Buscador Google

Búsqueda personalizada

domingo, 28 de agosto de 2011

Juguetes sexuales en la China imperial

Opinión
28 ago 2011
DAVID BRUNAT



Hace 8.000 años, los chinos también utilizaban objetos eróticos. Lo demuestra una piedra pulida en forma de pareja fornicando que se conserva en el Museo del Sexo de Tongli, en la provincia de Jiangsu. Se trata de un recinto semiclandestino que sobrevive gracias al tesón de su creador, Liu Dalin, quien lleva varias décadas recolectando cualquier artilugio relacionado con el sexo, especialmente si es antiguo. A los gobiernos locales y a la policía no les gusta demasiado la idea, por eso, su museo, el único dedicado al sexo en toda China, se ha convertido en una especie de circo ambulante donde los visitantes pueden disfrutar (sólo visualmente) de las creaciones más curiosas.

Los visitantes son pocos, y los que acuden lo hacen como en un sex shop, entran rápido y a hurtadillas. Los más de 2.000 objetos expuestos demuestran que las necesidades e inquietudes de ahora apenas han evolucionado en cientos de años. Por ejemplo, como el sexo siempre ha sido un tema complicado para tratar con los hijos, nada mejor que enseñarles el qué y el cómo mediante un bol de cerámica cuyo interior esconde una escultura de una pareja copulando. De hecho, durante la dinastía Ming (1368-1644), este objeto se les regalaba a las hijas justo en el momento de casarse para que supieran qué tenían que hacer con sus maridos tras el enlace.

Cerámicas, pinturas, consoladores, vestidos picarones; todo valía en la antigüedad china para disfrutar del sexo. O para usarlo de castigo. Siglos atrás, una chica que había perdido la virginidad antes del matrimonio era duramente castigada. El museo muestra una prueba de aquel horror: una silla de montar a caballo con un falo de madera incorporado. El castigo (o tortura) consistía en subir a la mujer a la montura con el falo introducido en su vagina y luego asustar al caballo para que éste trotara enloquecido.

Mucho antes de que se inventaran el plástico y la goma, los consoladores en China era huesos de animales. Se seleccionaban en función de la longitud y el grosor deseados y se pulían para darle una forma parecida a un pene. Con el tiempo (y el uso) el hueso iba tomando un color más oscuro, un hecho muy valorado por las usuarias, ya que consideraban que le daba un toque más realista. El museo de  Tongli cuenta con varias muestras de distintas épocas.

El museo es todo un elemento transgresor en la actual China comunista. Su abrió por vez primera en 1995 en Shanghái, en una calle muy estrecha. Como nadie transitaba por allí, a Liu Dalin se le ocurrió poner un cartel con una flecha. El gobierno local consideró que esa señal era una “ofensa a la decencia pública” y la tuvo quitar. Falto de recursos y sin posibilidad de promoción, su creador ha estado a punto de clausurarlo en varias ocasiones. Aunque, al final, siempre persiste.
Fuente: Público.es

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Forges