y una de las más elevadas del mundo? Todos los expertos coinciden: los por qués hay que buscarlos en las legislaciones laborales, normas más flexibles y adaptables a situaciones de crisis conservan cy rean empleo, como ocurre en Alemania, el ejemplo; normas rígidas y poco flexibles generan paro y destrucción de empleo, como en España, campeón mundial de paro con una tasa sonrojante del 21,52%, por encima de países como Letonia, Lituania o Bulgaria y de la mano de «compañeros» de viaje tan expuestos como Grecia, que en su caso se anota un 16,7%.
Pero mientras en nuestro país se avanza en el aumento del paro y en la destrucción de puestos de trabajo otros ya crean empleo: este indicador comienza a recuperarse genéricamente en el conjunto de la UE, aunque muy por debajo del ritmo de recuperación de la actividad económica.
Centroeuropa
Con todo, en el último trimestre el número de europeos en busca de trabajo ha vuelto a crecer en toda la Unión salvo en Alemania, Luxemburgo, Polonia y Malta. De hecho, sólo Luxemburgo y Alemania (pese a que el shock productivo de -3,8% fue mayor que en EEUU) han podido anotar no sólo una caída en el desempleo sino un auge en el empleo en el último período. A la vez, los países que más han gastado en políticas activas de empleo han sido Holanda y los escandinavos, seguidos por Suiza y Austria, pero no así Alemania ni España.
A la clásica apuesta por la austeridad y la estabilidad, algunos países como Austria, Polonia y Alemania inyectaron un espíritu reformista, mérito en el caso alemán no primeramente de Angela Merkel sino más del partido socialdemócrata, que respaldó a la canciller en la anterior legislatura e impuso duras reformas que costaron la vida política al canciller Schröder. Del mismo modo, Polonia es caso único pues, bajo el conservador-liberal Donald Tusk, ha crecido casi sin interrupción durante toda la crisis.
El presidente del Instituto Económico IFO ha dicho a este diario que «los españoles e italianos se han vuelto demasiado caros» y el experto económico y ex jefe de gobierno de Sajonia, Georg Milbradt, insistía recientemente a ABC en Krynica en que la empresa española se habría dejado comer el mercado por las reformas centroeuropeas y ahora debería mirar a Polonia, Países Checos y Eslovaquia para retomar el tren.
A lo largo de la llamada gran recesión, Alemania ha constituído el caso paradigmático entre las economías desarrolladas pues, no sólo no se vio afectado su mercado laboral, sino que incluso el desempleo cayó 1,2 puntos a lo largo del período en que el paro España. En Austria, Bélgica, Holanda y Suiza, toda la huella laboral de la crisis se reduce a un aumento de entre 0,4 y 0,6 puntos en el paro. El gobierno de Berlín ha presumido de haber logrado desvincular el empleo, de la producción y el consumo, mediante flexibilidad, movilidad y reciclaje.
Receta alemana
Alemania ha transformado una economía lastrada, como la austríaca, por los mayores costes del mundo por unidad laboral, y famosa por su encorsetamiento regulador y burocracia sindical, convirtiéndola en innovadora y competitiva y reciclando a su personal. Y en lo concreto, las empresas hicieron frente a la caída del consumo interno y la austeridad del estado haciendo la maleta para buscar mercados en toda Europa, Asia y América. No es sólo Alemania, con su poderosa industria, la propia Holanda es, un tamaño muy inferior, una de las potencias exportadoras del mundo.
Alemania cerró el ejercicio anterior con el mayor crecimiento (3,6%) y el menor desempleo (6%) de los últimos 20 años, lo que se ha achacado a que el país realizó en 2005 y 2006, mientras el gobierno español seguía pavoneándose, reformas lo suficientemente profundas, pertrechándose para futuras crisis. Los expertos concluyen que, por primera vez, el crecimiento ha logrado desengancharse del empleo, por lo que los momentos de contracción no han creado paro.
Las empresas y sindicatos coinciden en que gran parte de la reputación germana estriba en sus trabajadores, «no podemos permitirnos echarlos y, cuando esto pase, empezar con otros desde cero». En el ciclo bajo, la ayuda pública para reducir jornada y el reciclaje profesional ha alcanzado a 1,5 millones de empleados; esto ha sido determinante para evitar despidos y mantener la formación y productividad de sus trabajadores. Sin paro, tampoco ha caído el consumo interno.
En época de vacas flacas, empresarios y trabajadores asumieron una moderación salarial; se concordó una reforma de pensiones que elevó la jubilación a los 67 años y, por primera vez, se encajaron recortes en sanidad y Seguridad Social. Rebajando el peso de la unidad laboral, del seguro de desempleo eterno y de un costoso sistema de oficinas del paro, el mercado laboral se dinamizó hasta crear en cinco años dos millones de empleos.
El caso holandés
Mientras Holanda fue el país experimental para la flexicurity (o combinación de seguridad y flexibilidad laboral) con notables éxitos en su comienzo, en Austria, que ha ido perdiendo el clásico pleno empleo, la ocupación no ha estado tradicionalmente relacionada con la flexibilización, como sería predecible sino con la balanza comercial, también fuertemente exportadora, y las expectativas económicas como señuelo inversor.
Sin embargo, y esto es determinante en un país con un nivel de vida y precios alto, la relación entre productividad laboral y nivel salarial ha seguido siendo favorable a las empresas, lo que ha sido un anzuelo para la inversión exterior directa, logrando competir y captar a empresas extranjeras incluso en una región rodeada de economías tan competitivas como la Hungría, Eslovaquia o República Checa. Para Viena, la competitividad y la innovación han sido el caballo de batalla de las últimas décadas, junto con la conexión de infraestructuras con el Este, para defender su cuota de mercado. El empleo se ha movido poco en Austria, debido en parte al poco aumento del empleo estatal y el escaso crecimiento del empleo parcial.
El secreto es la formación
Pese a todo, los gobiernos saben que, pese al ajuste salarial, las empresas alemanas, holandesas, luxemburguesas o suizas no podrán competir en sueldos; así que lo hacen en prestigio y formación de sus empleados: algo que ninguna empresa logra despidiendo y contratando de nuevo. Superado el ciclo, los sueldos de trabajadores ahora mejor formados y más satisfechos, subirán este año en Alemania entre un 2,8 y un 3%. Alemania y España tienen un nivel similar de protección laboral muy alto, por encima de Holanda, Suiza, Bélgica o Dinamarca. El seguro de paro españolse encuentra a mitad entre el alemán y el austríaco, ambos países con mayor nivel y menor paro, y muy por debajo de Holanda, Suiza, Dinamarca o Noruega.
Los países con mejor mantenimiento de empleo, de Holanda a Polonia y de Austria a Dinamarca, sin ser baratos coinciden con los mejores niveles de educación. La tasa de jóvenes que no están ni estudiando ni en prácticas laborales es de las más bajas, si bien en ligero aumento. Alemania es la cuarta economía del mundo pero, cuando la canciller persiste en prepararse para el futuro, es porque, como muestra el estudio para 2050 de Pricewaterhouse Coopers pronto volverá a ser superada, como lo fue cuando China la desplazó hace dos años del tercer puesto.
Reino Unido
El mercado laboral británico es uno de los menos regulados del espacio europeo, y podría serlo aún menos si el gobierno acepta las controvertidas recomendaciones de un informe confidencial solicitado por David Cameron al financiero Adrian Beecroft, desvelado esta semana. Los gobiernos conservadores de los 80 y los 90 reformaron la legislación laboral anterior para restringir la capacidad de actuación, tanto colectiva como individual, de los trabajadores. Desde entonces, el marco regulador del empleo se rige por la Ley de Derechos Laborales de 1996, que contempla el derecho de un trabajador con al menos un año de antigüedad de recurrir su despido como «injusto» ante la jurisdicción laboral.
La legislación vigente recoge las prohibiciones de discriminación por edad, género, creencias, discapacidad u orientación sexual, comunes en todo el ámbito europeo, y obliga a los empleadores a justificar un despido para que sea «justo». Pero la clave de la notoria flexibilidad del mercado laboral británico reside en la simpatía que los argumentos de la parte empleadora suelen recibir de los tribunales.
Ahora, además, la libertad para despedir podría incrementarse si el gobierno sigue las recomendaciones del informe Beecroft, recogidas por «The Daily Telegraph». El estudio anima al Ejecutivo a eliminar esta posibilidad de recurrir un despido considerado como «injusto» por el trabajador, y a sustituirla por la obligación de pagar una indemnización mínima (la indemnización ya es obligatoria cuando el trabajador lleva al menos dos años en la empresa). El informe del conocido inversor, que contaría con las simpatías de Cameron y del ministro de Finanzas, George Osborne, critica que el exceso de regulación y burocracia en materia laboral limita la capacidad de reacción ante la crisis de las pymes, que no cuentan con departamentos de recursos humanos. «Una parte de los empleados, seguros en su creencia de que su empleador no les despedirá, trabajan a un nivel inferior a su capacidad real», creen los autores de las propuestas, que deben ser debatidas por el Ejecutivo británico.
Francia
Empresarios y sindicatos reclaman, desde hace años, una armonización y clarificación de las relaciones laborales en Francia, un país como una tasa de paro del 9,9%. En vano, sucesivos gobiernos de izquierda y derecha han seguido introduciendo nuevas variantes y formas de contratación, con el fin teórico de ayudar a la creación de empleo, sin conseguirlo.
En Francia existen una decena larga de modelos de contrato laboral, cada uno de los cuales tiene modalidades distintas de relación contractual, remuneración y despido, lo que hace muy farragoza la aplicación. El contrato a duración indeterminada (CDI), el más «seguro» para los empleados, fija una relación laboral sin caducidad convenida. Si la empresa decide poner fin a tal contrato, sin pacto con el empleado, deberá pagar una indemnización de cálculo muy bizantino: en función aleatoria de los años de ancianidad y la evolución del salario bruto. Lentamente, el CDI pierde terreno, en beneficio de nuevas formas de relaciones laborales, que no satisfacen completamente a nadie: las empresas se quejan de la complejidad burocrática del mercado del trabajo; los sindicatos piden una «armonización hacia arriba»; los jóvenes no sindicados (muy mayoritarios) se consideran víctima de un proceso de precarización...
Italia
El sector manufacturero así como la pequeña y mediana empresa están salvando a la economía italiana. Gracias a que este sector, cuya imagen sigue dando cierta seguridad al país, el paro en Italia se sitúa por debajo de la media europea, con tendencia a la mejoría en los últimos meses: La tasa de desempleo alcanzó el 7,8% en el segundo trimestre (era del 8,3% en el segundo trimestre del 2010).
Aunque las señales de mejora son claras con relación a los dos últimos años, la capacidad de la economía italiana para crear empleo seguirá siendo débil durante un largo tiempo. De ahí que el BCE y la Comisión Europea hayan urgido al Gobierno Berlusconi a flexibilizar el mercado laboral. «Il Cavaliere» se ha visto obligado a prometer a Bruselas que facilitará el despido, una decisión acogida con fuertes protestas de los sindicatos que amenazan con huelga general. La gran ventaja de Italia es que cuenta con un tejido de pequeñas y medianas empresas que están capeando bien la crisis.
Información elaborada por Ramiro Villapadierna, Borja Bergareche, Juan Pedro Quiñonero y Ángel Gómez Fuentes
Cirugía total para un mercado de trabajo que agoniza
Susana Alcelay Madrid
Es difícil por no decir imposible encontrar una economía capaz de generar tanto paro y destrucción de empleo como la española, un situación achacable por economistas y expertos a una legislación que no ha corrido a la velocidad que han exigido los acontecimientos... una crisis persistente que ha devorado ya más de dos millones de puestos de trabajo y que otras economías, como la alemana sí han sabido capear con ajustes de empleo y producción.
¿Dónde reside el problema en España? ¿Qué hace distinto a nuestro país del resto de economías europeas? Economistas y expertos, organizaciones de dentro y fuera de España no lo dudan: la norma laboral excesivamente rígida que, por cierto, cuya reforma negó una y otra vez el presidente Rodríguez Zapatero. «A quienes piden un despido más fácil y más barato les digo: ¡‘Que no, que no!», aseguraba el jefe del Ejecutivo en febrero de 2009, ante 1.200 alcaldes y concejales socialistas en Madrid para luego, algo más de un año después, aprobar una descafeinada reforma laboral que ahora permite despedir pagando 25 días por año trabajado frente a los 33 de antes y realizar regulaciones de empleo por previsión de pérdidas sometidas a arbitraje. Salvo esta medida poco más, una reforma de la negociación colectiva que no ha dado de sí todo lo necesario, al menos todo lo que exigen las empresas, que claman por unos convenios que se ajusten a sus necesidades, sobre todo las más pequeñas, las pymes.
Pero las estadísticas de desempleo por sí solas se bastan para confirmar que la reforma laboral pergeñada por el Gobierno no se ha convertido precisamente en un estímulo instantáneo para reactivar ese territorio arrasado que es el mercado de trabajo. La Encuesta de Población Activa (EPA) del tercer trimestre reflejaba esta misma semana que el desempleo se incrementó en 144.700 personas, hasta situar la cifra de parados en la friolera de 4.978.300 afectados, el 21,52% de la población activa, todo un récord, teniendo en cuenta que la media de paro en la Europa de los Veintisiete está en el 9,5% y que desde el Gobierno se negó una y otra vez que el desempleo escalara en nuestro país hasta los cuatro millones. Ahora está ya en la antesala de lo cinco millones, que podría incluso superar con holgura al cierre del ejercicio.
Y si aún había alguna duda sobre el efecto de los cambios aplicados por Zapatero, el 97% de las empresas los considera «insuficientes» o «muy insuficientes» y aboga por aplicar nuevas medidas «de forma urgente». Así lo recoge el estudio, elaborado en más de 130 empresas por ManPowerGroup y el Instituto Internacional Cuatrecasas.
Despido más fácil...
¿Qué hacer? Este estudio es concluyente. Las empresas consideran que la reforma laboral de Zapatero ha influido muy poco en la gestión de sus recursos humanos, apenas se ha recurrido a la flexibilidad interna como medida organizativa, sigue extendida la opinión de que resultan difíciles de justificar ante el juez los despidos objetivos, los servicios públicos de empleo continúan despertando un elevado nivel de desconfianza entre las empresas y, sobre todo, critican la falta de decisión para corregir el absentismo laboral injustificado. En definitiva, el mercado laboral sigue igual a ojos del tejido empresarial español.
¿Las propuestas? La premisa esencial del informe de Cuatrecasas y ManPoweGroup es que, dado que los cambios acometidos han sido insuficientes y el mercado de trabajo sigue una pauta de extremo deterioro, debe abrirse una nueva y urgente fase de profundas reformas. Y aunque puntualiza que a éstas no se les puede pedir la creación inmediata de empleo sí que cambien determinadas dinámicas e inicien nuevas tendencias, modificando la percepción empresarial generalizada de que la norma laboral es más un obstáculo que un elemento favorecedor de la gestión eficiente de los recursos humanos.
Entre las propuestas de las empresas que figuran en el informe para fomentar el empleo está la petición de más facilidades para contratar y también para despedir. Sobre este último, se reclama la reducción de su coste y la clarificación de las causas que llevan a un empresario a prescindir de un trabajador, incluso los empresarios encuestados reclaman la supresión de la tutela administrativa, como también piden mayor flexibilidad interna en la empresa y una unificación del contrato indefinido, incentivarlo para reducir la temporalidad, pero, al mismo tiempo, eliminar las restricciones que existen a la contratación temporal y permitir su «descausalización» por negociación colectiva.
...y más flexibilidad
Todo un vuelco en las relaciones laborales, como también reclama Juan Antonio Sagardoy, catedrático de Derecho del Trabajo. Sus propuestas pasan por aplicar cirugía en el mercado de trabajo con urgencia. Las soluciones que pone encima de la mesa pasan por un contrato único con despido más barato, más facilidades para cambiar las condiciones de trabajo, una extinción por causas objetivas más automática si las circunstancias de la empresa lo aconsejan o un mayor desarrollo del tiempo parcial y el teletrabajo, sin olvidar, una negociación colectiva más apegada a la realidad de la empresa. «En definitiva, cambiar de modo profundo nuestro legislación y por ende la cultura que impera entre nosotros este campo», afirma Sagardoy.
Convertido en el principal problema que tienen los españoles, los partidos políticos afinan sus propuestas de cara a una dura campaña electoral cuyo principal protagonista será el paro y las soluciones o remedios que unos y otros apuntarán para atajar la sangría.
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