El Sporting sólo aguanta media hora a un Madrid que, sin Xabi Alonso, tuvo menos juego que otras veces y la misma contundencia
La expulsión de Eguren, con un Sporting agotado de tanto correr detrás del balón y de las camisetas blancas, colocó al Madrid en un escenario familiar esta temporada: al borde de la goleada. El marcador no pasó de tres porque, extraño en ellos, Ronaldo, Benzema y compañía se adornaron varias veces en los diez últimos minutos. Con el Sporting partido en dos y a la espera solo del silbato salvador de Iturralde, a Juan Pablo se le amontonó el trabajo. Fue un desenlace impropio de un partido que, al margen de la superioridad madridista, tuvo tramos de gran intensidad, propia de choques de otras épocas más parejas en El Molinón.
El Sporting actual, como la mayoría de los equipos de Primera, no está en condiciones de plantear un partido de tú a tú al Madrid. Y menos en una semana atípica, en la que Mourinho pudo preparar el partido en las mismas condiciones que Preciado. La única duda previa tenía que ver con la baja de Xabi Alonso, el eje sobre el que gira el motor madridista. Mourinho quiso solucionarlo con un doble pivote Lass-Khedira, descartando la opción de un tierno Sahin, y cambiando de banda a Coentrao para que tapase la banda derecha.
Preciado replicó con la entrada de Eguren para compensar la falta de músculo entre sus centrocampistas. Por detrás de una línea de cuatro, en la que a Trejo y De las Cuevas les tocó currar como al que más, el uruguayo se esmeró en cortar las líneas de pase de Özil . Con los once sportinguistas bien apretaditos a partir del centro del campo, el Madrid insinuó sus carencias para hacer daño en ataque estático. Avezado en el juego directo, el equipo de Mourinho sufre cuando el rival no le concede espacios y compensa los desequilibrios individuales con ayudas constantes, sobre todo de los jugadores de banda.
En todo el primer tiempo, el Sporting sólo dio pie una vez a la estampida madridista. Fue por un despiste en un saque de una falta, que permitió a Cristiano Ronaldo galopar en solitario por la izquierda y meter un centro, demasiado alto, para la llegada de Di María. Por lo demás, los jugadores del Sporting estuvieron tan concentrados como les había pedido Preciado. Un equipo que habitualmente transita poco por el centro del campo, ayer minimizó los riesgos. Se trataba, por encima de todo, de no perder el balón en zonas donde el Madrid pudiese activar su arma letal. Lo consiguió a costa de limitar sus posibilidades de hacer daño a Casillas, que vivió una tarde tranquila.
Aislado Higuaín y bien atornillado Ronaldo, le correspondió a Di María desatascar el partido. El argentino se movió por todo el frente de ataque y el destino quiso que le pillase en la izquierda el primer error grave de la defensa gijonesa. En vez de despejar, Damián intentó sacar el balón jugado en una zona de riesgo. Di María lo aprovechó para irse hasta la línea de fondo. Todos, incluido Juan Pablo, esperaban el pase atrás. Di María, pillo, coló el balón entre el poste y el portero.
Fuente: lne.es
03:22 | |
Cristiano Ronaldo supera a Juan Pablo para marcar el segundo gol del Real Madrid. j. j |
MARIO D. BRAÑA
Frente a un líder con más remate que juego, el Sporting llegó hasta donde le dejaron sus limitaciones, que son muchas. Por ejemplo, en el lateral derecho de la defensa, por donde empezó a perder el partido. Hasta el minuto 34, cuando Damián y Juan Pablo le hicieron el pasillo a Di María, el Madrid tuvo que recurrir a los zambombazos de Ronaldo para justificar su dominio. Sin Xabi Alonso, el equipo blanco jugaba a tirones, gracias a la aceleración de sus estrellas. Con el 0-1, al Sporting no le quedó otro remedio que dar un paso adelante, el escenario preferido del líder. Así, con la defensa abierta en canal, llegó el segundo y, ya a título de inventario, el que cerró una tarde que confirmó que los gigantes suelen salir vivos de El Molinón.
La expulsión de Eguren, con un Sporting agotado de tanto correr detrás del balón y de las camisetas blancas, colocó al Madrid en un escenario familiar esta temporada: al borde de la goleada. El marcador no pasó de tres porque, extraño en ellos, Ronaldo, Benzema y compañía se adornaron varias veces en los diez últimos minutos. Con el Sporting partido en dos y a la espera solo del silbato salvador de Iturralde, a Juan Pablo se le amontonó el trabajo. Fue un desenlace impropio de un partido que, al margen de la superioridad madridista, tuvo tramos de gran intensidad, propia de choques de otras épocas más parejas en El Molinón.
El Sporting actual, como la mayoría de los equipos de Primera, no está en condiciones de plantear un partido de tú a tú al Madrid. Y menos en una semana atípica, en la que Mourinho pudo preparar el partido en las mismas condiciones que Preciado. La única duda previa tenía que ver con la baja de Xabi Alonso, el eje sobre el que gira el motor madridista. Mourinho quiso solucionarlo con un doble pivote Lass-Khedira, descartando la opción de un tierno Sahin, y cambiando de banda a Coentrao para que tapase la banda derecha.
Preciado replicó con la entrada de Eguren para compensar la falta de músculo entre sus centrocampistas. Por detrás de una línea de cuatro, en la que a Trejo y De las Cuevas les tocó currar como al que más, el uruguayo se esmeró en cortar las líneas de pase de Özil . Con los once sportinguistas bien apretaditos a partir del centro del campo, el Madrid insinuó sus carencias para hacer daño en ataque estático. Avezado en el juego directo, el equipo de Mourinho sufre cuando el rival no le concede espacios y compensa los desequilibrios individuales con ayudas constantes, sobre todo de los jugadores de banda.
En todo el primer tiempo, el Sporting sólo dio pie una vez a la estampida madridista. Fue por un despiste en un saque de una falta, que permitió a Cristiano Ronaldo galopar en solitario por la izquierda y meter un centro, demasiado alto, para la llegada de Di María. Por lo demás, los jugadores del Sporting estuvieron tan concentrados como les había pedido Preciado. Un equipo que habitualmente transita poco por el centro del campo, ayer minimizó los riesgos. Se trataba, por encima de todo, de no perder el balón en zonas donde el Madrid pudiese activar su arma letal. Lo consiguió a costa de limitar sus posibilidades de hacer daño a Casillas, que vivió una tarde tranquila.
Aislado Higuaín y bien atornillado Ronaldo, le correspondió a Di María desatascar el partido. El argentino se movió por todo el frente de ataque y el destino quiso que le pillase en la izquierda el primer error grave de la defensa gijonesa. En vez de despejar, Damián intentó sacar el balón jugado en una zona de riesgo. Di María lo aprovechó para irse hasta la línea de fondo. Todos, incluido Juan Pablo, esperaban el pase atrás. Di María, pillo, coló el balón entre el poste y el portero.
Fuente: lne.es
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