Empiezan a hacerse quinielas ahora que los bancos
han vuelto a cerrar el grifo del crédito. Una vez que las entidades
terminen el proceso de provisiones volverán a revisar la costosa
financiación a las grandes inmobiliarias. «A la banca debería
interesarle la supervivencia de estas compañías en un sector de elevada
mortalidad, muy atomizado y con un futuro complicado», apunta Romero,
para quien un objetivo puede ser contar «con empresas más grandes y con
capacidad para afrontar deudas y proyectos».
El mapa inmobiliario va a cambiar tan
profundamente como el financiero. De lado de la banca quedan cuestiones
por resolver que afectarán al panorama inmobiliario, también pendiente
de Bankia, segundo accionista en Metrovacesa y Realia, con presencia
también en Martinsa y uno de los acreedores de Reyal Urbis, donde podría
verse obligada a entrar en su accionariado, a través de la fórmula que
ha llevado a la banca a empantanarse en el ladrillo: el canje de deuda
por acciones. También está pendiente del Santander, que mantiene una
posición mayoritaria en Metrovacesa y es acreedor de Reyal.
La mayoría de las entidades mantienen «vivas» a
otras empresas más pequeñas y además a sus propias divisiones
inmobiliarias, saturadas de pisos y suelos sin salida. Las fusiones no
serían más que un bálsamo, pero si se trata de eludir un horizonte de
liquidaciones, aparecen como la siguiente estación.
Fuente: La Voz de Galicia.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario