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domingo, 31 de julio de 2011

Un paseo por las 115 iglesias de Sevilla


J.Gómez Palas | Actualizado 30/07/2011 20:11 
 
El escritor Manuel Jesús Roldán. - Jonathan Palanco
Podría decirse que no están todas las que son -la más moderna que aparece recogida es la parroquia de los Dolores del Cerro- pero sí son todas las que están. Por vez primera un libro recopila de forma científica las 115 iglesias más céntricas de Sevilla. Desde la Catedral hasta la más escondida iglesia conventual, pasando por parroquias, basílicas, santuarios, iglesias de colegios y hasta recintos que antaño fueron lugares de culto y hoy día están desacralizados. Todos estos espacios religiosos abren sus puertas en el libro Iglesias de Sevilla (Almuzara), un intento del escritor Manuel Jesús Roldán por elaborar un registro "con base histórico-artística" del mapa de iglesias de la ciudad y en cuya elaboración, asegura este profesor de Historia, ha invertido casi dos años de trabajo.

Fue un librero amigo suyo el que le sugirió cubrir un vacío en el mercado editorial con este libro-guía hecho para "llevar en la mano" y perderse por "rincones llenos de historia, de arte, de grandezas y también de miserias". Agrupadas por rutas y zonas geográficas en función de su localización, cada una de las iglesias que aparecen en el libro incorpora una breve introducción de su historia, así como una descripción de su arquitectura y de las obras de arte que encierra, todo ello ilustrado con numerosas fotografías de Antonio Sánchez Carrasco.

El trabajo de campo no le ha resultado nada fácil al autor. "Cuando te embarcas en una tarea así te das cuenta de lo difícil que resulta acceder a algunas iglesias con horarios complicados, en especial las de algunos conventos, donde tienes que manejar la clave de conocer al sacristán para poder entrar o te ponen trabas si lo que quieres es realizar una visita de carácter cultural. Además, no hay prácticamente ninguna iglesia en Sevilla que tenga un letrero informativo, salvo San Martín o la Caridad".

Roldán llama la atención sobre lo desaprovechado que está este patrimonio monumental y reclama una adecuada combinación de los horarios litúrgicos y culturales de los templos para intentar hacerlos rentables. "El ejemplo del Salvador es interesante. Prefiero un Salvador donde te controlen la entrada antes que una iglesia que se caiga a pedazos".

Para poner en valor este ingente patrimonio, Roldán sugiere algunas ideas, como la de elaborar un plan general para unificar todos los horarios de apertura de las iglesias de Sevilla aprovechando mayoritariamente las mañanas para crear una franja para la visita turística, o la de instalar puntos de venta de postales y recuerdos a la salida de los templos, "ya que hay muchas iglesias que merecerían una pequeña guía", y no sólo por su valor arquitectónico sino por las obras de arte que albergan.

A diferencia de otros países europeos, que gozan de una arquitectura religiosa más que sobresaliente pero a la vez tienden a desnudar el interior de los templos para musealizarlos, como sucede en Italia, "la grandeza de las iglesias sevillanas -subraya Roldán- es que son organismos vivos que 300 años después siguen conservando las piezas en el lugar para el que fueron creadas, y así puedes entrar en San Pedro y encontrarte con un Zurbarán o un Valdés Leal, o puedes entrar en el Salvador y encontrarte con un Montañés. Tanto es así que la historia de España se podría estudiar en muchas iglesias".

Uno de los propósitos del escritor con este libro ha sido el de "dar a conocer" el patrimonio monumental de las iglesias de la ciudad incluso a los propios sevillanos, "que somos más turistas que el turista y seguimos viviendo de cuatro o cinco ideas básicas". Es más, considera que el sevillano "en absoluto" conoce su patrimonio y dice que si se le preguntara por los monumentos de la ciudad haría casi la misma lista que los turistas: "la Catedral, el Alcázar, el Hospital de la Caridad y pare usted de contar".

El libro también esconde una denuncia sobre el estado de conservación de algunos de estos templos, situación que en algunos casos llega a ser "vergonzosa". Roldán se atreve a profetizar la desaparición "de aquí a unos años" de buena parte de las iglesias conventuales bien por el cierre de sus comunidades -muchas de ellas compuestas "por cuatro o cinco monjas, algunas de ellas ancianas venerables"-, por la carencia de vocaciones o bien por la falta de ideas innovadoras para rentabilizar tal patrimonio. Los conventos de Madre de Dios o Santa Rosalía son algunos de los "alarmates" ejemplos de lo comentado.

"Uno de los problemas de las iglesias en Sevilla es que no gozan de un mantenimiento digno. Van languideciendo hasta rozar la situación de ruina y verse abocadas a una restauración integral", enfatiza el autor de Iglesias de Sevilla. Santa Catalina constituye, a su juicio, "el paradigma de la dejadez absoluta por parte de la propia Iglesia, de las administraciones y de la sociedad en general", aunque también llama la atención sobre el incierto futuro de la iglesia jesuita de la Anunciación, "donde cualquier día nos encontraremos que hay grietas en ella".

Confiesa Roldán que entre todos los escenarios recorridos para hacer este libro se queda con lugares como la iglesia de San Luis de los Franceses, Santa María la Blanca, Santa Catalina o la iglesia de la Anunciación, "una iglesia jesuita a la que no se le da la importancia que tiene y que, incluso, se le menosprecia con la construcción del Metropol Parasol de la plaza de la Encarnación", opina. Pero entro todos ellos se queda "sin duda" con el Hospital de la Caridad, un lugar que "simboliza el barroco, donde ha quedado impregnada en sus paredes la Sevilla de Miguel de Mañara, con sus grandezas y miserias, y donde se pueden admirar obras de Roldán, Valdés Leal y Simón de Pineda".

Para dar forma a Iglesias de Sevilla, este licenciado en Geografía e Historia en la especialidad de Historia del Arte por la Universidad Hispalense se ha pateado todas y cada una de las 115 iglesias, parroquias, capillas de hermandades e iglesias conventuales que aparecen en el libro. Bueno, en realidad, todas menos una. "Reconozco que ha habido una iglesia que no he visitado, la del Hospital de San Lázaro, un templo medieval con patrimonio del Renacimiento y que hoy día se utiliza como almacén de hospital. Se trata de una iglesia del todo inaccesible, sin horarios de visita. Es una pena, yo no la he visto nunca", se lamenta el escritor.

Iglesias de Sevilla ha sido magníficamente recibida en el mercado editorial. Tal fue el éxito de este libro en sus primeras semanas en los escaparates de las librerías que la editorial Almuzara se ha decidido a lanzar una segunda edición, en la que, según avanza el autor, se añaden cinco nuevos templos al inventario inicial, entre ellos una de las iglesias palaciegas con las que cuenta la ciudad, la del Palacio de San Telmo.

Manuel Jesús Roldán subraya, por último, que Iglesias de Sevilla no es sólo un libro de templos, sino que es también historia viva de la ciudad. "En cualquier iglesia de Sevilla se puede estudiar todo el arte cristiano, desde la Edad Media hasta nuestros días, pasando por el gótico, mudejar, barroco, renacimiento, neoclásico y los estilos del siglo XIX". Y todo ello en una de las ciudades que más iglesias tiene por metro cuadrado.

Curiosidades ocultas. La obra Iglesias de Sevilla aporta a las miradas curiosas miles de detalles que van más allá de la mera descripción de contenidos. Manuel Jesús Roldán se adentra en la historia de cada templo, en la de sus imágenes, sus retablos, simbologías, escudos, iconografías, símbolos y hasta relata los orígenes de esas curiosas tradiciones que desde tiempos seculares se repiten –sin que todos sepamos el porqué– en algunas de las iglesias de Sevilla. Un ejemplo de lo explicado es el convento de Santa Inés, un rincón que hará al visitante “viajar a  la Edad Media, a las leyendas de la ciudad, al Barroco, a la literatura de Bécquer, es decir, a la propia historia de la ciudad”, comenta. Pero el libro esconde otras muchas historias. ¿o es que acaso ustedes no han oído hablar del jilguero escondido en el azulejo de Ánimas de la parroquia de San Pedro; o de la Santa Rita de San Leandro, abogada de imposibles; o del azulejo que hay que patear en la parroquia de Santa Ana para encontrar novio; o del camaleón de la iglesia de los jesuitas de la calle Jesús del Gran Poder; o de los huevos de Santa Clara, o...? 

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