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jueves, 1 de septiembre de 2011

Trípoli como el lejano Oeste: jóvenes pistoleros de gatillo fácil aterrorizan la capital libia

Mundo


07:00h | Roberto Arnaz
La llegada de los rebeldes a Trípoli no solo ha traído buenas noticias para los opositores a los 42 años de dictadura de Muamar al Gadafi. La alta presencia de armas y la falta de seguridad en las calles han convertido la capital libia en lo más parecido a una versión moderna del lejano oeste en el que domina la Ley del más rápido con la pistola.

TESTIGO-Alegría y caos en la invasión del complejo de Gadafi
Cientos de triunfantes rebeldes libios inundaron el martes el último bastión de poder de Muamar el Gadafi, saqueando su complejo en Trípoli en busca de armas y trofeos y al grito de "Gadafi está acabado". En la imagen, rebeldes libios celebran la toma del complejo de Gadafi en Trípoli, el 23 de agosto de 2011.


REUTERS/Louafi Larbi
La revolución libia ha dejado un panorama peligroso. Con el corrupto sheriff Muamar al Gadafi huido, los jóvenes pistoleros rebeldes campan a sus anchas por la capital sin nadie que controle. Ya no hay tropas leales al dictador, pero aún se siguen escuchando disparos en las calles. Bienvenidos a la nueva Trípoli, un OK Corral moderno con acento árabe. 


En la gran ciudad libia hay escasez de todo, menos de armas. El 70% de los residentes de la capital no tiene acceso a agua corriente o electricidad, las tiendas se mantienen cerradas sin suministros y la basura se mezcla con los cadáveres sin enterrar que ha dejado la campaña militar. Sin embargo, hay excedente de pistolas, rifles de asalto Kalashnikov e incluso misiles antitanque.

Con la policía huida en desbandada, los jóvenes pistoleros rebeldes han dado rienda suelta a la anarquía. Casi cada hombre mayor de 15 años tiene un arma y manda la ley del más rápido apretando el gatillo. Nadie sale a la calle, tienen miedo de las balas perdidas.

Tampoco ayuda el hecho de que los cerca de 10.000 prisioneros liberados por las fuerzas opositoras a Gadafi de las cárceles del Gobierno –muchos de ellos condenados por delitos violentos– deambulen armados por Trípoli. Presos comunes y ensalada de armas, un cóctel muy peligroso para una ciudad sin ley, en la que cada hombre es su propio ejército.


Más de 2.000 armas robadas

Sólo algunos voluntarios, armados por el régimen para defender la capital, aún se atreven a patrullar la ciudad. Ya no luchan por el Gobierno, sino para defender a sus familias. “Es un asunto que nos preocupa”, ha confirmado Shammam Mahmoud, ministro de información del Consejo Nacional de Transición (CNT), el brazo político de los rebeldes. 

Haremos todo lo posible para recuperar las armas, incluidas las campañas de los medios de comunicación, mensajes en las mezquitas e incluso, si es necesario, las volveremos a comprar de nuevo”, ha explicado Mahmoud. 

Sin embargo, no lo tendrán fácil. En su camino a Trípoli, los rebeldes han asaltado al menos 35 arsenales pertenecientes al ejército libio en los que había más de 2.000 armas, según la organización sin ánimo de lucro Human Rights Watch (HRW). El botín incluía ametralladoras de gran calibre, además de misiles antiaéreos y antitanque. 

“Existe una preocupación real, especialmente sobre las armas más potentes, que pueden acabar vendiéndose en el mercado negro por unos pocos miles de dólares”, advierte Fred Abrahams, investigador sobre el terreno de HRW, que compara la realidad Libia con la situación a la que se enfrentaron los iraquíes tras la caída de Saddam Husein en 2003.

“Lo más grande que hemos visto han sido unos misiles tierra-aire capaces de derribar un avión comercial, un armamento muy atractivo para los grupos terroristas”, asegura Abrahams en su informe, en el que apremia a que asegurar estos proyectiles “se convierta en la prioridad número uno de manera inmediata”. 

De fabricación alemana

Muchas de las armas que pretenden recuperar las autoridades del CNT son de fabricación alemana. Los rebeldes las lucen al hombro en muchas de las fotografías que los medios de comunicación han mostrado en las últimas semanas.

La pregunta que ahora se hacen los observadores internacionales es, ¿cómo han llegado a los depósitos de armas del ejército de Gadafi si el país estaba sometido a un estricto embargo?

Según ha denunciado el periódico 'Stuttgarter Nachrichten' y la cadena de televisión ARD su fabricante, Heckler & Koch, realizó tratos poco claros con el régimen libio, algo que la compañía a negado rotundamente. 
 
Sin embargo, lo cierto es que cientos de rebeldes disparan al aire para celebrar la victoria sobre Gadafi con sus rifles de asalto Heckler & Koch G36, el arma de referencia para ejércitos como en Alemán.

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