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viernes, 30 de septiembre de 2011

Últimas sesiones del cine club Kresala

CINE. CIERRA UN EMBLEMA DEL CINE EN DONOSTIA

Al inicio de su 40 temporada, el estandarte cinéfilo de San Sebastián anuncia su cierre

Últimas sesiones del cine club Kresala
Bergua, Mikelajauregi y Berasategui, entre bobinas. :: NAGORE IRAOLA
 
30.09.11 - 03:12 - RICARDO ALDARONDO | SAN SEBASTIÁN.
 
Últimas sesiones del cine club Kresala
Los responsables. Fernando Mikelajauregui, Luis Bergua y Juan Berasategui, junto a diversos boletines de programación que se daban a los socios, y un carnet de 1985. :: NAGORE IRAOLA

Aún se podrá disfrutar durante once tardes de lunes de los placeres cinéfilos que ha brindado durante casi 40 años. Pero al término de este trimestre, cuya programación comienza el próximo lunes, desaparecerá el legendario cine club que han mantenido contra viento y marea, frente a penurias económicas y descenso de espectadores, tres cinéfilos con rigor y tesón: Luis Bergua, Juan Berasategui y Fernando Mikelajaurgui, con ayuda intermitente de muchas otras personas. Los lunes, salvo excepciones, del curso escolar, de octubre a junio, el Kresala ha mantenido a las siete y media de la tarde una cita con el cinéfilo donostiarra, y guipuzcoano, y ha ofrecido en estas décadas unas 1.200 películas de todas las épocas, nacionalidades y estilos. 
 
Han estado en crisis aguda en anteriores ocasiones, pero han salido adelante. Si ahora han decidido tirar la toalla, después de casi 40 años al frente, es por una suma de razones, como resume Fernando Mikelajauregui: «Por la cuestión económica, ya que cada vez es más difícil mantener el equilibrio entre gastos e ingresos; porque cada vez es más difícil encontrar películas que no se hayan estrenado; porque en el último año ha descendido mucho el número de espectadores; y porque nos empezamos a cansar y alguna vez hay que dejarlo». 
 
En el último año se ha notado un especial descenso del número de espectadores. Hasta entonces lo normal era que hubiera unos 130 espectadores por sesión, una cifra suficiente para mantener económicamente el cine club, que siempre ha contado con una subvención, primero de la Caja de Ahorros Municipal, y luego de la Kutxa. Pero desde enero de 2010, empezaron a ser frecuentes las sesiones con solo 50 espectadores, o incluso 30. No saben muy bien a qué se ha debido ese descenso. «Algunos protestan porque dicen que ponemos películas raras, pero un cine club no está para poner 'Tiburón' o 'El Padrino'», afirma Juan con rigor cinéfilo. 
 
No hace mucho tiempo que la sala se llenaba a rebosar en algunas sesiones, «con gente sentada en el suelo por los pasillos». Pero con una asistencia mermada, es difícil mantener los números: «Las distribuidoras piden unos 500 euros por cada película, aunque el precio varía». Últimamente han recurrido al DVD, «pero también los derechos de la proyección suponen más de 300 euros». Y el DVD no es lo mismo que la película en 35 milímetros, como sabe bien Sebas, el proyeccionista de la sala Kutxa Arrasate, que lleva más de 20 años proyectando las sesiones del cine club. 
 
Pocos jóvenes 
 
Los tiempos han cambiado. Ahora proliferan las ediciones en DVD, mucha gente se ha acostumbrado a cosneguir las películas en internet y la oferta para el espectador no tiene nada que ver con la de los años 70. «Además el Trueba ahora va a hacer una apuesta más fuerte por el cine en versión original, cosa que nos parece estupenda y estamos encantados como cinéfilos». Pero entre una cosa y otra, el espacio que podía cubrir el cine club, es cada vez menor. 
 
Algunos socios han seguido casi todas las temporadas del cine club, otros lo dejaron. También se han ido incorporando jóvenes, pero en menor medida. «Últimamente la media de edad es de unos 50 años. Siempre nos hemos preguntado por qué los jóvenes van a la programación de Nosferatu en el Principal y no vienen aquí», a pesar de que el Kresala ha programado en sus últimos años sobre todo películas de riguroso estreno en San Sebstián, junto a algún clásico. «Algunos se quejan de que la entrada es cara, pero no podemos cobrar menos de 4 euros porque los números no dan». 
 
Si antaño se pagaban por trimestre, que en 1.985 era de mil pesetas, ahora «solo una docena de personas pagan por trimestre, lo normal es comprar la entrada suelta», en esa mesa portátil que siempre han puesto junto a la entrada al inicio de cada sesión en la entrañable sala de Arrasate. 
 
Pero todo empezó en otro lugar, y casi de casualidad. Luis y Juanito, que ahora tienen 71 años, se conocían desde la mili. Fue Luis el que inició el gérmen del cine club, y hoy sigue siendo su presidente. Tenía 27 años «cuando fundamos la sociedad Kresala, en 1967. Al cabo de una semana yo ya estaba proyectando cine allí con una pantalla portátil que me compré en Bersán. Hasta 1972, cuando empezamos con el cine club, proyectábamos películas en 16 mm. En San Sebastián nosotros estrenamos películas como 'Nazarín' de Luis Buñuel y 'El signo del león', de Eric Rohmer». 
 
Luis empezó a relacionarse con las embajadas, porque «facilitaban la distribución de estupendas películas alemanas, francesas o de países del Este». Llegó un momento en que no podían seguir así: «En mayo de 1972 me llamaron de lo que entonces se llamaba Información y Turismo diciendo que nos teníamos que dar de alta como exhibidores. Entonces pensé en fundar el cine club, por aprovechar esas películas de las embajadas, pero creyendo que no duraría más que un par de años», relata Bergua. «Estábamos aún en el franquismo, y me pidieron los nombres, domicilios y firmas de 500 personas para conseguir el permiso para fundar el cine club. Recurrí a los socios de Kresala y conseguí las 500 personas», relata Luis Bergua, que tuvo que mecanografiar los datos de todos ellos. «El justificante de la autorización me llegó el mismo día de la primera sesión, poco antes de empezar. Yo estaba asustado, porque sin el justificante nos podía venir la policía y armarnos una buena». Esa primera sesión empezó media hora más tarde, porque el local estaba abarrotado, y tenían que tomar el nombre de cada socio asistente. 
 
En los dos primeros años, el cine club, que mantuvo el nombre de Kresala, era nómada: «Unas sesiones las hacíamos en Kresala, otras en Carmelitas, otras en el actual local de Arrasate, y alguna en la Escuela Virgen del Coro donde una monja proyectaba las películas... era un lío, la gente se confundía de sitio», recuerdan riendo. «Montábamos y desmontábamos las sillas de madera en cada sesión». El boletín con la programación lo hacían en multicopista, con recortes de revistas y 'letraset'. Todo lo han hecho siempre sin cobrar un duro, por amor al séptimo arte. 
 
Un pecho en la penumbra 
 
No les ha abandonado ni la ironía, y recuerdan riendo que en una época de crisis, la abarrotada proyección de 'La noche de los muertos vivientes' les salvó la vida. O que el 19 de noviembre de 1975, víspera de la muerte de Franco, proyectaron 'Ruda jornada para la reina', de René Allio. 
 
Y no les faltan los recuerdos divertidos. Como cuando montaron una semana con conferencias sobre cine y quisieron contar con la colaboración de Imanol Arias, que en 1981, era un ídolo de jovencitas. «Me dejó de piedra porque me dijo que aunque le coincidiera con un rodaje, lo dejaría para venir», relata Mikelajauregui. «Luis y Juanito se reían de mí, y me decían que cómo iba a estar dispuesto a venir con lo solicitado que estaba en ese momento. Pero Imanol Arias lo cumplió y además dio una conferencia espléndida». 
 
Y luego está la anécdota del suspense: «Íbamos a proyectar una de Hitchcock, y la película llegaba por tren de Bilbao», recuerda Juanito. «Nos dijeron que el tren venía con retraso. La gente estaba ya en la sala. El tren que no llegaba. El jefe de estación nos dijo el sitio exacto donde iba a parar el vagón, pero había que hacer un trámite y pagar cinco pesetas. Lo hicimos, cogimos un taxi y llegamos a la sala por los pelos. Nos vitorearon. Una situación muy hitchcockiana, tren incluido». 
 
Menos graciosa fue la proyección de 'La reineta dorada', de Otakar Vávra. «Sólo se veía un pecho en la penumbra, pero una señora se levantó, salió pisando fuerte con los tacones y gritando: 'Les voy a denunciar'», recuerda Bergua. «Al día siguiente el director de la Caja de Ahorros, Nicolás Lasarte, me llamó porque le había llegado una denuncia por proyectar una película pornográfica. Menos mal que tenía la hoja de censura, en la que constaba el permiso de proyección. Me las guardaba todas para falsearlas con otras películas». 
 
Muchos son los que han colaborado, en la organización, las presentaciones y los coloquios: el ilustre José Ángel Herrero-Velarde, actual miembro del comité de selección del Festival, José Antonio Plá, Juan Mari Arrue, Fernando Patús, Federico Huergo, Luisma Fernández, entre otros muchos. Carlos Minondo, Juan Miguel Perea, Alberto Arizkorreta son algunos de los colaboradores de nuevas generaciones. Alguno de ellos podría continuar con el cine club, pero tendría que ser con otro nombre: como cine club Kresala, la película llega a su fin. 

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