FinCash abre esta nueva sección con el ánimo de entretener y dar rienda suelta a las inquietudes que suelen caracterizar a los seres humanos por naturaleza.
Hemos elegido un artículo publicado por Alejandro Rosales, en su sección "Crónica Urbana", editado en CONEXIÓN TOTAL.mx y cuyo título es "Uno busca y encuentra otra cosa", con la creencia de que narra de forma espléndida lo que a partir de esta etiqueta queremos transmitirles.
Algo distinto y al mismo tiempo esperamos que divertido.
Crónica Urbana
Alejandro Rosales / Uno busca y encuentra otra cosa
La curiosidad es la ventana a lo sorprendente, y a veces a los malos ratos que por andar de busgo visual o sensual nos ganamos. Sin embargo la curiosidad produce cosas extraordinarias. Los grandes inventos son de grandes curiosos. La curiosidad tiene mucho de la observación casi obsesiva. Se curiosea y se encuentra.
Cuando buscamos algo no lo encontramos y damos con otra cosa. Cosas perdidas aparecen de repente y la mente refresca a la memoria o la memoria refresca a la mente. Dios hace cosas pequeñas que son grandes. La mente de Dios es pequeña porque grande es su universo.
Por lo pequeño entra la luz y la inteligencia. La curiosidad es uno de los dones que los dioses han dado a los hombres. Cuando digo dioses pienso en el Parnaso Griego, que extendían los dones a los dioses y los hombres recogían sus bienes.
La curiosidad ha matado a los hombres y ha hecho crecer a la humanidad. Entre vivir y soñar está la curiosidad. Entre vivir y morir puede que sea el último acto curioso. Pienso que un ataque cardiaco es morir en el acto.
Sí, de boleto, tan rápido y furioso. Aunque hay personas que también mueren en el acto, son los carnales y pecadores que gustan de la aventura extramarital. Pero no desvíemos nuestra curiosidad que no es otra cosa que pelar los ojos, suspirar, sentir la emoción ante lo nuevo y lo viejo. La emoción no tiene edad, la pueden gozar los viejos y morir con los jóvenes.
Un hombre curioso es tan bello como una mujer. Quiero decir la belleza humana de ser infinitamente curiosos. Las mujeres son curiosas porque hay algo que las hace distintas a sus contrarios y afines, la sensibilidad, la fina y experta sensibilidad que calibra lo bueno y lo malo.
Escarvar en el baúl de los recuerdos es un acto curioso, es como ser mago en un instante, como encontrar un tesoro, como despertar en un mundo improvisado.
El que toca al corazón es un curioso y se queda clavado en el amor. Hay cirujanos que tocan al corazón del paciente y quedan clavados de amor. La curiosidad mata y remata, también revive. O al menos ataranta.
Decía el gran filósofo y matemático inglés Bertrand Russell: “Si no me falla la memoria, en los Evangelios no hay una sola palabra que alabe la inteligencia”. El gran humanista, sin duda era un curioso.
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