Hablemos sin tapujos
Miguel Massanet
El señor Llamazares, hoy en día, es el paradigma de lo más casposo de la vieja política soviética
Miguel Massanet
Publicado el miércoles 31 de agosto de 2011, 09:01
Aunque les parezca algo imposible he estado a punto de reconciliarme con el señor ZP. Por mucho que les cueste tomarme en serio, debo confesar que, con esta traca final que han sido capaces de montar el señor Rajoy y el señor Zapatero, cuando han puesto sobre la mesa el acuerdo de modificar la Constitución para implantar una ley orgánica que establezca la limitación del gasto público o, lo que es lo mismo, el mandato para reestablecer lo que antes estaba recogido en una ley de Estabilización Presupuestaria; me “ha puesto”. Debo confesar, paladinamente, mi maldad y no me duelen prendas de admitir que, el ver como se retuercen los partidos nacionalistas, como lanzan llamaradas de fuego por sus bocas los líderes del independentismo y como se encrespan, en el seno del propio PSOE, todos aquellos que desearían que el gasto del Estado no tuviera limitación alguna, que el chorro de subvenciones a sus protegidos no tuviera topes y que el despilfarro público quedara instalado a perpetuidad en nuestro país; al efecto de sangrarlo hasta que no quedara ni una gota de riqueza que exprimir.
Es un espectáculo indescriptible contemplar al señor Durán y Lleida, el cómplice de los errores cometidos en las dos legislaturas por ZP, este “santo varón” –que siempre se ha querido presentar como la persona sensata, como el que imponía paz, que apoyaba la “gobernabilidad del Estado” mientras, por la puerta trasera, lo chantajeaba para sacar beneficios para Catalunya en forma de Estatuto, traspasos de competencias, ayudas económicas, acuerdos bilaterales y un sin número de cesiones en materia educativa, en cuestiones idiomáticas y en otras infracciones de la Constitución, que nunca debieran de haberse debido producir – desgañitarse, infructuosamente, en el Parlamente, quejándose de que, para esta decisión tomada por los dos partidos mayoritarios, a espaldas de Catalunya, no se les haya dado vela a los nacionalistas, se haya prescindido de su “sabio consejo” y, por si fuera poco, se haya puesto la primera piedra para poner en vereda y frenarles, en la deriva que llevaban todas aquellas comunidades con aspiraciones separatistas, que se habían acostumbrado a llevarse la parte del león del pastel financiero del Estado y que han venido actuando a su aire, sin ahorrar en gastos, subvenciones, “embajadas en el extranjero” y entrega de fondos para aquellos cuya principal misión era intentar conseguir la independencia para su autonomía; con los previsibles resultados de acumular un endeudamiento insoportable, confiando siempre que ya lograrían que, el resto de la nación se sacrificase para que, el Gobierno, los apoyara cada vez que se lo pidieran.
Resulta tan surrealista ver como las izquierdas, utilizando argumentos que hubieran sido válidos a finales del SigloXIX, pero que, hoy en día, en la época de los ordenadores, la ofimática, la física cuántica; la electrónica más desarrollada, la educación generalizada y la información al instante, no son más que viejas utopías, como si continuáramos pretendiendo resucitar la rueda de piedra. El señor Llamazares, hoy en día, es el paradigma de lo más casposo de la vieja política soviética, anclado en sus dos obsesiones: el volver al tipo de comunismo de la Guerra Civil Española y el mantener vivos en los ciudadanos los amargos recuerdos del fracaso de las izquierdas frente populistas, en aquella contienda en la que demostraron ser incapaces de vencer a la derecha del general Franco.
Deberemos admitir que, toda esta parafernalia parlamentaria, todos estos ánimos pretendidamente ofendidos, todos estos desplantes y protestas por no haberse utilizado un procedimiento que no venía al caso, según queda establecido en la Constitución; sólo nos da la sensación de un desmesurado paripé para ir ocultando que, España, ya no depende de ella misma; que nuestra nación está intervenida de hecho, por el BCE y que estamos sometidos a vigilancia desde Bruselas. Nadie ignora que, si el BCE, no nos estuviera comprando deuda ya estaríamos como Portugal e Irlanda.
Y, al respecto, conviene decir lo poco que convencen las declaraciones de Trichet intentando justificar la compra de deuda a España e Italia. El hecho de que las compre desde los mercados secundarios no es más que una trampa ¿Es aquello de que hecha la ley hecha la trampa?, porque la realidad es que los estatutos de la entidad prohíben la compra de deuda de los países comunitarios. De hecho, si nadie lo remedia, va a acumular una cantidad tal de deuda “basura” que se va a convertir en uno de estos “bancos malos” en los que se concentran todos aquellos valores que están metidos en las UCI financieras de las naciones europeas. No resulta raro que, Alemania, no quiera oír hablar de bonos europeos ni de más ampliaciones de Fondos de rescate cuando, a la que lo toca asumir con la peor parte de los costes, sea precisamente a ella.
Para calmar a CIU y a estas izquierdas protestonas, que se creen que el dinero se saca de las minas, conviene que les hagamos bajar a la realidad, recordándoles que estamos en Europa, que necesitamos que nos renueven la deuda porque, si no, no podríamos pagar a los parados (por cierto, los números de Agosto, un mes tradicionalmente de pleno empleo, parece que van a ser, otra vez, negativos). La nueva presidenta del FMI, señora Lagarde, ha abogado por: “una urgente y sustancial recapitalización de la banca europea” advirtiendo de que: “los acontecimientos de este verano nos indican que hemos entrado en una nueva y peligrosa fase”. Para élla, los principales problemas son: la deuda soberana de Europa y la necesidad de equilibrio fiscal en los EE.UU.
Al referirse a la situación española resulta que, tanto el FMI como S&P, coinciden en rebajar las previsiones de crecimiento que, con tanto optimismo, señaló la señora Salgado para el 2011 (un 1’3%) y para el 2012 (un 2’3%). Las previsiones del FMI, sin embargo, lo reducen a un 0’7% para el 2011 y un 1’3% para el próximo 2012. ¡Una diferencia substancial, sin duda, que mucho nos tememos se va a acercar más a la realidad que la de nuestra ilusa vicepresidenta! Pero es que, S&P, aunque algo más optimista, tampoco coincide con la señora Salgado, ya que pronostica un 0’8% para el 2011 y un 1% para el 2012. Feo, muy feo, si es que tomamos en cuenta que, para crear empleo los técnicos en economía hablan de crecimientos superiores al 2 o el 2’5%.
Y ahora cabe preguntarse si todo este tinglado que se ha montado por una reforma mínima de la Constitución que, en todo caso, va a tardar de 8 a 10 años en llevarse a cabo, ¿tiene la más mínima importancia y es motivo suficientes para justificar amenazas de huelgas generales por los sindicatos? si, en realidad, lo que debiera de tenernos inquietos es lo que va a pasar el próximo otoño; si el desempleo vuelve a repuntar con fuerza y si nuestras empresas volverán a seguir la tendencia de ir a la baja reduciendo, en lugar de incrementar, sus efectivos humanos. Es posible que este adelanto de las elecciones haya sido insuficiente y que, el hecho de que en el 22N se celebren los comicios y entre un nuevo gobierno que inspire más confianza que el actual a los marcados bursátiles, va a ser suficiente para que se restablezca la confianza en nuestro país o si, como es muy probable que suceda, los de las izquierdas, si gana el PP, se dediquen a complicar la situación con huelgas y manifestaciones para que la imagen de España quede todavía más deteriorada de lo que ya lo está. Malos augurios, señores, o, al menos, eso pienso yo.
Fuente: Diario SIGLO XXI.comAunque les parezca algo imposible he estado a punto de reconciliarme con el señor ZP. Por mucho que les cueste tomarme en serio, debo confesar que, con esta traca final que han sido capaces de montar el señor Rajoy y el señor Zapatero, cuando han puesto sobre la mesa el acuerdo de modificar la Constitución para implantar una ley orgánica que establezca la limitación del gasto público o, lo que es lo mismo, el mandato para reestablecer lo que antes estaba recogido en una ley de Estabilización Presupuestaria; me “ha puesto”. Debo confesar, paladinamente, mi maldad y no me duelen prendas de admitir que, el ver como se retuercen los partidos nacionalistas, como lanzan llamaradas de fuego por sus bocas los líderes del independentismo y como se encrespan, en el seno del propio PSOE, todos aquellos que desearían que el gasto del Estado no tuviera limitación alguna, que el chorro de subvenciones a sus protegidos no tuviera topes y que el despilfarro público quedara instalado a perpetuidad en nuestro país; al efecto de sangrarlo hasta que no quedara ni una gota de riqueza que exprimir.
Es un espectáculo indescriptible contemplar al señor Durán y Lleida, el cómplice de los errores cometidos en las dos legislaturas por ZP, este “santo varón” –que siempre se ha querido presentar como la persona sensata, como el que imponía paz, que apoyaba la “gobernabilidad del Estado” mientras, por la puerta trasera, lo chantajeaba para sacar beneficios para Catalunya en forma de Estatuto, traspasos de competencias, ayudas económicas, acuerdos bilaterales y un sin número de cesiones en materia educativa, en cuestiones idiomáticas y en otras infracciones de la Constitución, que nunca debieran de haberse debido producir – desgañitarse, infructuosamente, en el Parlamente, quejándose de que, para esta decisión tomada por los dos partidos mayoritarios, a espaldas de Catalunya, no se les haya dado vela a los nacionalistas, se haya prescindido de su “sabio consejo” y, por si fuera poco, se haya puesto la primera piedra para poner en vereda y frenarles, en la deriva que llevaban todas aquellas comunidades con aspiraciones separatistas, que se habían acostumbrado a llevarse la parte del león del pastel financiero del Estado y que han venido actuando a su aire, sin ahorrar en gastos, subvenciones, “embajadas en el extranjero” y entrega de fondos para aquellos cuya principal misión era intentar conseguir la independencia para su autonomía; con los previsibles resultados de acumular un endeudamiento insoportable, confiando siempre que ya lograrían que, el resto de la nación se sacrificase para que, el Gobierno, los apoyara cada vez que se lo pidieran.
Resulta tan surrealista ver como las izquierdas, utilizando argumentos que hubieran sido válidos a finales del SigloXIX, pero que, hoy en día, en la época de los ordenadores, la ofimática, la física cuántica; la electrónica más desarrollada, la educación generalizada y la información al instante, no son más que viejas utopías, como si continuáramos pretendiendo resucitar la rueda de piedra. El señor Llamazares, hoy en día, es el paradigma de lo más casposo de la vieja política soviética, anclado en sus dos obsesiones: el volver al tipo de comunismo de la Guerra Civil Española y el mantener vivos en los ciudadanos los amargos recuerdos del fracaso de las izquierdas frente populistas, en aquella contienda en la que demostraron ser incapaces de vencer a la derecha del general Franco.
Deberemos admitir que, toda esta parafernalia parlamentaria, todos estos ánimos pretendidamente ofendidos, todos estos desplantes y protestas por no haberse utilizado un procedimiento que no venía al caso, según queda establecido en la Constitución; sólo nos da la sensación de un desmesurado paripé para ir ocultando que, España, ya no depende de ella misma; que nuestra nación está intervenida de hecho, por el BCE y que estamos sometidos a vigilancia desde Bruselas. Nadie ignora que, si el BCE, no nos estuviera comprando deuda ya estaríamos como Portugal e Irlanda.
Y, al respecto, conviene decir lo poco que convencen las declaraciones de Trichet intentando justificar la compra de deuda a España e Italia. El hecho de que las compre desde los mercados secundarios no es más que una trampa ¿Es aquello de que hecha la ley hecha la trampa?, porque la realidad es que los estatutos de la entidad prohíben la compra de deuda de los países comunitarios. De hecho, si nadie lo remedia, va a acumular una cantidad tal de deuda “basura” que se va a convertir en uno de estos “bancos malos” en los que se concentran todos aquellos valores que están metidos en las UCI financieras de las naciones europeas. No resulta raro que, Alemania, no quiera oír hablar de bonos europeos ni de más ampliaciones de Fondos de rescate cuando, a la que lo toca asumir con la peor parte de los costes, sea precisamente a ella.
Para calmar a CIU y a estas izquierdas protestonas, que se creen que el dinero se saca de las minas, conviene que les hagamos bajar a la realidad, recordándoles que estamos en Europa, que necesitamos que nos renueven la deuda porque, si no, no podríamos pagar a los parados (por cierto, los números de Agosto, un mes tradicionalmente de pleno empleo, parece que van a ser, otra vez, negativos). La nueva presidenta del FMI, señora Lagarde, ha abogado por: “una urgente y sustancial recapitalización de la banca europea” advirtiendo de que: “los acontecimientos de este verano nos indican que hemos entrado en una nueva y peligrosa fase”. Para élla, los principales problemas son: la deuda soberana de Europa y la necesidad de equilibrio fiscal en los EE.UU.
Al referirse a la situación española resulta que, tanto el FMI como S&P, coinciden en rebajar las previsiones de crecimiento que, con tanto optimismo, señaló la señora Salgado para el 2011 (un 1’3%) y para el 2012 (un 2’3%). Las previsiones del FMI, sin embargo, lo reducen a un 0’7% para el 2011 y un 1’3% para el próximo 2012. ¡Una diferencia substancial, sin duda, que mucho nos tememos se va a acercar más a la realidad que la de nuestra ilusa vicepresidenta! Pero es que, S&P, aunque algo más optimista, tampoco coincide con la señora Salgado, ya que pronostica un 0’8% para el 2011 y un 1% para el 2012. Feo, muy feo, si es que tomamos en cuenta que, para crear empleo los técnicos en economía hablan de crecimientos superiores al 2 o el 2’5%.
Y ahora cabe preguntarse si todo este tinglado que se ha montado por una reforma mínima de la Constitución que, en todo caso, va a tardar de 8 a 10 años en llevarse a cabo, ¿tiene la más mínima importancia y es motivo suficientes para justificar amenazas de huelgas generales por los sindicatos? si, en realidad, lo que debiera de tenernos inquietos es lo que va a pasar el próximo otoño; si el desempleo vuelve a repuntar con fuerza y si nuestras empresas volverán a seguir la tendencia de ir a la baja reduciendo, en lugar de incrementar, sus efectivos humanos. Es posible que este adelanto de las elecciones haya sido insuficiente y que, el hecho de que en el 22N se celebren los comicios y entre un nuevo gobierno que inspire más confianza que el actual a los marcados bursátiles, va a ser suficiente para que se restablezca la confianza en nuestro país o si, como es muy probable que suceda, los de las izquierdas, si gana el PP, se dediquen a complicar la situación con huelgas y manifestaciones para que la imagen de España quede todavía más deteriorada de lo que ya lo está. Malos augurios, señores, o, al menos, eso pienso yo.
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