Critica las dictaduras en su encuentro con escritores chinos, pero afirma que el crecimiento económico ha traído avances sociales
Difícil papeleta la que tenía Mario Vargas Llosa, último premio Nobel de Literatura, en su visita a China. Invitado por las autoridades para ser nombrado profesor de honor de la Universidad de Estudios Internacionales de Shanghái y homenajeado por la Academia de Ciencias Sociales, el escritor peruano se enfrentaba al dilema de traicionar a su conciencia política o incomodar a sus anfitriones denunciando el encarcelamiento que sufre el intelectual Liu Xiaobo, premio Nobel de la Paz, por promover la democracia en este país.
Finalmente, primaron las formas y Vargas Llosa volvió a criticar las dictaduras en su encuentro en Pekín con renombrados escritores sociales como Mo Yen y Li Zhenvun, donde prefirió no sacar a colación el caso de Liu Xiaobo. Todo ello a pesar de que se habló bastante de la relación entre la política y la literatura y hasta se mencionó a Boris Pasternak, el escritor ruso que ganó el Nobel en 1958 gracias a su famosa novela «Doctor Zhivago», prohibida en la entonces Unión Soviética.
Asaltado por los periodistas al término de dicho encuentro, Vargas Llosa reconoció que no le había costado no hablar de Liu Xiaobo o de Gao Xingjian, el Nobel chino de Literatura emigrado a Francia y también vetado en este país, porque «he escuchado a los escritores chinos hablar con más libertad porque hay más progreso».
Dictadura de partido único
Argumentando que «no he venido a traer problemas a los escritores chinos», Vargas Llosa aseguró que «en China hay una dictadura de partido único, pero el crecimiento económico ha creado muchos avances y espacios de libertad» que hacen que la situación sea muy distinta a la degradación social que vivió Perú durante el autoritario régimen del general Odría entre 1948 y 1956, que precisamente describió en su novela «Conversación en La Catedral».
«El crecimiento económico ha creado muchos avances y espacios de libertad»
«No creo que China necesite más tiempo para tener democracia porque ésta puede venir en cualquier momento», concluyó tras aclarar que «la Literatura debe abordar los grandes temas de la condición humana, como la libertad, el amor, el odio, la fraternidad o la trascendencia religiosa, pero no estar al servicio de la política porque entonces acaba desvirtuada en un mero elemento de propaganda».
Fuente: ABC.com
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