Las exigencias normativas y de mayor eficiencia pueden impulsar el proceso. En 2010 ganaron un 60% menos que en el año previo a la crisis
Las cooperativas avanzan con desgana en su proceso de integración. Y eso que su beneficio ha caído casi un 60% frente a 2007. La mitad de las cajas rurales y profesionales no participa en ninguna fusión. De momento han prosperado media docena de grupos regionales. La necesidad de mejorar la eficiencia y las nuevas exigencias normativas pueden impulsar la agrupación de entidades.
La mitad de las rurales evita fusionarse a pesar del bajón del beneficio. La mitad de las rurales evita fusionarse a pesar del bajón del beneficio - CINCO DÍAS |
Eduardo G. Ercoreca - Madrid - 29/08/2011 - 07:00
Las fusiones en la banca cooperativa avanzan a medio gas, con la desgana a un lado y los recelos personales en el otro. A pesar de que España lleva inmersa en una crisis económica y financiera de gran envergadura desde hace tres años, la mitad de las cajas rurales y profesionales no están involucradas en ningún proceso de concentración.
Las cooperativas cuentan -como las cajas de ahorros- con un fuerte arraigo local. Pero al contrario que sus vecinas no se han visto presionadas para agruparse. La razón es simple: están bien. Debido a su menor tamaño, las rurales no pudieron abrazarse a la financiación inmobiliaria. Y tampoco apelaron a los mercados mayoristas. Por último y en contraste con las cajas antes de su bancarización, siempre han tenido una base social a la que apelar en caso de apuros de dinero: los cooperativistas.
Gracias a esto, todas las cooperativas de crédito españolas lograron sobrepasar la ratio de capital principal del 8% que les exigió el Banco de España en febrero. Las rurales están adecuadamente capitalizadas y disponen de liquidez por el peso de los depósitos de clientes en sus balances.
Pero hasta las entidades de crédito más prudentes y austeras sufren en tiempos de adversidad y puede que haya llegado la hora de que las fusiones entre cooperativas recobren impulso.
Motivos no faltan. El resultado del sector refleja la dura situación económica del país. En 2007, las entidades cooperativas cosecharon un beneficio conjunto de 769 millones de euros. El pasado año, anotaron unas ganancias de 314 millones. El beneficio anual ha caído, por tanto, un 60% con la crisis. Así lo muestran los datos de la patronal Unacc. Varios ejecutivos del sector reconocen que la mora hace estragos, pero matizan que también se está aplicando una "prudente política de provisiones". Las entidades aprovechan que no tienen accionistas a los que retribuir para reforzar sus reservas voluntarias.
El supervisor y las cajas
Hasta la fecha, el Banco de España ha centrado sus esfuerzos en encarrilar la situación de las cajas de ahorros. No era para menos. Los integrantes de CECA representan la mitad del sistema financiero nacional y debían reforzar su capital y su liquidez. Para suplir estas carencias, el supervisor ha azuzado la concentración de entidades, el traspaso de su negocio a sociedades anónimas y la posterior entrada de terceros en su capital. Es decir, ha bancarizado a las cajas.
Pero esta reordenación ya está encarrilada. La mayor parte de los grupos se encuentran definidos y tres cotizan en Bolsa (CaixaBank, Bankia y Banca Cívica). Quedan por completar los últimos flecos de la recapitalización y, si alguna caja no logra apoyo privado, el Estado aportará el dinero en septiembre a través del Fondo de Reordenación Ordenada Bancaria (FROB).
La duda que surge es si el supervisor girará ahora su mirada hacia las rurales o no. Si tendrán que agruparse como han hecho las cajas. El sector se encuentra muy atomizado. Está integrado por 78 entidades que controlan un 5% del negocio bancario nacional. Juntas suman unos 98.000 millones de euros en activos. Algo parecido al tamaño de Banesto.
Tradicionalmente, el Banco de España ha animado a las cooperativas a acometer procesos de integración. Así ocurrió en la década de 2000, con la consolidación de balances en torno al Banco Cooperativo Español. Y otro tanto pasó en otoño de 2008. Entonces, propuso a los integrantes de la Asociación Española de Cajas Rurales (AECR) que se agruparan en una o dos fusiones virtuales. Pero los sistemas institucionales de protección (SIP) de las cajas provinciales (SIP de Garrigues) y comarcales (SIP de AFI) acabaron encallando.
A raíz del fiasco de estos proyectos de fusión los miembros de la AECR han optado por limitarse a reforzar y hacer más ágil su fondo de solidaridad, una suerte de bolsa común que permite apuntalar entidades socias con problemas.
Entre tanto, en los últimos dos años han emergido siete grupos regionales: cinco en el seno del Grupo Caja Rural y dos al margen. Estas iniciativas implican a 38 cajas con un balance conjunto de 66.352 millones. Es decir, la mitad del sector si se mide por entidades y dos terceras partes en base al negocio.
El debate en el sector gira en torno a qué aporta realmente tener más tamaño. Algunos se cuestionan si merece la pena fusionarse vistos los amargos pulsos vividos por las cajas y recuerdan que los integrantes de la AECR ya centralizan buena parte de sus tareas a través de tres participadas (Banco Cooperativo, RSI y RGA). Pero otros están convencidos de que persiste un margen para nuevos ahorros a través de fusiones. Y es que el gremio mantiene como referencia la banca cooperativa europea: Crédit Agricole, Crédit Mutuel y Rabobank.
Todos los directivos de las rurales admiten que la asignatura pendiente del gremio en España es la eficiencia. También preocupa la adaptación a la normativa financiera que llega desde los organismos internacionales (Basilea III).
Pero a las cooperativas les resulta difícil de dominar la base de costes si desean mantener su presencia en municipios pequeños. Es ahí, de hecho, donde esperan ganar terreno ahora que las cajas se han bancarizado. Creen que el traslado de sus servicios centrales a Madrid les dejará como los únicos actores con vocación local. Como dice un ejecutivo: "nuestra competencia no es Santander".
En el sector se da por hecho que las fusiones regionales actuarán como imán para algunas rurales que siguen descolgadas. Pero que la integración vaya más allá dependerá del supervisor. "Si el Banco de España quiere cargarse las cooperativas puede hacerlo en cualquier momento por decreto ley. Ya lo ha hecho con las cajas", sentencia un directivo.
Las cooperativas cuentan -como las cajas de ahorros- con un fuerte arraigo local. Pero al contrario que sus vecinas no se han visto presionadas para agruparse. La razón es simple: están bien. Debido a su menor tamaño, las rurales no pudieron abrazarse a la financiación inmobiliaria. Y tampoco apelaron a los mercados mayoristas. Por último y en contraste con las cajas antes de su bancarización, siempre han tenido una base social a la que apelar en caso de apuros de dinero: los cooperativistas.
Gracias a esto, todas las cooperativas de crédito españolas lograron sobrepasar la ratio de capital principal del 8% que les exigió el Banco de España en febrero. Las rurales están adecuadamente capitalizadas y disponen de liquidez por el peso de los depósitos de clientes en sus balances.
Pero hasta las entidades de crédito más prudentes y austeras sufren en tiempos de adversidad y puede que haya llegado la hora de que las fusiones entre cooperativas recobren impulso.
Motivos no faltan. El resultado del sector refleja la dura situación económica del país. En 2007, las entidades cooperativas cosecharon un beneficio conjunto de 769 millones de euros. El pasado año, anotaron unas ganancias de 314 millones. El beneficio anual ha caído, por tanto, un 60% con la crisis. Así lo muestran los datos de la patronal Unacc. Varios ejecutivos del sector reconocen que la mora hace estragos, pero matizan que también se está aplicando una "prudente política de provisiones". Las entidades aprovechan que no tienen accionistas a los que retribuir para reforzar sus reservas voluntarias.
El supervisor y las cajas
Hasta la fecha, el Banco de España ha centrado sus esfuerzos en encarrilar la situación de las cajas de ahorros. No era para menos. Los integrantes de CECA representan la mitad del sistema financiero nacional y debían reforzar su capital y su liquidez. Para suplir estas carencias, el supervisor ha azuzado la concentración de entidades, el traspaso de su negocio a sociedades anónimas y la posterior entrada de terceros en su capital. Es decir, ha bancarizado a las cajas.
Pero esta reordenación ya está encarrilada. La mayor parte de los grupos se encuentran definidos y tres cotizan en Bolsa (CaixaBank, Bankia y Banca Cívica). Quedan por completar los últimos flecos de la recapitalización y, si alguna caja no logra apoyo privado, el Estado aportará el dinero en septiembre a través del Fondo de Reordenación Ordenada Bancaria (FROB).
La duda que surge es si el supervisor girará ahora su mirada hacia las rurales o no. Si tendrán que agruparse como han hecho las cajas. El sector se encuentra muy atomizado. Está integrado por 78 entidades que controlan un 5% del negocio bancario nacional. Juntas suman unos 98.000 millones de euros en activos. Algo parecido al tamaño de Banesto.
Tradicionalmente, el Banco de España ha animado a las cooperativas a acometer procesos de integración. Así ocurrió en la década de 2000, con la consolidación de balances en torno al Banco Cooperativo Español. Y otro tanto pasó en otoño de 2008. Entonces, propuso a los integrantes de la Asociación Española de Cajas Rurales (AECR) que se agruparan en una o dos fusiones virtuales. Pero los sistemas institucionales de protección (SIP) de las cajas provinciales (SIP de Garrigues) y comarcales (SIP de AFI) acabaron encallando.
A raíz del fiasco de estos proyectos de fusión los miembros de la AECR han optado por limitarse a reforzar y hacer más ágil su fondo de solidaridad, una suerte de bolsa común que permite apuntalar entidades socias con problemas.
Entre tanto, en los últimos dos años han emergido siete grupos regionales: cinco en el seno del Grupo Caja Rural y dos al margen. Estas iniciativas implican a 38 cajas con un balance conjunto de 66.352 millones. Es decir, la mitad del sector si se mide por entidades y dos terceras partes en base al negocio.
El debate en el sector gira en torno a qué aporta realmente tener más tamaño. Algunos se cuestionan si merece la pena fusionarse vistos los amargos pulsos vividos por las cajas y recuerdan que los integrantes de la AECR ya centralizan buena parte de sus tareas a través de tres participadas (Banco Cooperativo, RSI y RGA). Pero otros están convencidos de que persiste un margen para nuevos ahorros a través de fusiones. Y es que el gremio mantiene como referencia la banca cooperativa europea: Crédit Agricole, Crédit Mutuel y Rabobank.
Todos los directivos de las rurales admiten que la asignatura pendiente del gremio en España es la eficiencia. También preocupa la adaptación a la normativa financiera que llega desde los organismos internacionales (Basilea III).
Pero a las cooperativas les resulta difícil de dominar la base de costes si desean mantener su presencia en municipios pequeños. Es ahí, de hecho, donde esperan ganar terreno ahora que las cajas se han bancarizado. Creen que el traslado de sus servicios centrales a Madrid les dejará como los únicos actores con vocación local. Como dice un ejecutivo: "nuestra competencia no es Santander".
En el sector se da por hecho que las fusiones regionales actuarán como imán para algunas rurales que siguen descolgadas. Pero que la integración vaya más allá dependerá del supervisor. "Si el Banco de España quiere cargarse las cooperativas puede hacerlo en cualquier momento por decreto ley. Ya lo ha hecho con las cajas", sentencia un directivo.
Integración
Nuevos grupos
Cajamar: ha atraído a cinco rurales valencianas a su órbita y la cúpula de Rural de Canarias ha decidido hace unos días sumarse a la firma de Almería en vez de crear con Cajasiete una gran rural insular. El grupo Cajamar ya es más grande que Unnim.
CRM: Ruralcaja lidera el segundo grupo cooperativo español, en el que participan otras 14 firmas de la Comunidad Valenciana.
Ibérico: las Rurales del Sur, Córdoba y Extremadura se han aliado. El modelo interregional ha sido replicado por Solventia, la fusión de Cajalmendralejo y cinco rurales andaluzas.
Aragón: Multicaja y Cajalón están en vías de fusión. De momento, Teruel se mantiene al margen.
País Vasco: Ipar Kutxa creará un banco con Bankoa, filial de Crédit Agricole.
Globalcaja: Ciudad Real, Albacete y Cuenca han dado a luz una gran rural castellanomanchega. La Rural de Toledo prefiere seguir sola.
Fuente: Cinco Días.com
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