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jueves, 29 de septiembre de 2011

El pueblo fantasma de Japón retoma el pulso

Mundo

06:30h | Justin McCurry, Minamisoma (Japón) | GlobalPost
Aunque sigue estando en el centro de la catástrofe nuclear, los habitantes de Minamisoma están volviendo a sus casas. El día después de la tragedia, solo quedaron 10.000 personas de las 70.000 que normalmente viven allí. Sin embargo, hay muchos que se niegan a volver mientras la ciudad lucha por sobrevivir.

Días de Japon ( Days Japan ). © Issei Kato | Reuters. Japon #110
Perpiñán expone los efectos devastadores del terremoto que arrasó Japón y los efectos del tsunami contra la central nuclear de Fukushima.

Seis meses después de haber sido golpeado por el triple desastre de Japón, Minamisoma ya no encaja en la descripción de un pueblo fantasma nuclear.

Cuando nuestra publicación la visitó por primera vez a principios de abril, la ciudad estaba casi desierta. Su población de 71.000 personas antes del desastre cayó hasta sólo 10.000 a raíz del accidente nuclear en la cercana central eléctrica nuclear de Fukushima, cuando autobuses llenos de residentes huyeron de las fugas de radiación.

Desde entonces, la población se ha incrementado, pero Minamisoma sigue siendo una ciudad que lucha por acostumbrarse al lugar que le ha tocado en el centro del peor accidente nuclear de la historia de Japón.

Las partes más pobladas de la ciudad están a unos 25 kilómetros al noroeste de la planta, pero los niveles de radiación en algunas áreas son lo suficientemente altos para que las autoridades aconsejen a los residentes que estén preparados para salir en caso de que se agrave la situación en la planta.

Sin estar convencidos mediante garantías oficiales que les aseguren que su casa es segura, 30.000 residentes se niegan a volver.

"Las clínicas pediátricas ya no pueden operar aquí debido a que hay muy pocos niños", dice Kyohei Takahashi, un ginecólogo que ahora actúa como médico de la comunidad y como consejero no oficial.

"En general, el número de médicos se ha reducido en un 20 por ciento, y muchas enfermeras y otro personal médico se han llevado a sus hijos fuera de la ciudad. Sin embargo, estamos haciéndolo lo mejor que podemos".

Takahashi, de 72 años, fue uno de los que huyeron inmediatamente después de que empezase la crisis nuclear, para regresar sólo unos pocos días después para ayudar a aliviar la presión sobre los servicios de salud de una ciudad en situación de tensión.

"Mucha gente en esta zona se vio obligada a marcharse y algunos se quedaron en centros de evacuación hasta seis meses", dice Tomoyoshi Oikawa, director adjunto del hospital general municipal de Minamisoma.

"En esas condiciones, su salud se ha deteriorado. Algunos tenían patologías pre-existentes y los síntomas han empeorado debido a sus circunstancias. Algunas personas también están mostrando síntomas de padecer enfermedades psicológicas debido al temor de la radiación".

Gran parte de la incertidumbre actual se deriva de la falta de conocimiento de los expertos de los efectos a largo plazo de la exposición a niveles relativamente bajos de radiación de entre un milisievert [mSv] al año y 20 mSv al año, un umbral provisional aplicable sólo a las personas de la prefectura de Fukushima.

Cuatro meses después del desastre, el hospital de Oikawa comenzó a ofrecer escáneres para medir la radiación en todo el cuerpo con el fin de tranquilizar a los residentes. Hasta ahora,  el hospital ha examinado cerca de 2.000 personas, ninguna de las cuales han mostrado niveles suficientemente altos como para causar preocupación.

“Nos fijamos en la glándula tiroides y en la presencia de cesio radiactivo en todo el cuerpo. En los adultos, debemos tener cuidado con los cánceres de la vejiga y en el cerebro, y así sucesivamente. Estas enfermedades podrían convertirse en un gran problema en el futuro. Tenemos que estar en guardia”.

“También debemos estar muy atentos a la posible carcinogénesis tiroidea en los niños, en particular el cáncer de pulmón juvenil y la leucemia."

Una docena de escuelas en zonas de riesgo de la ciudad parecen obras de construcción, con los equipos contratados por el ayuntamiento para eliminar las capas de suelo contaminado de los campos de juego, taparlo y enterrarlo, para luego cubrir con tierra limpia. Hasta que el trabajo esté terminado, los niños de tan sólo 5 años deben recibir clases en otras áreas antes de ser transportados en autobús de vuelta para ser recogidos por sus familiares.

“Mi nieto sólo tiene seis años, así que pensamos que lo mejor era evacuarle en un primer momento debido a la radiación”, dice Keiko Sato, que ha llegado a la escuela primaria número 3 de Haramachi para recoger a su nieto Yuta, de seis años de edad.

Con las medidas de descontaminación en curso, el gobierno central se está preparando para borrar a Minamisoma y a otros lugares de la lista de alerta de evacuación a finales de este mes, es decir, que los niños como Yuta podría estar estudiando en sus antiguas escuelas a mediados de octubre.

Sin embargo, Greenpeace y pequeños grupos de derechos civiles creen que a los residentes de los puntos críticos en Minamisoma y otros lugares cerca del borde de la zona de exclusión de 20 kilómetros alrededor de Fukushima Daiichi se les debe ofrecer ayuda del gobierno para evacuar inmediatamente.

“La gente de la prefectura de Fukushima está siendo utilizada como conejillos de indias humanos”, asegura Seiichi Nakate, líder de la Red de Fukushima para salvar a los niños de la radiación.

“El umbral (20 mSv) se ha establecido deliberadamente alto para demostrar que no ha habido efectos secundarios de la radiación sobre la salud. Rechazo la idea de que al pueblo de Fukushima se le deba decir que es seguro que estén expuestos a 20 mSv al año, cuando el estándar para las personas en el resto de Japón es de sólo un milisievert”.

Los residentes de Minamisoma se han ofrecido para medir la radiación en docenas de lugares y descontaminarlos.

“En primer lugar, medimos los niveles de radiación y de esa manera podemos identificar los lugares con un alto nivel y marcarlos para la descontaminación”, dice Tsunetoshi Komatsu, un miembro de la asociación de vecinos de Haramachi.

Takahashi espera pruebas de que los programas locales de descontaminación están teniendo el efecto deseado de convencer a las familias asustadas para que regresen y saquen a la ciudad fuera de su limbo nuclear.

No descansará, dice, hasta que los niveles de radiación en cada parte de Minamisoma sean lo suficientemente bajos para que los niños nazcan y se críen sin ningún riesgo para su salud.

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